26 may 2010

Un poco de Consuelo

-La verdad es que nunca me pasó algo igual. La química, el... no sé cómo expresarlo... el... no, la ... la afinidad, la armonía y yo que sé, mucho más. El diálogo, sí, el diálogo: me encanta charlar con vos, porque siempre tenés respuesta para todo, y sos original, no esas contestaciones pelotudas que te dan sólo para zafar, o para aparentar que se sabe del tema. No, eso no. Tus respuestas son “las respuestas”. Con humor, ironía, algo de feminismo ... pero sobre todo con tu humor. Me encanta la forma especial que tenés de decir las cosas, de escucharme, de cantar lo justo, lo que necesito, nada más y nada menos. ¿Vos sentís lo mismo?

Consuelo me mira, apenas abre los ojos que tenía cerrados y simplemente expresa:

-Callate y seguí cogiendo.

Conocí a Consuelo hace poco, en la fiesta de el Tarta. Disfrazada de banana me cautivó, no por su color amarillo, sino por su gran personalidad. La veo ahora, gozando bajo mi cuerpo, gimiendo, tan feliz, tan sublime... y pienso que fui afortunado en conocerla.

-Ufff, eso fue... Grandioso –exhalo a la vez que salgo de arriba de Consuelo y me desplomo a su lado.
-¿Ya está? –pregunta ella.

De por sí, esa frase ya dice mucho. El “¿ya está?” denota que mi trabajo no fue muy bien hecho que digamos, y que en su ser quedó sabor a poco.

-No tengo tanto aguante, che.
-¿Tanto aguante? ¿Me estás jodiendo? Si estamos cogiendo hace diez minutos nomás.
-Bueno, entendeme. Me falta práctica. Desde mi separación mi única experiencia fue con un travesti. ¡Pero un hermoso travesti, eh! Un episodio de confusión que a cualquiera le pudo haber pasado.
-Está bien, Guille. No te quiero poner mal. ¿Cuánto hay que esperar para una segunda vuelta?

“¿Segunda Vuelta?” pienso. Si apenas pude mover el culo para acostarme a su lado. ¿Estará en pedo, ésta?

-No, vida –le digo mientras enciendo un cigarrillo- Nada de segunda vuelta. ¿Qué te parece si pido una pizza, unas birras y vemos una peli?

No le doy tiempo a protestar y pido una grande de muzza. Y un heladito para que la golosa se ponga contenta. Entre la espera e ir a buscar el pedido, logro enfriar un poco el ambiente.

-Te pedí de chocolate blanco y dulce de leche granizado, como te gusta... ¿Qué estás viendo?
-Una peli, pero la apago, sentate al lado mío y charlamos.

Me hace señas con la manito en la cama indicando el lugar, y me siento no sin antes depositar sobre la almohada la pizza. Corto sendas porciones y me animo a preguntarle:

-¿Cómo la pasaste? Estuve fenómeno ¿no?
-Ehhh, bueno. Habría que definir “fenómeno”. Pero sirvió para descontracturarnos un poco.
-Pero tenías razón, Consuelo. Está bueno esto de amigos con privilegios.
-Sí, sobre eso... Tampoco es que vayamos a hacerlo seguido. Hoy realmente necesitaba una buena encamada.
-¿Y ahora cómo te sentís?
-Todavía la sigo necesitando.

Me trago una aceituna grandota que se me atora en la garganta.

-Agusaaaaaa –le digo a Consuelo con el poco aire que me queda.
-¿Qué aguse a quién? ¿Qué es “agusar”? ¿Estás bien, Guille? Estás todo rojo.
-Meee a aa a o gggggggg...
-¿Qué?
-Me ahogo, boluda. Traeme la cerveza –puedo finalmente expresarme bien.

La birra helada me saca del aprieto y al recuperar el aire puedo protestar formalmente.

