15 nov 2015

La ley del dibujito animado y el chaleco salvavidas



Mi soltería interminable parecía que había llegado a su fin cuando conocí a Maggie. Realmente me gustaba.  Mucho. Pero... En fin, cuando Juan Pablo se enteró que estaba "noviando" (o algo así) desde hace casi un mes, me escribió al what app rogando para que le contara todo.

Juan Pablo: ¿Tas de novio? Me voy de vacaciones un tiempito, y hacés boludeces.
Guillermo: ¿Un tiempito? Te fuiste casi un mes, hijo de puta.
Juan Pablo: ¡¡Y no sabés el bronceado que me traje, papi!! Pero contá, contá.
Guillermo: Ya no estoy de novio. Corté.
Juan Pablo: En el bar, en una hora ahí y contás todo.
Guillermo: Dale, le digo a mamá que me planche una camisa, y nos vemos.


Mamá se queja como siempre, pero me plancha finalmente la ropa. Papá, antes de salir, me vuelve a recordar que empiece a buscar un lugar para mudarme.

Llego al bar y ya Juan Pablo casi ni me deja sentarme.

-Contá, contá
-Bueno, la cosa es que…
-¿Y ya te peleaste? ¿Era necesario? Ni conocerla pude.
-Bueno, lo que pasó es que…
-Seguro te metió los cuernos con otro.
-No, no, fue por…
-O con una mina, seguro, si están todas re lesbianas ahora, después se quejan de que no hay hombres.
- No, no, fue por…
-O asexuada, seguro que era asexuada. O está asexuada, o es reputa, van de un extremo al otro.
-Que no, es que…
-Te digo que es así, ya no quedan minas como mi mamá.
-Chaleco salvavidas.
-… porque mi vieja… una genia. Antes las minas eran mujeres con mayúscula, se hacían respetar, te cuidaban, no se mostraban en bolas o poses sugerentes y… y… ¿qué dijiste?
-Chaleco salvavidas.
-¿EH?
-Eso, chaleco salvavidas. Me peleé con ella porque no tenía chaleco salvavidas.
-¿Eh? Pero contá bien, che.
-Eso quiero, desgraciado, pero no dejás de hablar pelotudeces desde que llegué. Si querés que te cuente, callate un poco.
-Bueno, bueno, dale arrancá desde el principio.
-Conocí a Maggie en una fiesta, la ví y me dejó tarado inmediatamente.
-Primero, en todo caso, te habrá dejado “más tarado”, porque esa condición ya la tenías bastante controlada. Y segundo… “¿Maggie?”¿En serio se llama así?
-¿Qué tiene de malo?
-Me voy de vacas y ya arrancás con las cagadas. Es obvio. El nombre es una llamada de atención im-por-tan-tí-si-ma. Voy a sumarlo a mis leyes de ahora en más.
-Repito: ¿Qué tiene de malo?
-Tiene el nombre de una Simpson. ¿Entendés? ¡¡¡De una Simpson!!! No salgas con mujeres que tengan nombres de dibujitos animados.
-Pero…
-Pero nada. No salgas con una Daisy, no salgas con una Alicia, con una Betty, etc etc.
-Vos saliste con una Vilma.
-¿Qué dibujito hay de una Vilma?
-Vilma, Vilma Picapiedra.
-Uh, tenés razón, pero tenía unas tetas enoooormes. No aplica aquí la ley. Pechos grandes anula la ley del dibujito.
-Ya empezás con tus leyes de mierda.
-Vos tenés que hacerme caso y te va a ir como a mí.
-Hace años que te hago caso, y me va para el orto.
-Te falta aprender, papi, escuchá al maestro y aprendé. Bueno, ¿vas a contarme o no?
-¿Y qué carajo estoy intentando hacer desde que llegué?
-¡Haya paz! Calma, calma. Dale, seguí
-Bueno, después la invité a salir y todo bien, pero finalmente, anuló la salida.
-Otra señal. La segunda. Si te anula, señal de que no le gustaste lo suficiente, o aún peor, lo más grave, señal de histeria en potencia.
-Pero después aceptó salir más adelante.
-Dubitativa. Histérica seguro.
-La cosa es que salimos, y todo bien, pero al momento de querer darle un beso, arrugó.
-Tercera señal para salir corriendo.
-Pero me gustaba.
-¿Edad?
-Treinta y pico.
-¿Separada o soltera?
-Separada. Dos veces.
-Otra señal. No aprendés más.
-No, pero buena mina, te juro, flor de mamá.
-¿Mamá? – Juan Pablo abre los ojos de una manera desgarradora.
-Sí.
-¿Mamá? ¿Mamá?  ¿Pero que te dijeeeeee yo?  ¡Nada de madres! Después te enchufan el hijo y…
-Dos.
-¿¿¿¿Dos???? – Los ojos de Juan Pablo se salen de su órbita
-Sí.
-¡DIOS MÍO! No te puedo dejar solo. ¿No viste todas esas señales?
-Pero querido, no seas enfermo, qué tiene que ver que tenga chicos.
-Te lo expliqué mil veces, papanatas. Que no. Que no aplican.
-¿Quién te entiende? Y si están pasando sus 30 y no tienen chicos, me decís que están desesperadas por parir un crío.
-También cierto.
-¿Y con quién carajo querés que salga? ¿Con una de 20?
-Mmm.
-No seas pajero, querés.
-Vos sos un envidioso, eso es lo que pasa. Bien que cuando salía con Diana, te calentaba la pendeja.
-¡Ajá! ¡Diana! Ahí tenés, se llamaba como la mujer maravilla.
-Pero tenía 23 años, boludoo. Ahí tampoco aplica la ley del dibujito animado.
-Bueno, como sea, la cosa es que después la volví a invitar a salir más adelante y esta vez sí pude besarla.
-¿Y qué había cambiado entre la primera vez y la segunda vez?
-¡Qué se yo! Pero a partir de ahí, no sé, como que la cosa mutó para bien. Empezó a hablarme todas las noches sin parar. Te juro que al principio me taladraba la cabeza, quería ver la TV y no paraba de escribirme por el what app. Al final, tanto insistió, tanto insistió, que terminé enganchándome yo también y la cosa me gustó.
-¿Y qué pasó?
-Y bueno, todo parecía marchar sobre ruedas. Hablamos de ir despacio.
-¿Entonces?
-Entonces, decidí ir bien despacio. Tampoco quería embarcarme como loco. Pero… Bueno, ahí lo raro. Me invitó a la casa, conocí al papá, conocí a los hermanos, conocí a uno de sus hijos, me presentó ante sus amigos y ahí comenzó a sentirse ahogada.
-Ahh, de ahí lo del chaleco salvavidas. Te sentiste ahogado.
-No, no. Yo no. Ella.
-¿Cómo ella? Pero… Pero… No entiendo. ¿Quién corno se creía? ¿Rose, la del Titanic? ¿Se veían muy seguido?
-Casi nunca. Dos o tres veces.
-¿Vive lejos?
-Acá, a un par de cuadras.
-¿Le caías de sorpresa a la casa?
-Nunca.
-¿La celabas?
-Ni ahí.
-¿Y de qué carajo se ahogó?
-¡Qué se yo!
-¿Y por qué cortaste? Quizás ella sólo quería tomar un poco de distancia.
-¿Má sí, de qué distancia me hablás? Me abrí porque si se ahogaba de nada, imaginate si la relación se hacía más consistente.
-¡Ley 3! ¡Ley 3 sin dudas! “Nunca podrás entender a las mujeres, son emocionalmente mutantes.” Y también…
-¿También qué?
-Bueno, no quería decirte, pero es clara señal que si se ahogaba y no tenía motivos, seguramente no le gustabas lo suficiente.
-¿Lo suficiente?
-Bueno, que no le gustabas en lo más mínimo. O sea, el ahogamiento fue sólo una excusa.
-¿Vos decís?
-Y sí. ¿Y ahora?
-Y ahora, nada, qué se yo. Me gustaba, realmente me gustaba, pero no puedo remar contra la corriente.
-Y no, contra la corriente seguro te ahogás, jajajajaja.
-Pelotudo.
-Sí, pero lindo. 

