30 abr 2010

A ver a Racing (¡Qué quilombo en la cancha!)

Me levanto temprano, un baño de inmersión relajante, una afeitada perfecta, me corto la uñas, intento depilarme las pelotas como sugirió Juan Pablo pero no tolero la cera. Encuentro mi remera de Racing campeón del 2001 en una de las cajas en el garaje de mi vieja. Me pongo el pantalón de Racing, el gorro, las medias, y me pinto la cara de celeste y blanco. Agarro una tremenda corneta y me decido a despejarme un poco de mis problemas.

-¿Dónde vas así disfrazado, Guille? -pregunta mi mamá.
-¿No es obvio, vieja? -le respondo.
-¿Otra vez al Cilindro, hijo? -se suma mi papá- No sé para qué vas, si siempre volvés amargado.
-Ya sé pa, te lo dije mil veces, Racing es una pasión inexplicable. Y hoy no jugamos de local, así que me voy a la cancha de Tigre.
-Lo único inexplicable es que sigas viviendo acá -replica mi viejo y me voy rápido antes de darle la oportunidad de seguir protestando.

Por la puerta, me pasa a buscar Tapón que me hace la gamba para ir a la cancha. Teniendo en cuenta que él es de Chacarita y ya descendió su equipo, el viaje en su auto hasta el estadio se transforma en un lloriqueo interminable, explicando una y otra vez los errores de los dirigentes que llevaron al Funebrero al descenso directo.

-Ahora vas a ver una hinchada como la gente, relajate –le digo y el filosófico Tapón me contesta con un “andá a cagar”.

El día nos acompaña. Ni frío ni calor. Agradable. Un solcito cariñoso se asoma con lo cual varios hinchas en la popular sacan los paraguas para guarecerse bajo la sombra. Sale la hinchada de Racing, la guardia imperial. Salen los jugadores, vuelan los papelitos, todo se baña de celeste y blanco y comienzan los cantos:

“y vamo la academia, yo te sigo, yo te quiero.
Para salir primero hay que poner más huevos
y correrlo al rojo de nuevo, por amargo y por cagón
y no me importa nada lo que digan
los bosteros, las gallinas y los cuervos y los putos quemeros.
Vamo Acade, vamo a ganar, donde juegues, yo voy a estar”

Y la interminable:

En el este y el oeste....
En el norte y en el sur...
Brillará blanca y celeste...
¡La Academia Racing Club!
Y la acade, y la acade, y la acade

Salto, felicidad, canto, joda, gritos, y... y...

-¿Y esa cara de orto, Tapón?
-No se ve un carajo che, este boludo de adelante me puso una bandera que me tapa la mitad de la cancha –se queja mi amigo.
-Correte un poco y listo.
-¿Cómo querés que me corra, bolú? Si tengo como a 5.000 pelotudos que me están apretando. Si apenas puedo respirar.

Adelante nuestro se instalan dos tipos con sus panzas de cerveza al aire libre, revoleando la camiseta. No miran al campo de juego, sino que nos miran a nosotros, con ojos amenazadores, y nos escupen y gritan:

-¡Canten, canten, mierda!
-Yo no pienso cantar –se defiende Tapón.
-Cantá boludo, o somos boleta.

Arranca el partido y me pongo a saltar con la muchachada. “No se sienten, no se sienten, son amargos igual que Independiente”.

-¿Che, no se piensan sentar nunca? –pregunta Tapón.
-Acá se viene a cantar, gordo!¡Y a saltar!
-A mí me gusta putear nomás, che.
-Agarrate de la bandera gordo, porque si meten un gol se vienen en avalancha desde arriba y...
-No me hagas reír, Guillermo. ¿Ustedes? ¿Un gol? Si son horribles.

Pero sólo tienen que pasar 21 minutos para que la hecatombe de produzca en la popular. Gol de Racing y gritos, alaridos, la pronosticada avalancha y Tapón que es desbordado por la masa y empujado escalones abajo. Escucho sus gritos ahogados, un “no me pisen más, hijos de puta” y lo pierdo entre la multitud.
El partido mientras tanto me atrapa. Nuestro arquero ataja una pelota increíble.
-No entra ninguna más, qué arquerazo tenemos –dice el viejo mufoso que siempre se queja cerca de mí y sólo hay que esperar 2 minutos para que un centro en el área se convierta en el empate del equipo rival.
-Ya sabía yo –protesta el viejo – Con este equipo no le podemos ganar a nadie.
El viejo empieza a discutir con un muchacho de 23 o 24 años que le dice que se vaya con los amargos, uno le contesta que la culpa del gol fue de pelado que tiene Racing en la defensa, que le ganaron de cabeza. Pelado de mierda, grita otro y ese mismo es el que empieza a corear “pelaaaadoooo, pelaaadooo” cuando convierte el 2 a 1 y Racing pasa al frente.
Y empiezo a cantar: “Y ya lo ve, y ya lo ve, somos locales otra vez” hasta que el árbitro manda a los equipos a descansar y a esperar el segundo tiempo.