-¿Qué pasa? ¿No la tengo grande?
-Ah, Guille. Te hablo con confianza, porque fuimos claros al decir que íbamos a ser amigos, ya sabemos que no hay atracción entre nosotros.
-No me contestaste la pregunta.
-No todo se trata del tamaño.
-Seguís sin contestarme.
-Bueno, está bien, está bien, si tanto rompés las pelotas: No, no la tenés grande.
-¿Y ahora me lo decís?
-¿Y cuándo querés que te lo diga? Si recién la vi hoy.
-Bueno, pero podías mentirme.
-Ya te dije que no me gusta mentir.
-Una mentirita piadosa, che.
-Uh, ¿qué tanto lío? La tenés chiquita, ¿y?
-Ah, no, pará. Una cosa es que no la tenga grande, lo entiendo. Pero... ¿Ahora la tengo chiquita?
-Te tomás todo a pecho. No dije eso.
-Sí dijiste eso. Bien clarito: “chiquita” dijiste.
-Lo importante no es el tamaño sino su uso.
-Ah, bueno, un alivio. ¿Eso es verdad?
-El mejor sexo que tuve en mi vida, Guille, fue con un tipo que tenía el pene como un recién nacido.
-¿Tan chiquito?
-Noo, de un recién nacido porque la chota le pesaba como 2 kilos y medio. JAJAJAJAJA.
-¡Qué forra! ¡Reíte de mí, dale! Pero decime la posta: ¿Es importante o no es importante?
-Y, es cuestión de cada mina. A mí me importa, no te voy a engañar. Tampoco quiero la trompa de un elefante, pero bueno... algo digno como mínimo. Igual, tampoco queda todo en el tamaño. Los besos en el cuello son fundamentales. Las caricias. ¡Y que después no se tiren a comer pizza!

Aprovecho y me río de la situación.

-Es lo bueno de ser amigos, ¿no? Cero romanticismo.
-Nada que reprochar, sólo comentaba. Para que después sepas qué hacer cuando estés con una mina que te interese.
-¿Y a vos no te jode esto? Digo, porque las minas son mucho más sensibles, y toman el sexo de una manera especial. ¿No te vas a confundir?
-Fábulas, patrañas. A nosotras nos gusta coger tanto como a ustedes, lo que pasa es que no todas te lo van a decir abiertamente. Si cogemos con todos somos putas, si no cogemos somos frígidas, si lo hacemos con pocos, somos selectivas, o agrandadas.
Y para ser más clara ...

Consuelo saca un papel de su cartera.

-Fijate, te leo esto que bajé de internet y está bueno:

* Si estamos con muchos somos gatas, con nadie monjas.
* Si somos simpáticas somos solo amigas, sino ortivas.
* Si hablamos mucho somos insoportables, si hablamos poco aburridas.
* Si decimos que "sí" somos fáciles, si decimos que "no" somos histéricas.
* Si nos gustan los mayores somos cualquiera, si nos gustan menores somos roba cunas.
* Si histeriqueamos no les gusta, si somos sólo amigas quieren que les histeriqueemos.
* Si jugamos al fútbol somos machonas, si no jugamos somos aburridas.
* Si nos vestimos de marca somos caretas, sino somos villeras.
* Si estamos con el primero de paso (feo o lindo) somos cualquiera, si estamos sólo con lindos somos forras, si estamos con feos somos asquerosas.
* Si nos gusta divertirnos somos trolas.
* Y si damos vueltas no valemos la pena..
* Si les decimos que no estén con muchas chicas somos celosas, si no les decimos nada, no les damos bola.
* Si bailamos sensual, somos calienta pija, si no lo hacemos, quieren que les bailemos.
* Si no tomamos somos amargas, si tomamos somos borrachas.
* Si vamos al gimnasio somos obsesivas, si no vamos somos gordas.
* Si nos vestimos sexy somos provocativas, si nos vestimos comunachas, quieren más erotismo.
* Si no es por que somos flacas es por que somos gordas.
* Si no es por que no tenemos culo es por que no tenemos tetas.

-Al fin al cabo... ¿Qué carajo quieren?
-Ah, yo soy simple -le contesto tratando de aplacarla un poco- Un buen par de tetas me basta. Y si no tenés tetas, no existís. Después, si viene acompañada de un buen cerebro mucho mejor. Aunque ahí ya se complica un poco más.
-Machista.
-Feminista.
-Andá, por lo menos reconocelo. Todos tus chistes son iguales, tirando mierda para las mujeres.
-¿Los tuyos no? –ya me está irritando.
-¿Cuál por ejemplo?
-El de los delfines... ¿Cómo era?
-Ah, pero ese es buenísimo. Los hombres son como los delfines, se dice que son inteligentes, pero nunca se comprobó.
-Ja, mirá como me río. ¿Vos sabés cómo se puede hacer feliz a la mujer un domingo?
-Me imagino... la llevás al shopping.
-No, le cuento un chiste el martes.
-¿Y vos sabés en qué se parece un hombre a un mouse de la computadora? En que sólo sirve cuando lo apretás y lo arrastrás.
-¿Y vos sabés cuándo tarda una mujer en llegar al orgasmo?... ¡A quién le importa!
-¿Y eso es un chiste, o una realidad? Porque recién lo demostraste.
-Bueno, che, estábamos jodiendo. No te calentés.
-Jodiendo no. Cogiendo estábamos. Y la verdad que no me caliento, todavía sigo caliente. Y la pizza ya se está enfriando. Imaginate mi temperatura.
-Ya te expliqué. Estoy cansado y me duele la cabeza ahora.
-Bueno, puedo ayudarte un poco. Una caricia por acá, otra por allá.