Nos reímos fuerte con Juan Pablo mientras brindábamos con unas birras.

-Olvidate, Guille, y seguí adelante. Un clavo saca a otro clavo. Arrancá hoy mismo. ¿Viste a la nueva camarera del bar?
-Sí, tremenda rubia. Arrancó hace unos días.
-Pedile el teléfono.
-Me va a sacar cagando.
-Probá.

La llamo con un gesto con la mano.

-Disculpá –le digo- ¿sos nueva no?
-Sí –dice sonriendo muy simpática.
-Genial, sos muy linda, ¿sabías?
-Gracias.
-De nada, traeme la cuenta por favor. Ah… ¿Cómo te llamás? Nosotros venimos seguido acá, así que nos vamos a ver mucho.
-Me llamo Aurora.
-¿¡Cómo la Bella Durmiente!?  Andate a la puta madre que te parió.-

8 sept 2012




PRESENTACIÓN DE LA HISTORIA

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Día 0 (cero) - La separación (AQUI COMIENZA TODO) 


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¡¡¡¡A REIR!!!!


1 jun 2011

A palabras necias, oídos sordos

El Dr. van Uto, mi psicólogo de cabecera, decide que mi depresión (más la cantidad de situaciones extrañas que me vienen aconteciendo con el género femenino y el hecho se ser fanático de Racing), ha llegado a un límite muy por debajo de la litosfera y de todas las placas tectónicas de la Tierra con lo cual me deriva a una consulta psiquiátrica para medicarme con suma urgencia si quiero tener alguna esperanza. Un aliento bárbaro me dio van Uto, siempre el mismo pu... silánime.
La licenciada Viviana Old le hace honor a su apellido, debe tener 300 años aproximadamente si leo correctamente los surcos que atraviesan su frente, cara, manos, todo su cuerpo todo.



-¿Dónde me siento? -le pregunto cuando ingreso a su consultorio en San Telmo. Una casa antigua, y el cuarto que me atiende, repleto de libros viejos, algunas arañas en el techo (no lámparas) y un olor extraño a rancio y a vómito de varios días.
-¿Su nombre es? -pregunta ella ignorando mi consulta anterior.
-Guillermo. ¿Dónde me siento?
-¿Cómo el jugador de Boca? ¿Y el nombre?
-¿Qué jugador? Ya le dije el nombre: Guillermo.
-¿Palermo?
-No, no. Guillermo. Guillermo.
-¿Qué?
-Guillermooo -alzo la voz.
-Ah Guillermo, pero siéntese mi´jo, ¿qué hace parado? Siéntese ahí -me señala una silla.

Me siento, ella me enfrenta con otra silla y puedo ver su mandíbula desencajada, su pelo que no es su pelo, sino una mala peluca rubia que la hace aún más atemorizante, y unos ojos tan ojerosos que trasmiten una sensación muy lejana a la paz que buscaba.

-¿En qué lo puedo ayudar?
-Qué pregunta difícil, ¿por dónde empiezo?
-¿Qué? -Y se inclina para adelante acercando su oreja derecha a mi rostro para intentar escuchar.
-Le dije que es una pregunta difícil –repito elevando la voz nuevamente.
-¿Marabunta? ¿Dónde?
-"Pregunta", señora. "Pregunta". Nunca dije “marabunta”.
-¡Ah, mi´jo, hable claro! Ya me parecía raro.

Cuento hasta 5 para no putearla.

-Me separé el año pasado, mi ex mujer me engañó con mi mejor amigo, soy fanático de Racing, se la pasan perdiendo, mi ex...

Suena el teléfono del celular de la doctora (con un ring tone molesto: una versión de Xanadú cantada por Olivia Newton John y Travolta -Jonh también- pero extremadamente aguda) interrumpiendo mi presentación. Mrs Old atiende:

-¿Hola? -a los gritos, se pone de pie para atender - ¿Qué? ¡¡Hable más fuerte!! No, ahora no puedo, estoy con un paciente. Bueno, bueno, traeme unos espárragos, cebollas y tomates. Ah, y papas. Dos kilos. Sí. Sí. Gracias. ¿Qué? No te entendí. ¿Qué? Bueno, llamame después.

Se sienta. Me mira con sus ojos de mapache, y me vuelve a preguntar.

-¿En qué lo puedo ayudar?
-Ya le estaba contando.
-¿Qué?
-QUE YA LE ESTABA CONTANDO PERO SU TELÉFONO...

Es cuando un reloj cucú (sí, un reloj cucú... increíble) suena con un ruido espantoso. El pajarraco que sale parece una versión aggiornada del dibujito de Piernas Locas Crane. Unas campanitas ayudan a amplificar el estruendo general. El sonido “cucú cucú” de fondo se hace insoportable.

-Disculpe, ¿cuánto dura ese cucú?
-¿Qué?
-¿QUÉ CUÁNTO DURA ESE CUCÚ?
-¿Qué cucú?

Cuento hasta 10 ahora para no putearla.

-¿CÓMO “QUÉ CUCÚ”? ¿NO ESCUCHA EL RELOJ INFERNAL QUE ESTÁ DETRÁS SUYO?
-Ahhhhh, ¿el cucú dice usted, mi´jo?
-SÍ, EL CUCÚ SEÑORA.
-Dura dos minutos más, no se ponga ansioso. Quizás debamos medicar esa ansiedad que no le favorece. Podemos empezar con algo natural, yuyo u hongo.
-¿Yuyo u hongo? ¿Me habla en serio?
-¿Qué?
-DIJE YUYO U HONGO... ¡¡¡QUE USTED NO ESCUCHA UN PORONGO!!!

Suena otra vez Xanadú y mismo procedimiento. La doctora se levanta y contesta el celular a los gritos. El cucú por suerte cesa su tortura en ese momento.

-¿Qué? ¿En dónde? Ah, de ahí traete medio kilo de carne picada, y unas costillitas de cerdo. ¿Qué? No, de la carnicería, no de la heladería. Dale. Bueno, bueno. Ahora no puedo que estoy con un paciente.

Corta, se sienta, me mira. Sonríe. Me aprieto los huevos con una mano para distraer mi atención y no mandarla a la putísima madre que la parió.

-¿Me decía?
-Sí, le decía que me separé de mi mujer hace más de un año y que...
-¿Qué?
-QUE ME SEPARÉ DE MI MUJER HACE MÁS DE UN AÑO, Y TENGO PROBLEMAS PARA RELACIONARME CON LAS MUJERES. SIEMPRE ME SUCEDEN COSAS EXTRAÑAS QUE ME HACEN DUDAR QUE MI VIDA SEA REAL. SUELO PENSAR QUE SOY UN PERSONAJE MEDIOCRE DE ALGÚN DESALMADO ESCRITOR.
-¿Qué tiene que ver un Castor con las arañas?
-¿Qué arañas? ¿Qué Castor? ¿De qué habla?
-¿Qué?
-DIJE ¿QUÉ ARAÑA? ¿QUÉ CASTOR? ¡Y BASTA CON LOS “QUÉ”!
-¿No habló de cosas que lo arañan? ¿De un desalmado castor?
-Cosas "EXTRAÑAS", dije. "Extrañas". Y un desalmado "escritor".
-Por eso, castor.
-ESCRITOR. ESCRITOR.
-Escribir, claro. Esa es una buena idea para controlar su ansiedad, señor Palermo.
-GUILLERMO.
-Eso, y los yuyos y los hongos.

El reloj cucú vuelve a sonar con toda su furia. Las campanas repican. Y Xanadú se suma al baile.

