16 ago 2010

Siglo XXI: Las mujeres al poder

Juan Pablo inclina la cabeza. Me mira fijo, como enojado. Se rasca la barbilla. Se acomoda las bolas. Se vuelve a rascar la barbilla y endereza la cabeza.

-¿Vanesa? –me dice curioso, con un tono despectivo.
-Sí, Vanesa –le contesto.

Vuelve a inclinar la cabeza. Vuelve a mirarme fijo y niega con la cabeza. Finalmente se decide, se va al baño y se encierra.

-¿Qué hacés? –le grito.
-Estoy reflexionando –me responde- y donde mejor reflexiono, es en el inodoro, mientras cago.

“Qué cagada” pienso, mientras prendo un incienso para disimular los olores que empiezan a invadir el living.

-¿Tenés para mucho? –vuelvo a gritar, y me responde con un soberano pedo que me da a entender que la situación se volverá más olorosa (y dolorosa).
Minutos angustiosos paso a la espera de mi amigo y consultor, hasta que sale del baño y grita “Ya lo tengo”. Pero al abrirse la puerta, el hedor que inunda el ambiente me provoca arcadas y finalmente un vómito considerable que impregna la alfombra de un color violeta amarronado.
El vecino, Don Ramón, ya golpea la pared al escuchar los gritos histéricos –y extremadamente agudos- de mi amigo al ver su alfombra arruinada, por lo que decidimos continuar con la charla en el bar de la esquina. Cuatro fanáticos de Racing discuten a los gritos en una de las mesas, así que nos sentamos lo más lejos posible de ellos para poder escucharnos.

-¿Vanesa? – vuelve a repetir y preguntar Juan Pablo.
-Sí: Vanesa. Sí, ¿qué pasa con el nombre?
-¿Y la conociste en la calle?
-Sí.
-¿Y te enamoraste?
-Ehh, pará. Yo jamás dije la palabra “enamorarme”. Dije que me gusta. Punto. Y la quiero invitar a salir.
-Ok. Ok. Entendido hasta ahí. Tenés que tener en cuenta el nuevo concepto siglo XXI.
-¿Y el nuevo concepto Siglo XXI es...?
-Declaración Universal de los Derechos Humanos. Cuarta Conferencia Mundial sobre la mujer y más lejos en el tiempo, la Carta de la Naciones Unidas firmada en 1945. Hablamos de la igualdad de la mujer.
-¿Igual a quién?
-A los hombres.

Contengo la respiración por segundos apenas, antes de lanzar la carcajada.