La mano de Consuelo empieza a acariciar el jean que tuve que ponerme para ir a buscar la pizza.

-No, Consuelo. No jodás, en serio.

No me da bola, la bragueta se abre y su mano serpentea por allí.

-Mirá, ya se está levantando, de a poquito quiere. Más mimitos, ¿sí? Con la lenguita, así ... así... te gusta, ¿no?

Bueno, un tema con Consuelo que me advirtió. Es una insaciable de sexo. Y no lo oculta tampoco en las actitudes.

-Ahí quiere... ahí quiere... haceme sentir una verdadera mujer Guille, ¡Haceme sentir mujer ya mismo!

Y ante el reclamo, vuelvo a sacarme el pantalón, la remera, el calzoncillo, las medias, y le digo:

-¡Listo, tomá toda mi ropa y andá a plancharla!


El mordisco en las pelotas me da a entender que el chiste no le divierte y la porción de pizza en mi cara me termina por convencer de esa conclusión.
Sin darme tiempo a vestirme, me echa a la calle semidesnudo (al menos tiene el noble gesto de darme hielo para las bolas) y así, sentado en la vereda, llego a la inevitable conclusión: voy a tener que disculparme mucho pero mucho, para tener otro poco de consuelo.

16 may 2010

Interpretación de sueños: Freud, Hitler, pitines y Anitas

El Dr. Vladimir van Uto achina lo ojos. Para no ser menos, yo también los achino y entramos en ese tipo de competiciones que se disputan en silencio, sólo con imitaciones.
Inclina la cabeza levemente hacia la izquierda, y lo copio. Luego a la derecha. Vuelve a achinar lo ojos. Calco cada uno de sus gestos y sonidos.
Sé que ésto es un experimento de algún tipo, midiendo mis fuerzas, evaluando hasta dónde soy capaz de llegar. Así que me predispongo a no fallar.
Extiende el dedo índice. Lo extiendo también y juntos lo metemos en la nariz (cada uno en la suya). Vuelta para un lado, vuelta para el otro. Sale un lindo moquito. El doctor mira fijo al producto de su excavación. Duda por unos minutos, pero finalmente se lo come. Y lo mastica con placer.
No bajo los brazos, a pesar que el mío es mucho más verde y asqueroso, imito la acción y lo engullo sin pensar.
Van Uto se pasa la mano extendida por su axila y luego se la chupa (la mano). Cumplo también ese desafío.
Se tira un pedo. Duplico en ruido y en olor ese examen.
Se encuentra acorralado. Jamás pensó que llegaría a tales extremos. Veo cómo su calva empieza a transpirar. Se siente vencido.
Saca un cigarrillo, lo prende y cuando estoy abriendo mi paquete de Malboro, me dice:

-Ya lo sabe: está prohibido fumar aquí.

Y así es como el hijo de mil putas gana la competición. Aliviado, se relaja, cruza sus piernas y sonríe. Otra vez achina los ojos, pero esta vez no lo sigo en la intención, sólo me rajo un gas silencioso para castigarlo por la trampa del faso. Su cara trasmuta, se pone amarillo y se ve obligado a levantarse para abrir la ventana. El aire fresco que entra, alivia y recambia la atmósfera, y finalmente podemos respirar.

-Discupe –le digo- debe haber sido el locro que almorcé.

El doctor recupera el color de su rostro, se vuelve a sentar y mientras continúa fanfarroneando con su cigarrillo en la mano, me espeta:

-Guillermo, ¿cómo lo trató esta semana?
-¿Cómo me trató quién?
-Es una expresión. No me refería a nadie en particular. La pregunta es, ¿qué problemas tuvo esta semana?
-Si la pregunta era esa, ¿por qué no pregunta eso?