Aprovecho el entretiempo y trato de encontrar a mi amigo, perdido en el tumulto del primer gol. Mi vista se tropieza con un hermoso culo, bien torneado, jean gastados y ajustados. Y un pelo largo que me trae recuerdos agradables.
Bajo como puedo, y mientras me pido una de esas cocas aguadas con las que nos envenenan en los estadios, me acerco hacia la hermosa cola y le digo:

-Quién fuera mecánico para meterle mano a esa máquina.

La mina no me da bola, o no me escucha con tanto griterío, así que le pongo la mano bien extendida en su culo y mientras lo acaricio, le grito:

-No me deslumbran tus ojos, ni me impresionan tus senos. Con que tenga yo tus nalgas lo demás es lo de menos.


Lo que era un movimiento más que obvio se produce. Se da vuelta, me estampa un cachetazo y nos quedamos mirándonos fijos. Espantados.

-¿Anita? –le digo.
-¿Guillermo?
-¿Qué hacés acá? ¿Desde cuando te gusta el fútbol a vos?
-No vine sola –me contesta y señala a Ernesto Correa, mi ex amigo, fanático también de Racing, que viene con dos choripanes en su mano.

Para aquellos que entran por primera vez al blog, les cuento: Anita es mi mujer. En realidad, los papeles de divorcio están en camino dado que se encamó con Ernesto hace ya algunos meses, lo que motivó que me tuviera que ir de casa. O sea, sería mi ex jermu.

-Hola Guillermo –me dice Ernesto cuando llega.
-¿Hola? –le grito- ¿Hola? ¿Eso es lo único que se te ocurre decir, hijo de puta? ¿Te cogiste a mi mujer y me decís “Hola”?

Un tipo aúlla de lejos: “¿Y qué querés que te diga Cornudo? ¿Chau?”

Ernesto hace caso omiso al grito y me mira suplicante.

-Perdoná. No sabía cómo ni cuándo hablarte. Es complicado, tenés que entender.
-¿Entender? ¿Yo tengo que entender? (Ah, ¿me convidás mientras un choripán?)
-Estamos enamorados Guille –interrumpe Ana.
-Ena... ¿Enamorados? ¿Me estás jodiendo, Anita?
-No, te juro que no lo buscamos, se dio nomás.
-Che, manga de hijos de puta, ¿se pueden dejar de discutir que ya empieza el segundo tiempo? –nos grita un gigantón atrás nuestro.
-Acá hay un tipo muerto –vocifera otro señalando a Tapón, que yace en el piso a unos cuantos metros.
-Ese es mi amigo –grito mientras como el chori y los muchachos lo levantan entre varios y lo acercan.

Tapón viene quejándose en voz alta, todo lastimado.

-Brutos de mierda, me tiraron al piso. Me pisaron, me escupieron, me volvieron a pisar mientras cantaban. Enfermos. Todos ustedes, enfermos. No vengo más a la popular, ni a ver a tu equipo del orto.
-Callate que nos matan –le suplico.
-Hola Alejandro –lo saluda Ernesto a Tapón.
-¿Ernesto? –se sorprende Tapón aún sujetado por los brazos de varios hinchas solidarios- ¿Vos también acá? Qué linda casualidad. Vos también, con todos estos fracasados.
-¡Callate tarado!–le implora el mismo Ernesto.

El cuerpo magullado de Tapón es depositado en el piso de un golpe brusco.