-Es la hora mi´jo.
-¿Ya?
-¿Qué?
-Dije que “¿ya?”. Si no pasaron ni 15 minutos.
-¿Qué?
-QUE NO PASARON NI 15 MINUTOS
-No, no me interesan los putos, y menos si son tantos. Hablaremos de su inclinación sexual más adelante. En la próxima sesión.
-Yo no tengo ninguna lesión, Dra Old.
-Ay mi´jo, no dije “lesión”. Dije “sesión”. Le voy a dar una receta para unos antidepresivos y una orden para ver a mi amigo el Dr. van Gogh, que es un excelente otorrinolaringólogo. Necesita verse esas orejitas, Sr Palermo. Usted no escucha muy bien que digamos. Por lo pronto, lo veo la semana que viene a la misma hora. ¿Se sintió cómodo por ser la primera vez?

Cuento hasta 20. Cuento hasta 30. Pero nada me tranquiliza. Decido esperar a que el Cucú se calle para mandar a la vieja chota a donde se merece, y no precisamente al otorrincólogo o cómo corno se llame.

9 may 2011

Eusebio, las flores y los mosquitos





El tipo tiene la misma remera todos los días. No me quiero ni imaginar el olor asqueroso que debe desprender. Y los mismos pantalones de jean agujerados por todos lados. No me fijo nunca si tiene las mismas zapatillas porque nunca miro los pies de las personas. No sé, no debe interesarme demasiado lo que usan.
El tipo siempre está parado en la misma esquina. A una cuadra de la casa de mis viejos. O sea, mi casa ahora. Y cada vez que llego del trabajo, o vuelvo del almacén de comprarle las galletitas a mi vieja, o del veterinario pa´llevar a Baboso (el perro de mi viejo), se me acerca y me ofrece comprar su mercadería.

-5 pesitos nomás, ¿querés?
-No, no tengo a quién –respondo siempre.
-5 pesitos nada más, tomá.
-No, ya te dije que no. Gracias.

El tipo vende flores. Siempre te ofrece un ramito preparado. Me olvidé de contar eso. Es como que te refriega por la cara todos los días que estás solo. Me da ganas de meterle una docena de orquídeas en el orto.

-Eh, Guille –me grita Juan Pablo cruzando la calle – ¿A dónde vas? Justo iba para el bar.
-Estaba llevando estas camisas a la tintorería de la otra cuadra para que me las planchen.
-¿Pero vos no vas a la tintorería que está cruzando la avenida?
-Sí, pero están de duelo. El japonés se murió.
-No me digas eso. Yo le dejé mis pantalones el lunes. ¿Qué le pasó?
-Ni idea. Según dicen un ataque el corazón mientras laburaba.
-Noooo.
-Y sí, se ve que mientras planchaba, se quedó seco.

Nos reímos porque la frase sale sin pensarla.

-Dale, que dejo las camisas y nos tomamos unas cervezas.

Las mesas del bar están ocupando casi toda la vereda. Los transeúntes deben esquivarlas molestos y no dejan de golpearte cada tanto con una bolsa de supermercado o alguna cartera de dama. Si pasa una de esas viejas quejosas, también ligas un empujón justo cuando estás a punto de tomar un café y siempre terminás quemándote las bolas. Por eso, si no estamos dentro del bar ya no optamos por infusiones y siempre vamos directo a la cerveza.

-¿Alguna novedad? – consulta mi amigo.
-Sí, ¿te acordás de Sofía?
-¿La decisión de Sofía?
-No boludo, no de la película. Me refiero a la prima de Alejandro.
-¡Ah! Esa Sofía. Sí, me acuerdo. ¿No estaba casada? Además bastante fiera era la gurisa.
-Pará, no te adelantes. Alejandro le contó que me separé y ella tiene a una amiga que está sola, entonces pensó en mí.
-Veo, veo. ¿Edad?
-40.
-Las peores. Las más maniáticas.
-¿Vos decís? Bueno, ahora que lo pienso, Sofía me alertó de varias cosas.
-¿Por ejemplo?
-Que es una mina que le gusta ir muy despacio. Que no le gustan los detalles románticos porque dice que no son creíbles al principio. Que es muy chapada a la antigua.
-Una papa, nene. Así son la mayoría. Te la hago fácil: ¿dónde la pensabas llevar?
-A cenar a…
-Arrancaste mal. La cena es romántica. Algo más simple. Almuerzo, en la costanera, un buen asado y vino tinto.
-¿Te parece?
-Me parece.
-Buenísimo. Te voy a hacer caso. ¿Costanera? Ok, ok. ¿Me prestás el auto no?

Sábado a las  11.00 en punto salgo a buscar a Verónica. El tipo de la esquina me ofrece un ramo de flores nuevamente.

-Dale pibe, esta vez me lo llevo.

Claro que me olvido que a Verónica no le gusta este tipo de detalles, me sonríe cuando se las doy al llegar a su casa y acepta las flores de compromiso.

-No tenías que molestarte –me dice sonriendo.
-No, ninguna molestia. Las venden en la esquina de casa. Son baratas.
-Ah –y esa exclamación es suficiente para darme cuenta que la embarré más. 

Paro el auto en una parrilla de la Costanera. Sol pleno, río de fondo. Hermoso día.

-Pedimos una parrillada para dos, ¿querés?
-No me gusta la carne.
-Ah –le digo y cambio de tema rápidamente -¿Parece lindo el lugar no?
-Sí - dice escueta.

El mozo nos acerca el menú y observo nervioso que lo único que tienen es carne. Todo tipo de carne: ovina, caprina, porcina, vacuna. Conejos, gallinas, ratas y todo bicho que camina va a parar a la cocina. Levanto la mano y le grito:

-Garzón.

El mozo gira, me mira pero no contesta.

-Garzón –vuelvo a gritarle poniendo un tono francés delicado.

Un tipo que está en la barra le toca la espalda al mozo y le comenta “Me parece que te llaman a vos, Eusebio”. “¿A mí? Pero yo no me llamo Gastón”. “Y yo qué sé, ya sabés qué raros son estos turistas”

-No soy turista –le grito porque se escucha todo.

El mesero se acerca enojado.

-Disculpe, en el menú hay sólo carne, ¿no tienen pastas, minutas u otra cosa? –indago.
-Esto es una parrilla, señor –contesta aún enojado.
-Sí, ya sé. Sólo preguntaba, por las dudas, nunca se sabe, ¿vió?.
-No hay pastas, minutas u otra cosa. Sólo carne, señor. Salvo que quiera el postre ahora.
-Qué bárbaro... y bueh... Gracias garzón.
-Me llamo Eusebio.
-Pedí carne nomás, Guillermo. No me va a matar una vez que coma –interviene Verónica.
-¿Alguna especialidad, Eusebio?
-¿Puede decirme mozo?
-Sí, puedo.
-Entonces dígalo.
-En realidad mozo es el que sirve en las cárceles, pero dale, como quieras. Mozo.
-Gracias.
-De nada.

Y Eusebio se va.

-¿Le pediste algo? –me dice Verónica.
-No, no me dio tiempo, y ahora me da miedo llamarlo.
-Ah –exclama.

Y nos quedamos en silencio. Hasta que Verónica me pega un cachetazo.

-Pará. ¿Qué hacés loca?
-No, perdoname. Tenías un mosquito gigante en la cara –me dice contrariada.

Y es cierto. Nos invaden un millón de mosquitos. En realidad, llamarlos “mosquitos”, así en diminutivo, es faltarles el respeto, porque son moscones, helicópteros en realidad. Empezamos a tratar de matarlos... antes que ellos nos maten a nosotros.