La verdad es que a veces pienso que este tipo es medio pelotudo.

-Fue una semana como cualquier otra doctor. Una mierda realmente. Los problemas siguen, y parecen aumentar. A propósito, ¿qué le pasó en la cara, en lo brazos... en todo el cuerpo?
-Guillermo, no debe usted olvidar que fui a la fiesta de disfraces de su amigo.
-¿Y?
-¡¡¿¿Y??!! ¿No recuerda que la mascota de su amiguito, un cocodrilo (y permítame que lo repita, porque me parece increíble: ¡un cocodrilo!) casi me asesina?
-¡Cierto! Lo había olvidado por completo. Con el quilombo que se armó en la fiesta, con el chino, la cana, los chorros y todo eso me olvidé por completo. Pero tiene enyesada la pierna, y lo último que recuerdo era que Juancho, el coco de el Tarta, estaba tratando de comerse su brazo, a la pierna ni llegó.
-Usted debe recordar seguramente mi disfraz.
-Sí, se disfrazó de Hitler, imposible olvidarlo. ¿Un tanto llamativo ese disfraz para un psicólogo no?
-Más allá del disfraz, Guillermo, esa fiesta terminó con varios lastimados de gravedad. La ambulancia que me tocó a mí me llevó al Hospital más cercano por la profundidad de las heridas. Bueno, en ese hospital justamente, sufrí la fractura de mi pierna al caerme de la camilla. Casi me amputan el brazo equivocado. Y los antibióticos que me dieron son los que provocaron esta urticaria que ve en mi cara.
-¡Qué bárbaros!
-Sí, pero no puede culparlos.
-¿A qué hospital lo derivaron Doctor?
-Me llevaron al Hospital Israelita... Imagínese... Disfrazado de Hitler, es un milagro que haya salido vivo. Igual no vino para hablar de mí. ¿Cómo lo trató esta semana?
-¿Cómo me trató quién?
-No volvamos a lo mismo, Guillermo.
-Tuve un sueño.
-Bueno, si está cansado podemos terminar la sesión ahora.
-“Tuve un sueño”, le dije. No que tengo sueño.
-Disculpe Guillermo. Le entendí mal. Es que en el hospital me pusieron unas gotitas en el oído, pero resultó que era pegamento, y apenas oigo ahora. Cuénteme de su sueño.

Me acomodo en el sillón.