-Pero no me hagas reír Juanpa. ¿No conocés la frase: “Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer?
-La conozco, obvio.
-¿Y no entendés el contexto de la misma? “Detrás”. No “Adelante” ni siquiera “Al lado”. Detrás.
-Demasiado machista para mi gusto.
-Ah, bueno. Lo que me faltaba. Vos, justamente vos, hablando de machismo.
-No nos vayamos de tema, alumno. ¿Usted quiere invitar a la señorita Vanesa a una salida y no fracasar en el intento? Pues bien, bienvenido al nuevo siglo. Y esa es la consigna.
-Sé explícito.
-Lo que quiero decir es simple: que el hombre ya debe dejar de dar siempre los primeros pasos. ¿La mujer quiere igualdad? Bueno, si tanto rompen las pelotas, se la vamos a dar. Eso significa, que se pongan las pilas. ¿Quieren salir? Que nos inviten. ¿Quién paga las cuentas? Ellas. ¿Quieren garchar? Pues bien, que ellas lo digan primero. Y que paguen el Telo (está carísimo).
-¿Te parece?
-Claro, es lo que quieren. Es lo que buscan. Bueno, ganaron. Me cansé siempre de hacer todo el laburo. Que ellas nos pasen a buscar con el auto. Que ellas nos digan: “¡Qué lindo estás hoy! ¿Te hiciste algo en el pelo?”
-¿No es medio de puto eso que decís?
-Las ideas revolucionarias siempre son resistidas. La gente le tiene miedo al cambio.
-Pero acá no hablamos de gente. Hablamos de mujeres.
-Más machismo. Pensalo. Siempre tenemos que estar pensando: ¿Hoy le doy el primer beso? ¿Le gustará el cine? ¿El teatro? ¿Caminar bajo las estrellas? ¿Un bar? ¿Un resto? Que laburen un poco ellas, che. Y si te encamás, te preguntan: “¿trajiste forro?”, y si no trajiste, el forro sos vos. ¿Por qué no se preocupan ellas en traer protección?
-No sé, no lo veo.
-Y si la cosa se encamina en un principio, ya empezamos con otros problemas. ¿En la primera salida le digo de ir a la cama? ¿Y si se enoja? ¿La segunda, la tercera? Y después todo el quilombo que tenemos. Si lo decimos en la primera de cambio, piensan que las tomamos por rapiditas. Si lo decimos después, somos lentejas. No hay po....
-Sí, sí, ya sé. Nada les viene bien. Pero no siempre es así. A veces tener el poder está bueno, no tenés que esperar que la otra parte decida.
-Lo que digo es que compensemos. Probemos otra cosa... ¿Qué es ese ruidito?
-Mi celu.
-Atendé.
-Es un mensaje, no importa, contesto después.
-¿De quién?
-Vane.
-Ah, mirá. Ya es “Vane”. Ya acortamos el nombre, señal de que nos estamos encariñando.
-No seas pelotudo.
-No, en serio... Guille. ¿Qué te pone?
-Después lo leo.
-Dale, contás todo, y ahora te lo querés guardar. Contá. Dale.

Tanto rompe las bolas, que me decido a leer el mensaje.

-Me pone :“La pasé muy bien el otro día, repetimos?”
-Ah, mirá. ¡¡Viste!! Ella está tomando la iniciativa, y... ¡Pará! ¿Qué estás haciendo?

El alarido de Juan Pablo me asusta y levanto la vista del celu. A lo lejos, los 4 hinchas de Racing también se silencian por el grito.

-Le iba a contestar –le digo tímidamente.
-No, no. Tan rápido no. Sino va a pensar que estás pendiente de ella: Hay que llevarlo despacio, cocinarlo a fuego lento.
-¿Y qué le contesto?
-Nada.
-Pero queda muy descortés.
-Ahh, miralo al señorito. “Descortés”. Dejate de joder. Si le interesa, va a insistir.
-Pero yo quiero contestarle, che. Me gusta. A ver si después se va con otro.
-Ese pensamiento es de un tipo inseguro.
-Yo soy inseguro.
-Bueno, hasta hoy. A partir de ahora, el nuevo Guillermo nace.
-El viejo Guillermo quiere contestarle y... ¡Uh! Un mensajito...
-¿Viste? Te dije. Está muerta. ¿Qué te pone?
-“¿Cuándo vas a venir a buscar estos calzoncillos rotos y viejos que tenés?”
-Pero, no entiendo. ¿No era que tomaron un café? ¿Ya te la cogiste?
-No, pelotudo. El mensaje es de mi ex mujer.
-Ah... ¿Y qué le estás contestando?
-Que los calzoncillos no son viejos, que los agujeros que tienen sirven como ventilación, y que me deje de romper las pelotas.
-Bien ahí. Ese es el Guillermo que yo quiero.
-Este Guillermo quiere contestarle a Vanesa.
-A fuego lento, alumno. Paciencia. ¿Otro mensaje?
-Sí.
-¿Anita, tu ex?
-No, Vane de nuevo.
-Te lo dije. Te lo dije. Está muerta. Dejame ver, dejame ver.
-Pará loco, que me vas a romper el celular. Yo te leo.
-¿Qué pone?
-Me puso: “¿Qué pasa? ¿Miedo? ¿Tu casa o la mía?”.
-La tenés muerta, Guille. No pudo esperar la respuesta.
-Le contesto ya.
-No, no, tenés que esperar. Que se muera de deseo, que la duda la carcoma.
-No, yo le contesto ahora mismo.
-Y vas a parecer desesperado.
-No parezco: estoy desesperado.
-Tené paciencia... ¡Otro ruidito! ¡Otro mensaje! Ese celular está a full ¿Qué dice? ¿Qué dice?
-“Vení ya mismo”.
-Está muerta, está más desesperada que vos.
-No, pelotudo, es mi ex mujer de nuevo. A ésta sí le contesto ahora.
-Con esa hacé lo que quieras. Con la otra en cambio... ¿otro mensaje?
-Sí.
-Dame el celular.
-No, largá.