-¿Llamó señor?
-No, no.- le digo mientras le pego a uno de los insectos después de que me picara en un ojo.
-Levantó la mano, señor.
-Sí, para matar a los mosquitos, ¿no ve que estamos tratando de cazarlos?
-Aprovechá y pedile la comida –me aconseja Verónica.
-¿Qué querés?
-Lo que sea.
-Garzón.
-Mozo.
-Como sea. Traenos una ... quedate quieta Verónica, tenés una avioneta en la cara.
-¿Una avioneta?
-Terrible mosquito –traduzco.
-Sí señorita, lo que dice el señor es bien cierto.
-Decile al serbio ese que no necesito que me aclare nada.
-Serbio no. Eusebio, Eusebio –aclara el gar... mozo.
-¿Por qué hay tantos mosquitos acá? –le pregunto mientras acerco mi mano a la frente de Verónica.
-¿Será que vienen porque ustedes le festejan las gracias? –pregunta retóricamente el mozo.
-¿Eh? –le digo.
-Claro, si los están aplaudiendo.
-Ah –exclama Verónica y luego –Ayyyyy – después que le doy terrible mamporro y sus anteojos negros vuelan por el aire manchados de sangre. Su sangre, antes en el labio, que antes estaba cerrado, antes de rompérselo del golpe.


Cuando llego a casa muerto de hambre y todo picoteado, y golpeado (por Verónica y el Eusebio ese, que se terminó levantando a la mina en cuestión), el tipo de la esquina me vuelve a ofrecer un ramo de flores. Decido que el plan de la docena de orquídeas es el ideal para cerrar la velada.

1 abr 2011

Miedo en la noche (o táctica de la película de terror)

-Hoy viene una mina a casa -anuncio triunfante en el bar mientras fumo mi nicotina diaria.

El Tarta está con la mirada perdida aún en su amor imposible. Juan Pablo inclina la cabeza y levanta los hombros a la vez que murmura muy bajito: "ahí vamos otra vez", casi como resignado.
Daniel sigue tratando de atrapar alguna aceituna con el escarbadientes y por último, Tapón, está chateando mediante el celular con su amante, sonriendo eróticamente (señal que la mina le debe estar comentando sobre su ropa interior o la ausencia de la misma).
O sea, nadie me da pelota.

Golpeo fuertemente la mesa con un puño (se vuelcan algunas cervezas y palitos, papas fritas y aceitunas vuelan por el aire).

-He dicho que esta noche viene una mina a casa, carajo -grito.

Imposible ignorarme, finalmente consigo la atención que reclamo.

-¿La conocemo' ? -pregunta Daniel intrigado.
-No, carne fresquita -contesto- amiga de un compañero del laburo. La conocí en un after office hace unas semanas y charla va, charla viene. En fin... Hoy es el día.
-¿Qué planes tenés? -consulta Juan Pablo y se le vislumbra en su cara las ganas de corregir cualquier estrategia que mencione a los fines tácticos de la conquista.
-Una peli de terror es la excusa. Voy a cocinar algo, y cuando el miedo se apodere de ella y me abrace temerosa, ¡¡blummm!!
-¿Blummm?
-Sí: “blummm”.
-¿Qué qué ee sisi signi fifi caca bluuu blummmm?
-Blummm, nene. O sea, zas, catapufete, viva la pepa. Aleluya.
-Lo que Guillermo quiere decir -me traduce sin necesidad Tapón- es que se la va a garchar.
-Siempre con la palabra justa vo'.
-¿Y qué peli van a ver?
-Ah, no lo pensé aún. Cualquiera.
-Error -dice contento Juan Pablo al marcar un detalle- Tiene que ser la película justa. Si es mala, se te duerme. Si es violenta, se pone frenética. Tiene que tener la dosis justa de suspenso y terror.
-¿Y me recomendás alguna, experto?
-“El último exorcismo” está buena.
-Titi, titi -agrega el Tarta.
-¿Un mono titi? ¿Dónde? -pregunta Daniel mirando para todos lados.
-Titi, titi, titi burón.
-Si es posible una nueva, Tarta.
-Hay una que se llama “Yo tomaré tu alma”, esa le puede gustar también.
-Si Si Si –repite el Tarta.
-¿La viste?
-Si Si Psi co co co sis –logra terminar.
-De este siglooooo –le ruego.
-“Actividad Paranormal”, con esa, la mina se te caga toda –aporta Tapón.
-¡Un momento! –exclama Juan Pablo contrariado- Hay algo que no entiendo. Vos estás viviendo con tus viejos, ¿dónde los pensás esconder?
-Bueno, la verdad que me sacas un peso de encima, porque no sabía cómo iniciar esta conversación. Necesito que me prestes tu casa esta noche.
-¿Mi casa?
-Tu casa.
-¿Mi casa?
-Sí, ¿otra vez la misma pregunta?  Sí, sí, tu casa. No seas así. Es por una causa justa.
-No sé, mi casa, no sé. Me da cosa. ¿Está buena la mina?
-Está buena.
-¿Qué tan buena?
-Un 8.
-Imposible, un 8 no puede darte bola a vos. No te presto nada.
-Ok, ok, admito que me pasé con la calificación. Tal vez un 5, o un 6 con toda la furia. Pero...
-¿Pero?
-Tiene terribles tetas.
-En ese caso, la casa es tuya. Choque esos cinco.


A las 22.00 hs, Estefanía (la candidata de terribles tetas) toca el timbre del departamento de Juan Pablo. Le abro, me muestra sus molares perfectos y blancos, y me dice:

-Traje helado y un DVD que hace mucho quería ver: “La llamada”. ¿Ta va?
-Dale, sí, cualquiera está bien –le respondo rogando que la película sea lo suficientemente terrorífica para mis diabólicos planes.

Velas aromáticas en el centro de mesa. Luces tenues. De fondo, “Claro de Luna” de Beethoven, primer movimiento, bien suave y un recopilado de música clásica.
Para comer unos canapés y brochetas de entrada. Ensalada de escarola, achicoria y berros con un toque de ajos y aceites de oliva.
Plato principal: Salmón con Manzana, y vino, infaltable a la hora de la seducción.
Los anécdotas se suceden y las risas nos acompañan mientras degustamos los platos. Nos miramos. Sonreímos cómplices del romanticismo que invade el ambiente. Un beso lento y tibio cierra la cena. Inmediatamente Estefanía se acerca y me susurra al oído:

-Qué lindo momento –le entiendo.
-Sí, hermoso momento –afirmo.
-No –niega con la cabeza- Te dije que tenés feo aliento –corrije.

Me lavo los dientes en el baño con el dedo porque no traje mi cepillo. Uso la pasta especial de Juan Pablo para besos: “mentol ultra refrescante, para chupones  inolvidables”... dice una etiqueta que mi amigo le agregó al dentífrico.
Le señalo la pieza a Estefanía y nos dejamos caer en una enorme cama de dos plazas, frente a una TV de 50 pulgadas que cuelga en la pared. Reproductor de DVD conectado a un terrible Home Theatre que abarca 5 parlantes gigantes ubicados estratégicamente en la habitación.

-Sacate las botas, así estás más cómoda –le sugiero y ella obedece sumisa.

Apago las luces y me hago mierda contra uno de los bordes de la cama al intentar acercarme a esta. “Lógico, no se ve un carajo” me respondo mentalmente mientras me acaricio mi ex rodilla izquierda, destruida en el impacto.

-¿Estás bien? –pregunta Estafanía.
-Sí, todo bien. Un pequeño accidente. Un golpe no derriba a un roble. –me río y prendo la TV que ilumina lo suficiente para que no me haga percha nuevamente.
Coloco “La Llamada” en el reproductor, cierro la puerta, y dejo que el silencio del ambiente, la oscuridad y el clima de la película haga el resto.

-Apoyate en mi pecho –le pido a Estefanía y nos tomamos de la mano mientras su cabeza, delicadamente, se acurruca sobre mi ser.