-Bueno, soñé que vivía en una ciudad, llamada “Solterolandia”. Era de día, un día de la puta madre. La ciudad tenía un cartel luminoso que daba la bienvenida, y un contador automático. Yo entraba con mi auto (una Ferrari roja. Con toques en dorado) y el contador mostraba: mujeres 123.257 - hombres 1. Bajaba del auto, y ¿cómo explicarle? Era yo, pero no era yo. Mi cuerpo era el de un gladiador, tenía las abdominales de los actores de la peli “300”, lleno de rayitas. Algunas mujeres se abalanzaban sobre mí para poder tocarme, otras querían más, me besaban. Las más degeneradas ya me estaban sacando el pantalón y succionando por allí. ¿Entiende no?
-Ajá.
-Al costado estaba mi Anita, encadenada, con los párpados sujetos con un aparatito que le obligaba a mantener los ojos abiertos. Y gritaba “es mío, déjenlo en paz”.
-Ajá.
-Entre todas las mujeres, estaba Silvia, esta chica del trabajo que me gusta. Y era ella quien se había encariñado con mi pitín...
-¿Pitín?
-Sí, pitín. Pito. Pene.
-¿Pero tenía que llamarlo pitín?
-Bueno, me estaba chupando la chota. ¿Mejor así?
-Ajá.
-Y era un alivio doble. Por un lado tenía a esta diosa a mis pies, miles de mujeres sujetándome y deseándome, y además, mi Anita arrepentida de haberme dejado. Y Silvia no paraba de chupar y chupar. Era como una aspiradora. Y ponía marcha adelante y marcha atrás.
-Ajá.
-La cosa es que me desperté, y el que estaba sorbiendo como loco a mi pit... a mi chota era Baboso, el perro de mis viejos.
-Ajá. Y Dígame. ¿Qué raza es el perro de sus padres?
-¿Raza? ¿Es necesario ese dato?
-Mire, antes de reírme me gusta formar una imagen mental correcta del tema.
-Es un bulldog.
-Ajá. Mire Guillermo, por lo pronto, ¿usted sabe qué decía Freud de los sueños?
-No, ni idea, no lo conozco.
-Murió.
-Lo lamento mucho, no lo sabía.
-Murió en 1939.
-¿Y recién ahora se entera?
-No, bruto. Freud es el padre del Psicoanálisis, y decía que los sueños representan la realización de un deseo. Nuestras emociones enterradas en nuestro subconsciente suben a la superficie conciente mientras soñamos.
-¿Con subir se refiere a la eyaculación?
-No, no. Por Dios, trate de concentrarse. No estoy hablando de polvos.
-Entonces me confunde con un puto.
-Con un... ¿Eh? ¿Qué dice?
-Usted fue el que dijo que la tenía enterrada.
-“Emociones enterradas” dije. “Emociones”. ¿Cómo puede confundir “emociones” con “pitines”?
-¿Pitines?
-¡¡¡Con CHOTAS!!! Yo estoy hablando de sentimientos, y usted sigue hablando de sexo.
-Tampoco tiene que enojarse. Es este sillón el culpable. Es demasiado cómodo, orgásmico le diría.
-Mi sillón no tiene nada que ver, Guillermo. El enfermo es usted.
-¿Y se supone que eso tiene que ayudarme?
-La verdad es la verdad.
-Puta que se vino filósofo hoy.
-La cuestión aquí, más allá de la obvia interpretación de su sueño, es cómo usted sigue refiriéndose a su ex mujer: “Mi Anita”.
-¿”Su” Anita? ¿Cómo su Anita? Es “mi” Anita.
-Es a lo que me refería, Guillermo. Su Anita.
-Pero dijo “mi Anita”, y no es suya, es mía.
-No, Guillermo. No es mía. Y tampoco es suya.
-Pero dijo “mi Anita”.
-Dije “mi Anita” repitiendo lo que usted dijo.
-¿Vió? Ahí lo dijo de nuevo. “Mi Anita”.
-Me refiero a “su” Anita.
-Pero dijo “mi” Anita.
-Mire, tiene razón. Dije “mi Anita”. Sí, lo dije. ¿Y? Mi anita, tu anita, susanita, nosotros anitamos, vosotros anitaís, ellos anitan. Mi anita, mi anita, mi anita. Lo digo un montón de veces. Me la re-ban-co. Y sí, me garcho a su mujer, por eso le digo “mi anita” y la llevo a la camita, a la mañananita, a la nochecita, le hago la colita y todo lo que se le ocurra terminado con ita. ¿Y después sabe qué hago? Después de garcharme a su mujer, voy a buscar a sus amigas, y las mato. Las asesino. ¿Y después? A sus amigos, al tarado ese de el Tarta, a ese Juan Pablo, a todos, incluyéndolo a Ud. Los meto en un cuartito bien cerrado, y le obligo a todos a tirarse pedos como ese nauseabundo que se rajó apenas entró, así todos se ahogan y se mueren lentamente. Y así yo me quedo tranquilo con “mi” Anita.

Van Uto termina de escupir ira. Respira aire puro de la ventana y me dice:

-Listo. Disculpe. Usted me saca. ¿Ya está? ¿Se queda tranquilo con eso de “mi” Anita.
-Yo estoy retranquilo. El nervioso es usted. De hecho, ahora ya entiendo por qué eligió el disfraz de Hitler para la fiesta. Ta un poco loquito, ¿no?

11 may 2010

La fiesta inolvidable

Sabíamos que el Tarta jamás podría salir de su eterna condición de soltero o al menos, no podría lograrlo sólo por su cuenta. Con lo cual llegó el momento de la intervención de los amigos, ergo: nosotros.

-Tenemos que armar una orgí... Fiesta... ¡Una fiesta! -había expresado Juan Pablo convencido de haber encontrado la solución mágica.
-¿No es mejor que le organicemos una cita? -preguntó Ernesto, que se integraba nuevamente al grupo
-No está capacitado -confirmó Tapón- Hay que lograr el clima, generarle la oportunidad y...
-¿Si le pagamos una puta? -indagué pero mi propuesta fue rechazada.
-¿En dónde? -preguntó Miguel.
-En un puterío, estúpido.
-¿En dónde la fiesta?, tarado.
-¿Y a quién invitamo? - consultó Daniel, el uruguayo.
-Cada uno que lleve a quien quiera, preferentemente minas, esposas, amigas solteronas de las esposas, amigas de las amigas. ¡A quién sea! -expresó Juan Pablo.
-¿En dónde? -volvió a la carga Miguel
-Y será una fiesta de disfraces, podemos poner incluso algún afiche por el barrio, que traigan bebidas, comida como entrada y ¡listo! -concluyó su idea Juanpa.
-¿En dóndeeee? -se exaltó Miguel.
-¿Dónde?... -repreguntó Tapón- ¿Dónde va a ser? El único lugar posible, con espacio y bastante vacío... El viejo caserón del Tarta... ¿Dónde sino?