Juan Pablo me arrebata el teléfono de las manos.

-Damelo, carajo. Devolvelo –le ruego.
-No, no. No te sabés controlar. Yo te leo.
-Dame, la puta que te parió.
-Ah, con palabrotas no vamos a ningún lado. Mirá cómo te mira la gente del bar. Te leo: “Esta noche a las 21” dice.
-¡Ponele ok, buenísimo! Se me dio. A mi mujer decile que hoy no, cuando pueda voy, que no me rompa las bolas. Y dame mi equipo.

Juan Pablo contesta y me devuelve el celular, no sin antes sacarle la batería.

-¿Qué hacés?
-Me quedo con la batería. Porque te vas a tentar.
-¿Pero qué le contestaste?.
-A tu ex, lo que me dijiste. Al mensaje de esta noche a las 21, le puse que te pase a buscar por casa, y le pasé tu dirección.
-¿Que me pase a buscar ella? ¿Pero sos pelotudo? Quedo como un marmota. El hombre pasa a buscar a la mujer.
-Siglo XXI, alumno.
-Má que siglo XXI, dame la puta batería, que voy a intentar arreglar el quilombo que armaste.

Juan Pablo desiste y me da lo necesario para que el celular reviva. Los nervios no me dejan encajar bien la batería y casi arranco el chip del equipo. Finalmente puedo dominar la ansiedad y el teléfono vuelve a prenderse. Se escuchan tres ruiditos, indicadores de sendos mensajes. Leo ansioso, y no puedo evitar un mohín de decepción y angustia. También de ira y violencia extrema.

-¿Qué pasa, Guille? –pregunta preocupado Juan Pablo al notar mi cara roja.
-Tengo tres mensajes –balbuceo colérico, con voz de ultratumba.
-Sí, ya sé bolu. Escuché las campanitas. ¿Por qué me mirás así? Se te está hinchando la vena del cuello. Va a explotar.
-El primer mensaje es de mi mujer, que me pone “¿No me contestás? Tu ropa andá a buscarla ahora a la calle, cornudo”. El segundo mensaje es el más raro. Es de Tapón, que me dice que no hay problema, que pasa a las 21.00 por casa a buscarme para el partido, pero que no entiende para qué le paso la dirección, si ya sabe donde vivo, y el tercero...´
-Bueno, bueno, no te enojes, un error lo tiene cualquiera. Además ese celular que tenés es re complicado de manejar. No sé porqué no te comprás un I-Phone.
-Y el tercero, era de Vane que me manda a visitar a la puta de mi madre, al conchudo de mi viejo, y me dice que no me preocupe, que no me va a romper más las pelotas en mi puta vida.
-Je, je. Indudablemente, me equivoqué al mandar los mensajes.
-Je, je. Sí, indudablemente.
-Un error lo tiene cualquiera.
-Sí, cualquiera.
-Lo que sí, me sigue preocupando esa vena tuya hinchada, Guille. Y los ojos grandotes que estás poniendo, casi que se salen de las cuencas y... ¿y eso qué es?
-¿Esto? Ah, es un aparatito que le compré a mi mamá. Para que se defienda en caso de que alguien la ataque en la calle.
-Mirá vos. ¿Y para qué lo estás sac... AHHHHHJ, laqtepa,,hahakuahahaamkl .
-Una picana eléctrica. Chiquita. Portátil. ¡Bienvenido al siglo XXI, pelotudo!