Apenas transcurrida media hora de la película que ni nos hablamos mientras nuestros ojos se mantienen sin pestañear atentos al film. ¿Ustedes vieron “La Llamada” (The Ring)?  Bueno, resulta que hay una nena muy muy mala, bastante despeinada y lúgubre que le quita el sueño a cualquiera.
Las uñas de Estefanía se clavan en mis manos y mis uñas se clavan en las de ella. La aprieto fuerte. Muy fuerte cuando la música, esa musiquita de mierda de terror, sacude la habitación, pregonando que se viene una escena impactante.

-Me lastimás –me dice.
-Callate, no hables que me asustaste –le pido al borde del llanto.

Tengo las piernas entumecidas de tanta rigidez y temblor. Los dientes me rechinan. Transpiro como nunca y empiezo a escuchar sonidos lejanos.

-¿Qué fue ese ruido?
-¿Qué ruido? –me contesta Estefanía.
-Ese, boluda. Escuchá.
-Es el ascensor, tontito.
-¿Estás segura?
-Sí, tontito, estoy segura.

Un grito en la película es replicado con un grito agudo aún más fuerte. Un grito mío. Me abrazo y los huesos de Estefanía rechinan ante la presión.

-Otro ruido. Otro ruido.
-Shh. No seas tonto.
-A mí no me shuushes. Fue un ruido clarito, y viene del baño. Andá a ver.
-¿Yo? Soy la invitada. No me digas que tenés miedo.
-Ja, ¿Miedo yo? ¿Miedo yo? Ahí está, ahí está: ¿Escuchaste? Un ruidito.
-Debe ser alguna cañilla abierta.
-Ahhh, la puta madre. ¿Estás segura? Yo escuché como unos pasos. ¿Estás segura? Para mí vino del living.
-No, tontito. Viene del baño. Dejá que te acaricie así te tranquilizás.
-No, no. No me toques. No me toques.

Y ahí es cuando un resplandor y la música de fondo en la película va en aumento y veo claramente la cara de Estefanía, fantasmal, despeinada. Y grito. Grito como nunca grité en mi vida. Tan agudo el grito que parece perforar paredes y romper vidrios en su paso. Ella también grita, asustada por mi alarido.
Inmediatamente Don Ramón (el vecino, guardia de seguridad) golpea la pared lindante clamando silencio.

-Que esa histérica deje de gritar como loca, que quiero dormir –aulla.
-Yo no estoy gritando –se defiende (a los gritos) Estefanía.
-Vamos a morir, todos vamos a morir –atino a decir acurrucado contra la cabecera de la cama, sujetando enérgicamente la almohada.
-Que se callen –sigue gritando Don Ramón.
-Apagá la TV. Apagala. Apagala –le pido a Estefanía.
-¿Dónde dejaste el control? No lo encuentro.
-Dale, boluda, que ahí viene la pendeja de vuelta.
-A mí no me digas boluda, pelotudo.
-Más pelotuda serás vos. Daleeeee boluda. Ahí viene, ahí viene. ¡¡¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! Ahí está te dije, boluda. Apagala. Apagala.
-¡Que se callen, mierdaaaa!

Un portazo anuncia la salida de Estefanía del departamento.

-Boludaaaaaa, no te vayas. No me dejes solo.
-Callate histérica –vocifera Don Ramón del otro lado de la pared.

Y la chica de la película sale de la televisión que está dentro del film. No sé cómo explicarlo Tendrían que verla. Que me da... Que me da ... Que me da un infarto. ¡Ay, la puta madre! Que alguien apague la puta TV, el puto Home Theatre, y que prenda la puta luz. Que me da, que me da...
Trato de encontrar el control remoto perdido entre las sábanas de la cama, y encuentro una cajita de preservativos sin abrir. Dominado por el terror, la abro y protejo 3 dedos con los mismos, en una acción inútil y desesperada que no logro entender aún conciente de lo que estoy haciendo. “Si muero, me van a encontrar con esto en los dedos, y ahí sí que me van a llamar no forro, sino reforro, triplemente forro”. Los pensamientos siguen invadiendo mi cabeza. El sonido de la película es insoportable, mis gritos apenas pueden ocultarlo e incluso son en vano a tal fin los golpes, cada vez más cansinos, de Don Ramón contra la pared.

La tortura concluye cuando la película llega a su The end y el ruido chirriante de la TV sin señal logra finalmente desmayarme.

1 mar 2011

La estrategia de las remeras con frases llamativas

Son cerca de las 19.00 hs cuando nos encontramos con Juan Pablo en un bar por Recoleta. Nos pedimos una cerveza fría y una picadita para compartir. Mientras morfo una aceituna le comento:

-Sabés que en mi laburo a la tarde vienen siempre a tomar unos mates dos ex-empleados . Obvio que el turro del Gerente de RRHH no sabe nada, sino nos sanciona a todos. Pero como los chabones son macanudos, los hacemos entrar por la puerta de atrás.
-¿Y?
-Y nada, no sé, acá comiendo la picada, me vino a la mente. Uno de ellos estudia abogacía, el otro medicina. La idea es fusionarlos e inventar un nuevo tipo de empleado que pueda destruir a la empresa con medicamentos sindicales o algo así.
-Pensamientos estúpidos. Se nota que estás al pedo. ¿Qué tal tus vacaciones?
-Nada, unos días en la costa.
-¿Fuiste sólo?
-Nos fuimos con el Tarta. La próxima podés prenderte también. ¿Vos dónde fuiste?
-Me fui con Andrea en un Crucero por el Caribe. Impresionante.
-Sí, esos barcos son gigantes.

Juan Pablo me mira enojado

-¿Qué barco ni barco? Impresionante Andrea. No sabés lo que es esa mina en la cama. Me dio vuelta
-¿Literalmente? –le pregunto sarcástico.
-Sí –contesta sin inmutarse.

Nos quedamos callados dos minutos.

-En fin –le digo para romper el silencio- con el Tarta decidimos emplear un nuevo método de conquista.
-¿Alguno de los míos?
-No. Este método es nuestro. Pusimos en marcha la estrategia de las remeras con frases llamativas.
-Ampliame
-Ok. Playa: O sea arena, mar, sol, bikinis. He ahí el paisaje.
-Sí, sí, culos y tetas.
-Culos, tetas, sí. Pero curvas sobre todo, cinturas diminutas, pieles bronceadas y húmedas, caritas... Por dió, ¡qué caritas! Sonrisas hermosas, desfiles interminables... Todo ello terminó con la pelota paleta que jugábamos con el Tarta y concluímos con la temida realidad: La mujer es necesaria.
-Siempre y cuando no sean trolos –replica Juan Pablo.
-No es nuestro caso –me defiendo.
-Igual me permito disentir -la voz que se une a nuestra charla es la del mozo, que se acerca con una nueva cerveza -Disculpen que me meta, pero no pude evitar oír y me es imposible no emitir un comentario
-¿Dice que somos putos? –le pregunto furioso.
 -NO, no me refería a eso. Hablabla de la supuesta “necesidad de una mujer”. Mi tío (que en paz descanse) solía decir: "Si la mujer fuera buena, ¿por qué entonces Dios está solo?"
-Muy sabio su tío, ¿hace mucho murió?
-No, no, está de vacaciones en Brasil.

Con Juan Pablo nos miramos pero no le decimos nada.

-Y es más -agrega el mozo que no largaba la cerveza- cuando Dios quiso tener un hijo, lo tuvo por obra y gracia del Espíritu Santo... Ni ahí apareció la mujer.

Asentimos, "la cervecita, por favor" le señalamos, y finalmente el mozo se va.