Convencerlo al Tarta fue sencillo. El sólo mencionar la presencia de féminas en su residencia fue más que suficiente. Con lo cual, sábado bien temprano, Juan Pablo y yo caímos cerca de las 17.00 hs para ver cómo marchaban los preparativos.

-Mu mu mu -arrancó el Tarta mientras nos abría la puerta.
-Ahí va la vaca nuevamente -acoto.
-Mu mu mumu muchachos, los es pepe pepe raba -termina El Tarta -Tete te tengo mama mamas cota nueva.
-No nos interesa –lo callo y entramos a la casa. Ahí es cuando notamos que nuestro amigo se había dedicado a dejarla impoluta, brillante, y sobre todo, encerada, al menos eso descubrió Juan Pablo luego de patinar velozmente y estrellarse contra el sillón del living.

-¿Te te te caís te?
-No -responde Juanpa todo magullado y destartalado desde el piso- estoy revisando la estructura del suelo, la composición y el material en cuestión, además de estudiar desde esta posición la ubicación estratégica del sillón en relación con el feng shui... ¡Claro que me caí pedazo de pelotudo!
-Al menos no te saludó diciendo “buona sera” –intento hacerme el chistoso pero no logro descubrir por qué Juan Pablo no se ríe.
-“Oh qué será, qué será... Que andan suspirando por las alcobas
Que andan, susurrando en versos y trovas” -canto la canción de Milton Nascimento para romper el clima... pero el único roto en cuestión seguía en el piso.
-Bueno, como sea -se reincorpora Juan Pablo- Veo que ya pusiste todo en condiciones.
-¿Música ? -pregunto interrumpiendo.
-Li li listo.
-¿Luces psicodélicas?
-Li li listo.
-¿Piñata?
-Lle lle llena de pre pre ser va va ti vos.
-¿Patio con pocas luces? ¿Velas?
-Sí y coco coco....
-¿Comida?
-Coco coco...
-Tocan el timbre. Deben ser los muchachos que venían a darnos una mano. Y ellos traen comida –tranquiliza Juan Pablo mientras el Tarta se traba en el "coco coco".

La tarde pasa rápidamente, y para la medianoche la fiesta se encuentra a pleno. La casa de el Tarta está atiborrada de personajes extraños. Hay una banana gigante que se pasea. Un burro. Un angelito y algunas diablitas. Poca ropa en muchas chichis, lo cual hace subir la temperatura del lugar. Vinieron todos. Algunas esposas, amigas, amigas de amigas, amigos, desconocidos... ¡De todo un poco! Gatúbela está que arde. Y la que está de conejita... ¡Ay Dios! Yo opté por el disfraz de El Zorro, aunque en vez de espada llevo un atizador de parrilla. Ernesto se disfrazó de bailarina clásica. Anita, mi ex, de Minnie (para hacerse los ratones está). Tapón se puso en cueros, se pintó de verde y es... El Increíble Hulk. El Tarta se disfrazó de Winny Pooh. Miguel se disfrazó de hincha de Boca, cosa que no es un disfraz, porque ya bastante enfermito es con el tema. Juan Pablo se convirtió en –y como no podía ser de otra manera- un pene gigante con ojos (sin preservativo y sin prepusio). Y Daniel... Daniel de...

-¿Cuál es tu disfraz, uruguayo?
-Soy Del Potro.
-¡Ah... bueno!
-¿No ves? Tengo una vincha, y una muñequera, y un pantaloncito.
-¿Y la Raqueta?
-Vo no tené imaginación, Guille. ¡Ponele ganás, nene!