-Ahh, brutos de mierda. ¡Me acaban de romper la columna en dos! Serán muchos pero no sirven para nada. “Titanic” les dicen, porque va mucha gente a verlos pero se van a pique. “Dinosaurios”, fueron grandes y desaparecieron. “Karadagián”, porque ni los chicos creen que fue campeón del mundo. “Abuela” porque... eh... eh... muchachos... bajen, no, no, tan alto no por favor, no me levanten please... no se lo tomen así.... eyyyy... no hay por qué recurrir a la violencia... La espalda, ayyy, que duele. Despacito, despacito. Estaba bromeando, vamos, no tienen sentido del humor ustedes ¿Eso es un cuchillo? Por favor, no seamos extremistas tampoco... Eyy Guille, Ernesto, un poco de ayuda acá puede ser... Eyyy

Y vemos como la silueta de Tapón es vapuleada por varios fanáticos molestos. Uno entre la multitud pide calma. “Paren, paren de pegarle”. “¿Por?” “Porque quiero saber algo... Gordo puto, ¿por qué nos dicen Abuela”, “Porque juegan en el fondo con los chicos” contesta Tapón y los hinchas arremeten con más furia en el castigo corporal.

-¿No deberíamos hacer algo? –indaga Ernesto.
-¿Vos sos suicida? –le respondo- Después lo llevamos al Hospital y listo.
-Pero es nuestro amigo –dice.
-Era, ya debe estar muerto. ¿Y vos? ¿Justo vos vas a hablar de amistad? ¿Saliendo con Anita?
-Te molestaría dejar de decirle “Anita”. Se llama Ana.
-Yo la llamo como se me canta el orto.
-Pará un poco porque yo no estoy faltando el respeto.
-Ah, clarooooo. No me faltás el respeto, pero ... ¡te garchás a mi mujer!
-¡Ex-mujer! –reclama Ana.
-Todavía no salió el divorcio, querida. Así que cerrá el orto.
-Eh, pará con los insultos, che. Podemos solucionarlo como gente adulta –pide Ernesto.
-Nada que solucionar, bastardo. No hay nada que nos pueda volver a unir –le espeto.
-No se peleen por favor –dice Ana.
-Vos callate y no te metas –decimos Ernesto y yo a la vez... Y nos miramos... la casualidad nos hace cómplices del momento y nos reímos.
-Mirá el Gol que se perdió Mercado –grita Ernesto.
-¿Quién es Mercado? –pregunta Ana desconociendo que es el nombre de uno de los defensores de Racing.
-¡No sabe quién es Mercado! –señala uno en la tribuna.
-¡Hay que matarla! ¡Debe ser de Independiente!

Y los hinchas empiezan a bajar furiosos y asesinos para atacar a Anita.

-Corré boludo –le pido a Ernesto – Hay que salvarla.
-Socorro –se escucha gritar a Tapón de lejos.
-Terminó el partido –me confirma Ernesto mientras corremos. Y nos abrazamos. Y cantamos. La Acade. La Acade.

Unas botellas nos pasan al lado de la cabeza, nos tiran incluso celulares. Dos, tres, diez cuadras sin parar, casi agotados, pero felices con el triunfo. Nos encondemos en un callejón semi oscuro, y tratamos de recuperar el aliento.

-Uf uf uf... no puedo más –exhalo lo que me queda de aire.
-Yo tampoco –se ríe Ernesto.
-¿De qué te reís bolú? ¡Casi nos matan!
-Jaja,sí, pero no vas a negar que la situación es cómica. Peleados a muerte, terminamos abrazados, y felices por la victoria. C'est la vie.
-¿A quién se la viste?
-No, tarado. Es en francés, es la vida. A propósito, mirá que hay que encontrarse en la popular, qué casualidad, eh.
-Bueno –le confieso- en realidad, no fue casualidad. Le vi el culo a Ana y no pude evitar tocarlo. Siempre fue mi tentación.
-Sí, tiene lindo culo Ana.
-Hermoso.
-Bien redondito.
-Y chiquito.
-Compacto.
-y con la carne exacta.

Nos miramos unos minutos en silencio hasta que entendemos la gravedad de lo sucedido. Ernesto es el primero que lo admite:

-Che... ¿nos olvidamos de Ana, no?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!!!
Está muy gracioso. Me recuerda las veces que yo he ido a los estadios. Pensaba que éramos los únicos que actuábamos como maniáticos,pero ya vi que es una cosa a nivel mundial. Donde yo vivo,hay un estadio que se llama el Estadio Azteca, donde caben más o menos unas 120 mil personas. Me recordó aquellos días. Buen post!!! Te mando un abrazo muy mexicano.

RACING_CAPO dijo...

Buenisimo, m kague d risa!!! Aguante la akade

RACING_CAPO dijo...

Buenisimo, m kague d risa!!! Aguante la akade