-Hay que admitirlo, tiene algo de sabiduría lo del tío este -sonríe Juan Pablo.
-Mirá, yo no soy el Espíritu Santo y mucho menos un santo, así que continúo con mi anécdota: Luego de tanto tiempo en la playa mirando mujeres sin cesar...
-¿Cúanto tiempo?
-Como diez minutos. Luego de tanto tiempo, decía, decidimos con el Tarta implementar la estrategia de las remeras.
-¿Que consiste en...? - pregunta Juan Pablo.
-Agudizar el ingenio por medio de la literatura. Ergo, fuimos a comprar unas remeras lisas y les estampamos leyendas graciosas para conquistar a las nenus.
-¿Por ejemplo?
-Bueno, hay algunas ya conocidas en Buenos Aires, como por ejemplo: "Soy invisible, sólo los boludos me ven". Esa ya estaba estampada y el Tarta se la probó y lo estamparon pero con una trompada, justo en el ojo derecho le dieron, un grandote que se ve no era muy divertido que digamos.  Consecuencia de esto, el Tarta no fue a la playa por tres días hasta que el ojo se le deshinchó. En cuanto a las remeras, para no pelearnos con el Tarta, cada uno eligió frases distintas sin decirle al otro qué había elegido y las dejamos encargadas en el negocio.
Yo comencé antes con el experimento mientras el Tarta se quedaba en el hotel donde parábamos. Así que al otro día temprano, tomé el bronceador, la sillita, la sombrilla y con mi bermudas hasta las rodillas, ojotas, anteojos negros espejados (fundamentales, ahora te amplío) y mi nueva remera, fui a probar suerte.
-¿La leyenda de la remera?
-Ahh, sí, le puse en el frente "Busco Novia" y en la espalda "Soy Tímido, Encarame".
-Ja, muy bueno. ¿Y cómo te fue?
-Dejame que te cuente antes la importancia de los anteojos negros espejados. Te acercás a la orilla como si espiaras el horizonte, tu cara apunta hacia un lado, pero nadie sospecha en donde se posan tus ojos, es así como podés apreciar tranquilamente (sin sentirte juzgado) las tetas, los culos, los escotes, las piernas, en fin, todo lo que quieras y nadie sospecha nada. Es como ser invisible.
-Sí, sí, ¿y la remera?
-Bueno, eso me complicó un poquito la invisibilidad, porque realmente logró llamar la atención. Pero no fue lo que pensaba.
-¿Qué pasó? -pregunta ansioso Juan Pablo.
-Las chicas que valían la pena, pasaban y esbozaban una sonrisa o se cagaban de la risa directamente. Otras tiraban epítetos como “forro”, "qué pajero", "viejo de mierda" y las más hirientes "qué boludo importante".
-Mal.
-Sí, al otro día probé con una que decía “Soy feo, pero cariñoso”, pero no hubo caso tampoco. Esto siempre aplicable a las chicas con puntajes del 6 al 10. Porque con las otras, especialmente las viejas, tuve un éxito fabuloso.
-¿Y el Tarta?
-He ahí lo mejor de la historia. Como te había contado, dejamos las remeras encargadas y cada uno le dijo al muchacho que nos atendía, lo que queríamos que estampara. Así que cuando el Tarta se puso bien del ojo, él se fue a comprar las facturas y yo me fui a buscar su remera. No abrí la bolsa como me pidió, porque quería que fuera una sorpresa. Entonces, de nuevo la situación: playa, arena, mar, sol, culos, tetas. Ahí nos encontramos. Yo resignado me pongo una remera que dice: “Soy un monstruo en la cama, probame”, pero al ver que empieza a llover una catarata de insultos, desde “guarango” a “mal educado”, pelé la panza de cerveza  al aire, un faso y decidí dedicarme a observar atrás de mis lentes negros. El Tarta se hacía desear mientras tanto. No se ponía la remera ni daba indicios si lo iba a hacer. “¿Qué esperas?” le dije, y me contestó: “el momo mo mo momomento a a de cucu cucuado”.
-¿Y?
 -Bueno, la cosa es que ya conocés al Tarta, tenía miedo. No estaba seguro de haber elegido la frase correcta, y le tenía pánico al fracaso o al ridículo. “Decime la frase” le rogué, y finalmente la confesó: “SOY PODEROSO, SOY TUYO”.
-No está mal.
-Sí, ni mal ni bien. Correcta te diría. Así que le dije que se la ponga sin miedo, que como mucho iba a pasar desapercibido. Se armó de valor, sacó la remera, se la puso a los pedos y salió corriendo a la orilla a mostrarla orgulloso. Y ahí se armó. La gente que pasaba la decía al Tarta que era una mierda, y los más chiquitos lo señalaban y le decían caca.
-No entiendo.
-El boludo que tomó nota de las frases, se ve que no le tuvo paciencia al Tarta y estampó en la remera: “Soy POPO, POPO, POPO”.

29 dic 2010

Navidad

Resulta que las navidades no son lo divertidas que solían ser en nuestra infancia. Las fiestas de fin de año se tiñen de una profunda melancolía que muy lejos está de los regalos que el gordito de Papá Noel nos dejaba en el árbol.
Empezando por los quilombos familiares:

-Nene, ahora que te separaste, ya no tenemos que pasarla con los agretas de tus suegros. Vamos a ir a lo del Tano Ramírez -dictamina mi mamá, a lo que mi viejo responde entre escupitajos:
-Jamás. A lo del Tano no voy. No soporto a la Greta y menos sus histeriquedas a la hora de repartir los gastos. Lo puedo llamar a Alfonso y a Esther que la pasan en la quinta, y de paso tenemos pileta.
-Siempre el mismo interesado vos. Andate con ellos, a mi me cansa que te tiren en cara la guita que tienen, que los autos, el hidromasaje, los tres departamentos que alquilan
-Ok, ok, pero a lo de tu hermana no pienso ir.
-Mientras no vayamos con tu mamá.
-A mi vieja no la puedo dejar afuera
-A mi hermana tampoco.
-¿Qué mierda hacemos entonces? Esto es culpa tuya, nene -me señala mamá- por separarte.

-Gracias má, gracias pá. Salgo gente..

Y con un portazo me voy cantando Jingle Bells irónica y melodiosamente.
En la puerta me espera Juan Pablo con su auto y nos vamos al bar, a encontrarnos con los muchachos.
Ya sentados, Tapón, Juan Pablo, el Tarta, Daniel, Miguel, Ernesto y yo, empezamos a planificar la noche.

-¿Hacemo algo después de las 12, no? –pregunta Daniel mientras le da a la picadita.
-Yo yo meeee queque do en caca casa –apunta el Tarta.
-Siempre igual vos con las navidades, dejate de joder –me enojo.
-Así es el Tarta –aclara Tapón- muchas navidades, pero ninguna noche buena.
-“Árbol de navidad” le dicen –agrega Miguel.
-¿Por?
-Tiene las bolas de adorno.
-¿Por qué no vamos a bailar al nuevo boliche que abren justito para las fiestas, “El Santa Claus Nocturno”? –pregunta Juan Pablo.
-Yo voy a estar con mi jermu –aclara Ernesto.
-Querrás decir mi ex –le respondo, y se genera un murmullo molesto.
-Bueno, che. Por una vez que nos escapemos de casa, no va a pasar nada. ---¿Hay putas ahí? –Indaga Miguel.
-Dejate de putas –acota Tapón – Navidad es el momento de estar con los seres queridos y brindarnos a ellos por completo.
-Mirá quién habla, ¡el infiel!
-Las putas son mis seres queridos –señala Juan Pablo.
-Vos no estabas de novio? –le consulto.
-La verdad que no me acuerdo. Estaba saliendo con Mónica, pero no recuerdo si nos peleamos, y me puse a salir con Jazmín, o si estoy saliendo con las dos en una relación free. Voy a tener que empezar a llevar una libreta con este tema.
-Che, ¡qué lorca de mierda en estas fechas! ¿no?
-Aquí, en Argentina, sí. Habría que irnos al norte.
-Pobre el chabón que se disfraza de Santa Claus.
-Sí, de terror. Con barba, y todo abrigado.
-Mirá allá –apunta Ernesto – Papá Noé.
-Y mamá tampoco –responde Juan Pablo.
-Se dice Papá Noel –le corrijo.
-En Navidad se puede coger o es pecado? –Consulta Miguel.
-No a la mujer de tu prójimo –respondo mirando a Ernesto.
-La cosa e que uses forro –agrega Daniel.
-Para eso tenés que esperar a Los Reyes Magos –acota Tapón.
-¿Qué tienen que ver los Reyes Magos?
-Es que cuando vienen, llegan con dádivas, regalos y con ...dones.
-Vamos a un boliche, hagamos algo –ruega Juan Pablo.
-Al final no me dijeron si se puede o no coger.
-Hay que coger.
-Sí. Esa es una noche buena.
-¿Y a fin de año que hacemos?
-Lo mismo que en Navidad, coger.
-Sexópata – le digo a Juan Pablo.
-Que te recontra.
-Muchachos, feliz Navidad y año nuevo para todos.
-Fe fe fe
-¿Felisa me muero?
-No, pepe pepe lotutu do. Fe fefe liz ...
-Sí, sí. Feliz navidad para todos.