Daniel, entonces, se disfrazó de Del Potro. Vinieron también de mi laburo, Esteban, disfrazado de Dark Vader. Y Silvia de... Mamita... una mujer policía, esposas, pollera corta, uniforme bien ajustadito... Ay... Ay... Dios mío, Dios mío.
En este pandemónium de disfraces, hay también un Barney (cuando pasó al lado mío le pisé la cola, lo odio), un dado gigante, un Superman, muchos antifaces, mucho cotillón, anteojos gigantes, narices, uno realmente terrorífico con la máscara de Jasón (Viernes o Martes 13) y otro bastante simplón de Charles Chaplín.

El Pene gigante se me acerca y me dice:

-Mepa que Gatúbela está conmigo.
-¿La viste a Silvia? –le digo.
-Olvidate pajero, no te va a dar bola. Eso sí, está muy fuerte, tenías razón.
-¡Negro! –me grita desde la otra punta Tapón. No sé cómo lo escucho y lo ubico entre tanto despiole de música, luces y oscuridad.
-¿Qué pasa, Hulk?
-Te presento a Consuelo. Consuelo es amiga de Inés.

Inés es la esposa de Tapón.

-¿Dónde está? –le pregunto.
-Es esta banana que tengo al lado –señala.
-Hola plátano –le digo.
-Hola, un gusto –me dice.
-¿Sos un fruto o una verdura?
-Fruto. Pero fui rociada por unos químicos que me hicieron así de gigante.

Me reí por la ocurrencia. Juan Pablo me grita de fondo

-Che, al fin te veo con una banana parada –y se acerca al DJ y empieza a sonar una ridícula canción “I am Banana” a la par que se empieza a mover como un verdadero tarado. Y otros tarados lo siguen, lo que hace la escena bastante bizarra.



-¿Quién es ese pene? –me pregunta Consuelo.
-¿Por? –le pregunto.
-La cabeza me suena familiar de algún lado –replica Consuelo y vuelve a sacarme una sonrisa.
-Vamos al patio, así charlamos un poco –le susurro y escapamos de ese barullo no sin antes poder patear nuevamente a Barney en el camino.

En el patio del Tarta la iluminación hace su efecto. Luces de vela distribuidas estratégicamente, un farol con una lamparita de bajo consumo rodeada de moscas, mosquitos y otros bichos desconocidos. Falta una fuente de agua, una cascadita y voilá: el lugar ideal para apretar. De hecho ya hay varias parejas que lo están haciendo alrededor de la pileta.
Una disfrazada de mucamita está apretando con otro disfrazado de chino. Nos sentamos cerca de ellos e interrumpimos su romance.

-Disculpá, la banana necesitaba aire –le digo a la mucamita.
-No pasa nada –me contesta el chino que tiene un disfraz fabuloso y me da el pie.
-Menos mal que te interrumpimos, porque la estabas matando. No terminabas más... ¿sabés cómo te dicen? ¡¡Chin fin!!

Me río solo y sigo con una seguidilla:

-Aunque sos medio bajito. Entonces te podrían llamar: “Cachi ná”. Por cierto, ¿te lavaste el pelo? Está bastante sucio: “Chin Chan Pú”.
No me digas, ¿Lo que más te gusta del asado? “Chin Chu Lín”. Tu película preferida... Titanic!
-Pará –me interrumpe Consuelo- Ese no lo entiendo.
-Titanic en chino: “Atocalfondo”. Si te hacías encima cuando eras chiquito, la llamabas a tu mamá y le decía: “Kita Kakita”. ¿Y si tenías diarrea? “Kagasagua”. ¿Y si te tiraste flor de pedo? “Tukulito Sacayama”. Y a tu noviecita, ¿sabés cómo le dicen? “Sinoshiro Nocomo”... y si...

-Che Chino, vení que pusieron reaggeton –se asoma El Hombre Araña y grita desde la otra punta justo cuando la música sube su volumen.

Me quedo desconcertado y una duda (miedo en realidad) me entra de golpe.

-Uh, flaco. Lo de Chino es por el disfraz o...
-Soy Chino –me dice.
-Uh –dice Consuelo.
-Uh –repito yo.
-Todo bien, Zorro –me dice - Buena onda la tuya. Y originales los chistes, no te preocupes.

Y se va con su novia pa'dentro de la casa.

