26 feb 2010

Fase uno: Negación

Ella me quiere. Estoy seguro, no puede ser de otra manera. Lo hace a propósito para que reaccione. Debo tomarlo con calma, con mucha calma... Pero qué hijo de mil putas este Ernesto. Qué ganas de romperle el orto a patadas.

Acabo de notar que el techo de mi vieja está lleno de humedad. Claro, con el colchón en el living y los párpados abiertos hasta el ardor de ojos, mis opciones no son muchas, sólo queda el puto techo. Lo único que me hace olvidar por momentos del techo, y de Ana, es Baboso, el perro de mi viejo, que se me tira sobre la cara y le hace honor a su nombre.

Esa manchita... esa manchita del techo me hace acordar a... sí, al oso de peluche de Ana. Claro, está un poco torcido, pero sí, es el oso. Ana seguramente me daría la razón... ¿Pero qué hora es? ¡Las 3.00 AM! Mañana tengo que madrugar, carajo. ¿Cómo hago para levantarme ahora? ¿Y por qué no puedo dormir? Seguramente a Ana le pasa lo mismo. Encima llueve. Debe tener miedo. Le tiene pánico a las tormentas. Bwjajaja. Que sufra un poco, seguro que me llama al celu. O me manda algún mensaje. A ver... ehhhh... nop, nada. ¿Se habrá caído el sistema telefónico? Tal vez no me andan los mensajes. Probemos. “¿Ana, estás dormida?”, Enter, nada. Correte perro de mierda, tas lleno de pulgas che. Otro mensaje. “¿Ana, te andan los mensajitos? ¿Viste como llueve?” Me pica todo. Deben ser las pulgas de Baboso. Lo que me faltaba. ¿Qué hora es? 4.23 AM. Dios mío. No puedo dormir. Pruebo con otro mensaje. “¿Ana, tás bien? Contestame”.

Los minutos se hacen chicle, hasta que llega la romántica respuesta. “¿Podés djar de rompr las bolas??”.

Tardo en comprender el mensaje. ¿Qué habrá querido decir?. Está muerta de miedo, la lluvia la aterra. El “podés djar” no debe ser casual. El poder de dejar. Ella me dejó. ¿O fui yo? No, es una pelea. Pero usó el verbo “romper”. No hay nada roto. Lo nuestro sigue intacto. Debe ser la lluvia que la pone nerviosa. Tontita. Las 5.30 de la mañana, quizás debería hablar con Ernesto, no creo que lo que haya dicho Ana sea cierto. Se puso a la defensiva la boba. Lo que no entiendo... ¡Correte Baboso de mierda! ... Lo que no entiendo es por qué no atiende nadie en lo de Ernesto, llamé toda la noche a su casa. ¿No le andará el teléfono?

Mi viejo se levanta.

-Guillermo, levantate de una vez que con el colchón en el living no podemos desayunar. Ya son las 6, nene. Hay que laburar.

-¿Ya? ¿Ya las 6? ¿Papá, sabías que tenés una terrible mancha en el techo?

25 feb 2010

Día 0 - La separación

Han pasado 7 largos años y finalmente se toma la única decisión que la intolerancia demanda hoy en día. Ya no existe la pasión que había antes. El "osito" se fue transformando en "oso", luego en "che", "animal", hasta mutar en "pedazo de hijo de puta".

Nos miramos a los ojos y ya no somos los mismos.

No estamos viejos, ya pasamos los 30, es cierto, pero no estamos viejos. ¿No? No se trata de edad en este caso, sino de la mirada, muerta, como de tiburón. Y la piel, cuando antes se buscaba el contacto, ahora somos "pingüinos en la cama" como diría Arjona. El cambio... "abrazame osito" en... "¿podés correrte un poquito más?", "estás ocupando toda la cama", "mierda, movete que hace calor", siempre acompañado por un "dejá de roncar que mañana madrugo" o "¿y ese olor? ¿Fuiste vos de nuevo?"

Nos miramos a los ojos y ya no somos los mismos.

"La comida está servida, vida" se transformó en "Hacete unos sandwiches, hay fiambre del lunes", "yo no soy tu cocinera, también laburo", "gordo lechón, ¿otra vez querés comer?, vas a reventar" o simplemente en un "pedí pizza si querés".

Necesito una compañera y no la tengo. Necesito cariño y no lo recibo, y ni siquiera lo doy, porque no tengos ganas, no me sale. No lo merece. ¿No lo merece?. No lo sé, ya estoy confuso, tengo hambre carajo, y no de pizza, pero la situación es insostenible. Hoy volví decidido, hoy tomé la determinación de separarme. Sé que esto la va a matar, que va a aferrarse con uñas y dientes a esta relación, que no va a querer que me marche, va a llorar, a gritar, pero será un rato, y luego, al fin, la liberación. Es cuestión de armarse de valor, y ya lo tengo. Coraje. Hombría. Tendrá que soportarlo.

-Ana, necesito hablar con vos

Un silencio incómodo.
Nos miramos a los ojos y ya no somos los mismos. Lo sabemos.

-Yo también -me dice ella fríamente.

Se la ve venir, seguro. Querrá extorsionarme con el crédito de la casa y mi TV de 42 pulgadas. Pero no, nada de soluciones mágicas, nada de probar con la puta terapia de pareja que no sirvió para una mierda. Nada de nada. Mirarla fijo y decirle que no la amo. Que me quiero ir. Que no acepto ya un minuto de esta relación.

-Ana, quiero que sepas que te quiero. Que no deseo hacerte mal ni nada. Pero bueno, hoy venía del laburo pensando, y mientras escuchaba la radio sale justo ese tema de Phil Collins, ¿te acordás?, ese con el que entramos en nuestro casamiento, y bueno, este..., en fin, me puse a pensar mucho en nuestra vida y...

-Guillermo, cortala. Estoy cogiendo con Ernesto. Quiero que nos separemos.