Y las copas de sidra y champagne chocan en el aire haciendo que el deseo se transforme en sonido, casi música de villancico


“Cantemos todos cantemos
cantemos con entusiasmo
cantemos al Rey del cielo
que pronto vendrá a salvarnos.

Señor, tu pueblo te espera
Te espera con alegría
preparándonos estamos
para cuando llegue el día.

Señor: aquí estamos todos
de rodillas suplicando
pidiéndote, oh, Dios mío
que vengas pronto a salvarnos.”

28 nov 2010

El infiel

A las 3 de la mañana de un martes, día laboral, suena el timbre del portero en casa de mis viejos, donde mi cuerpo reposa desde mi separación.
Es mi mamà la primera que reacciona:

-¡¡¡¡Neneeeeeeeee, atendé!!!!

Mientras se escucha murmurar y refunfuñar a mi viejo muy bajito "¿quién será el rompepelotas a esta hora?" me levanto con muchísimo esfuerzo y contesto:

-¿Quién es?
-Alejandro.
-¿Magno?
-Ale... Tapón, estúpido.
-¡Ah... Perdoná! Estoy medio dormido, llamame más tarde.
-¡Despertate, tarado! Estoy en la puerta de tu departamento, no en el teléfono. Necesito hablar con vos. Me rajaron de casa.

Sólo escuchar la funesta noticia hace que baje corriendo a abrirle a mi amigo. Poco me importa hacerlo en calzoncillos y medias.
Le explico a Tapón que mis viejos están dormidos y que no podemos hablar arriba.

-A esta hora no hay nada abierto, así que vayamos a lo de Juan Pablo.

Juan pablo vive solo desde su divorcio (el que lee frecuentemente esta historia ya lo sabe... A ponerse al día!). Y su bulín es el que oficia de cuartel central para reuniones de emergencias y clases amorosas.
Toco el portero y le digo por el altavoz:

-Abrí, código MoCo alfa 9.
-El culo te llueve -me responde, y al observarme por el portero visor agrega: -¿Qué hacés en pelotas?
-Uh, no me di cuenta en el apuro, abrí que te cuento.
-Ok -dice resignado y el prrrrrr de la cerradura abriéndose anuncia nuestro ingreso.

Ya en el departamento, Juan Pablo nos reclama:

-Hablemos bajito que estoy con una mina, así no se despierta.
-¿Quién es? ¿La conocemos? -indaga Tapón.
-Morocha, pelo largo -detalla Juanpa.
-El nombre pregunto, no la descripción.
-¡Ahh, ni idea! No me acuerdo el nombre, y menos a esta hora luego de tres polvos. En fin, ¿así que “MoCo alfa 9”? Contá con lujos de detalles, Tapón.
-Inés me echó de casa, descubrió todo.
-¿¿Todo?? Lo del travesti del año pasado fue un error, ya lo expliqué mil veces, les pedí que no lo cuenten -alerta Juan Pablo.
-No boludo, todo lo mío.
-Seré curioso... ¿Y qué es todo lo tuyo? Nosotros estamos en bolas.
-Sí, ya me di cuenta.
-Me refería a la falta de información, no a que estamos en calzones.
-Muchachos, soy un hombre infiel.

Reímos. Mucho. Las carcajadas son estruendosas, tanto que Don Ramón, el vecino de Juan Pablo, guardia de seguridad, que justo hoy (sí, justito) tiene franco, golpea las paredes reclamando silencio.

-No sé de qué carajo se ríen – casi nos insulta, Tapón.
-Es que vos -le digo- sos como el modelo ideal del hombre casado. 4 chicos, caballero, familiero, etc etc. La verdad que se nos hace difícil creerte.
-Será difícil, pero es verdad.
-¿Cómo se llama la mina? -pregunta Juan Pablo.
-Ana Lucía.
-¿Ta buena? -consulto.
-No viene al caso.
-¿Hace cuánto la ves?
-Hace 2 años.
-¡¡¿¿DOS AÑOS??!!  -repetimos al unísono con Juan Pablo.
-Sí, y no puedo más, gente, sostener esta doble vida me está matando de a poco.
-¿Pero la mina no sabe que sos casado?
-No, ella cree que estoy separado.
-¿Pero es boluda? Si vivís con Inés, ¿cómo no puede avivarse?
-Sí, excepto cuando viajo por el laburo al interior.
-Bueno, pero estás laburando...

Tapón hace un gesto de "no" con el dedo índice.

-¡Ahhh, entiendo! -exclama Juan Pablo golpeándose la cabeza con el puño cerrado- A tu jermu le decís que te vas por laburo y en realidad te vas a lo de tu amante y viceversa.
-Correcto.
-¿Y si te llaman cuando estás con la otra?
-No atiendo. Digo que estaba ocupado.
-¿Si es de noche, también?
-Que estaba en el baño, tenía el celu apagado, no sé, la excusa que me salga en ese momento, improviso rápido. Y apenas puedo, me hago una escapada para hablar sin ser escuchado.
-¿Y cogés con las dos? ¿Te da el cuero?
-Con Inés, apenas, ella me busca y a veces cedo; con Ana Lucía en cambio hay pasión desenfrenada.
-Pero nunca nos contaste nada -me quejo.
-Tenía miedo que metan la pata, pero ahora ya es tarde, se descubrió todo muchachos, no sé que voy a hacer.


No le contestamos. Reflexionamos con Juan Pablo sobre los hechos tratando de sacar conclusiones y soluciones determinantes. En el mientras tanto, averiguamos un poco más.

-¿Cómo lo descubrió?
-Empezó por el poco sexo. Ahí nació la duda. Yo le expliqué que estaba cansado, stress, dolor de cabeza, ya saben, lo de siempre.
-No sé de qué hablás -confiesa sincero y confundido Juan Pablo.

Tapón no le da bola y sigue su relato.

-Luego empezó a revisar mi agenda, mi Iphone, mis mensajes. Al principio los borraba, luego le puse clave al celu, lo que aumentó sus sospechas. Configuré el teléfono para que sus mensajes vibren y no repliquen con un ringtone. Cuando el tema se complicó, compré otro celular y lo dejé en la guantera del auto, el tema es que compré el mismo modelo, cloné la agenda y me confundí. Subí el celular que usaba para hablar con Ana Lucia a casa y pafffff, Inés leyó todo, le mandó un mensaje a Ana Lucía mandándola a la mierda.