-Che, Chino ¿Me apagás la luz esa que atrae a los bichos? –le grito tratando de aprovechar que pasa cerca del farol y así usufructuar las penumbras para apretarme a la banana.
-Listo –me dice cuando afloja la lamparita.
-Gracias “Yokito Fokito” -pero sólo pronunciar el nuevo chiste y el chino ya no tolera la gastada y se me tira encima y me empieza a acogotar.
-Cuidado con la banana –grita la mucamita.
-¡¡¡Salgan todos, están ahorcando a El Zorro!!! –grita uno de los invitados.
-Este es un trabajo para Superman –grita Clark Kent.
-El Zorro es mi amigo –espeta Hulk, que entra en el revuelo y le tira una trompada a Barney quien impide su paso. Barney no se queda atrás e intenta defenderse pero la liga Del Potro quien a su vez, le pega a Woody Allen, y se produce una riña grotesca, con distintos personajes y parejas salidas del mundo de la fantasía, donde Gatúbela se enreda con La Mujer Maravilla, el Pene con ojos logra atrapar a una rosquilla gigante (cualquier conclusión de esta imagen corre a cargo del lector), Robin aprovecha y le da un beso a Batman, el hincha de Boca se pelea con un peruano, sólo porque su camiseta es igual a la de River, Dark Vader es desnudado sin piedad, Cleopatra es sujetada por dos ladrones quienes aprovechan y rompen la piñata. Vuelan los preservativos por todo el patio. Algunos se enganchan en una orgía sin fin. Veo a mi ex teniendo relaciones con una bailarina (que es mi amigo), y a Winnie Pooh tratando de sujetar a un cocodrilo que sale de la pileta. Qué buen disfraz pienso, mientras el Chino me hunde su puño en el esternón y me saca todo el aire. Logro defenderme con el atizador, y le rompo el pantalón de un solo movimiento. Le grito “Chin Calchón” y el tipo engrana más. Distingo a los ladrones discutiendo con Homero Simpson. “Dame todo lo que tengas”, llego a escuchar. “No jodan” le contesta Homero, pero los tipos le responden que no están disfrazados, y que son ladrones en serio. Así que advierto como empiezan a desvalijar a varios de los invitados mientras un Teletubbie intenta violar a Caperucita Roja. Winniy Pooh (el Tarta) enloquece con el “coco” “coco” mientras sujeta al disfrazado de cocodrilo que abre su boca y muestra una interesante hilera de dientes.

-Me parece que no es un disfrazado –me dice Hitler al lado mío. Me resulta conocido.
-¿Es usted Dr? –pregunto.
-Sí, soy yo. Vladimir van Uto.
-Putoooooo –grita Indiana Jones.
-¿Qué hace usted es esta fiesta? –indago.

Pero no llega a contestarme porque el cocodrilo que estaba sujeto por una cadena, logra escaparse y se abalanza sobre Hitler, o sea mi psicólogo. Veo a Superman salir volando (metafóricamente, claro, aunque por la velocidad le falta poco para remontar vuelo realmente). Tarzán tampoco ayuda mucho. Y Chita está trepada a un árbol del patio.
El Pene empieza a discutir en medio de todo el quilombo con Winny Pooh
-¿Esa es tu mascota, tarado? ¿Un COCODRILO? ¡Avisá animal! Nos pudo haber matado.
-Un coco un coco coco, no me de ja ja ja ja ron te te ter minar.
-¿Alguien puede sacarme a este chino de encima?

Es cuando ingresan dos policías con un: “arriba las manos”. Todos obedecemos, menos el cocodrilo y Freddy Krugger que los confunde con disfrazados y los ataca con un puntapié directo a los testículos del primer oficial que ingresa al patio y una golpe al mentón del segundo. “Mis huevos”, dice uno. “Mi pera”, el otro. La banana no es...pera y sale corriendo. Chita sigue trepada. “El coco, el coco” aúlla Winny Pooh mientras el lagarto Juancho se pierde en la oscuridad. Los ladrones aprovechan la confusión y huyen con un cuantioso botín que incluye dinero, preservativos y la cabeza de Darh Vader.

-¡¡¡Basta!!! –grita un sargento que ingresa rodeado de cuatro efectivos policiales y dos bomberos- ¿Qué pasa acá? ¿Alguien me va a explicar quién empezó todo esto?
Gandhi señala al chino: “fue él” –apunta su dedo acusador.

El sargento se acerca y lo mira amenazante.

-Así que fue usted el qué armó semejante desbande? ¿Cuál es su nombre, señor?
Y desde el piso contesto yo:

-¿Su nombre? Seguro se llama: “Kachi Meache china”.