-¿Y ahora?
-Con Ana Lucía todo bien, le expliqué que era mi ex quien me había afanado el teléfono cuando fui a visitar a mis chicos y me creyó. Le dije que es media loquita y que se cree que seguimos casados. Fue complicado, porque supuestamente yo estaba en San Luis, pero le dije que me volví porque a Pedro, el menor, le había agarrado lo que parecía apendicitis y fue ahí cuando mi ex tomó el celu.
-¡Qué bolonqui! -admito.
-¿Tá buena o no, Ana Lucía?
-Aquí lo importante es mantener el status quo. Por ende, hay que solucionar tu situación con Inés.
-¿Está buena o no? -insiste Juan Pablo.
-Sí, sí, está buena, no rompas más las pelotas.
-¿Qué puntaje? -va por más JuanPa.
-Un 7, ¿está bien? ¿Podemos cambiar de sintonía?
-¿Un 7 en tu escala o en la mía? Porque si es en la mía... ¿tendrá
alguna hermana?
-Igual, tengo que admitir que no entiendo -interrumpo.
-¿Qué no entendés?
-Si Ana Lucía te gusta tanto, ¿por qué no te vas con ella y listo?
-Siendo franco, creo que me siento seguro con mi esposa a pesar de que Inés ya no me
calienta, me da sensación de equilibrio, estabilidad y pertenencia. Aunque la convivencia a veces es una tortura. Con Ana Lucía, en cambio, comparto otros códigos.
-Sí, sexo y preservativos –acota Juan Pablo.
-Nah, no me cuido.
-¿Estás en pedo? ¿Y si queda embarazada?
-Ella toma pastillas.
-Hasta que no la tome y alpiste.
-O se olvide -agrega Juan Pablo.
-Nos vamos por las ramas, muchachos. ¿Qué hago ahora?
-Podés quedarte conmigo, mientras solucionás tus quilombos, pero -aclara Juan Pablo- vamos a tener que coordinar una dinámica. Si venís del laburo y encontrás una media en el picaporte, es que estoy solo.
-¿Por qué no hacés al revés? Dejá una media cuando viene alguien.
-¡No, eso es la mayoría de las veces!
-¿Y qué hago mientras vos estás cogiendo?
-¡Poco ruido!!
-¿Y por qué no te vas con Ana Lucía? -pregunto inocentemente.
-No, ni en pedo. Tiene miles de quilombos económicos, con sus hijos y la mar en
coche. Necesito paz.
-¿Y para qué salís con ella?
-Para tener guerra -contesta, pero Juan Pablo.
-Y bueno, ¿a quién no le gusta una buena batalla de vez en cuándo? –aclara Tapón.
-De todos los tipos, jamás pensé que vos serías infiel. Nunca entendí ese papel. Me parece de una total ausencia de personalidad, ligado, obviamente también, a la ausencia de toma de decisiones.
-Te vas metiendo sin quererlo. A veces las cosas se dan así –insiste en sostener su posición Tapón.
-¿Cómo la conociste?
-En un 0800 para parejas, un buen servicio telefónico.
-¿¿Una cita a ciegas?? ¿¿Estás loco??
-Mal no me salió.
-Noooon, qué vaaa! Por eso te rajaron de tu casa.
-Siempre me gustó Inés en eso. Tiene carácter, tiene personalidad, no se va a dejar pisotear, menos dejar que la engañen en la cara -afirmo.
-Es cierto -me apoya Juan Pablo- esa es una mina con todas las letras y....

Suena el teléfono de Tapón. Habla bajito, dice "gracias" varias veces y corta contento.
-¿Quién era? ¿Qué pasó? –pregunto intrigado al ver cómo le cambia la cara a mi amigo hacia una expresión de felicidad.
-Era Inés, que me perdona, que me ama y que puedo volver con ella.
-Pero... Pero...  No pasó ni dos horas que te fuiste de tu casa.
-Así es, y ahora ya puedo volver en 3 días.
-¿3 días? ¿Y ahora por qué no?
-Porque viajo al interior
-¿Laburo?
-NO, boludo, voy a ver a Ana Lucía.
-Pero ... Pero.... ¿Y si se entera Inés?
-Nah, lo manejo. Me voy muchachos, gracias por todo...

Y el turro se marcha dejándonos con la boca abierta, entendiendo aún menos sobre las relaciones y el amor.

-¡Qué boluda esta Inés! -le digo a Juan Pablo, que sólo atina a contestar...
-¿Estará buena esa Ana Lucía o no?

15 nov 2010

Sobre la media naranja, el amor de la vida y las mariposas en la panza

El hospital me da de alta luego de haber perdido como una semana en el trabajo (para saber el quilombo en que me metí, leé los 2 capítulos anteriores). Por suerte, consigo el certificado médico correspondiente para presentarle al terrible Sr Arizmendi, gerente de RRHH de mi trabajo, que pareciera tener la bola de cristal sobre las vidas de los empleados, mentiras, verdades, alegrías y miserias, cosa que me permite (el certificado) evitar el descuento de los días, y cobrar el sueldo completo para cuidarlo como corresponde, esto es: apostarlo en varios partidos de truco en la casa de el Tarta.
Viernes, 21 hs, temprano para pedirnos una grande de muzza doble y otra de cebolla, algunas empanadas, fainá, y la infaltable picada que acompaña a los naipes. Otra noche con amigos.

-Puto -me dice Juan Pablo, y enseguida se corrige- Perdón, quise decir "Truco".
-Fui casi violado, eso no quiere decir que sea puto.
-Jamás dije eso -me contesta con una sonrisa sarcástica.
-Má si, andá a cagar. Quiero retruco -le grito y se va al mazo. Por cagón.
-El a a an an ancho de esp esp pada ti ti titi ene grasa, no se pupu pupu ede jugar así -aclara el Tarta -mientras chorrea muzzarella esta vez sobre el 7 de oro.
-Limpiate con una servilleta, no con las carta, Tarta -le espeta Daniel comiéndose una s como acostumbra.
-Fe fe Fernan da si si siempre me dede de cicicía lo mismo -afirma el Tarta.
-¿Qué tiene que ver una servilleta con esa mina? -se enfurece Tapón- ¿Puede ser que siempre la menciones por cualquier boludez?

Miguel reflexiona sobre lo dicho por Tapón y aclara:

-Se trata quizás del amor de su vida, o al menos de esa sensación que lo embarga. ¿Podría ser que de alguna manera estemos celosos? ¿Conocimos acaso nosotros sentimiento igual? ¿Salimos, besamos, nos casamos o al menos, pudimos ver a los ojos a aquella persona que pensamos era la indicada? ¿Qué tema no?.... Alcanzame una fainà, uruguayo.
-En envi vi vivi ...
-¡Envido! -remato yo.
-No, nono -me corrige el Tarta- en envi vivi vidia, me titi titi enen envidia.
-Real envido -contesta Tapón aprovechándose de mi error.
-El amor definitivo, el ideal soñado, pasión, dulzura, compañerismo, ternura, ¿quién no sueña con la mujer perfecta?, incluso un inmoral como Juan Pablo -desmenuza su pensamiento Miguel.
-Ehhh, yo no soy inmoral -se defiende el acusado.
-Consuelo diría que sos un gato -afirmo.
-Falta envido -grita Daniel.
-Alcanzame otra fainà -reclama Miguel.
-Yo quiero un pedazo de muzza -pide Juan Pablo.
-35 -grita Daniel enloquecido.
-No contesté nada -se sigue defendiendo en vano Juanpa.
-Dijiste "quiero" -le explica el uruguayo.
-Quiero Muzza, dije. No podés ser tan jodido.
-Estamos jugando truco, todo lo que se canta, vale -explica Daniel, inmutable.
-Quiero retruco -replica Juan Pablo.
-Yo pongo en mesa el tema -se abstrae de todo Miguel... ¿Existe la media naranja?
-Los holandeses tenían 2 cada uno en el Mundial -se ríe el uruguayo.
-Qué gra gra gra
-¿Gracioso?
-No. Gra gra grasoso. Popo po por la mumu muzza.

Pero Miguel no se da por vencido e intenta imponer el tema.

-A ver.... Quién conoció a la mujer de su vida?
-Yyyyyo la coco co
-Vos no, Tarta, ya sabemos. No rompas más las pelotas. La pregunta es para el resto. Guille, ¿vos te casaste con la mujer de tus sueños?
-¿Anita? Ni ahí.

Tapón se pone de pie y recita:

-"En el rancho e´la carancha, donde relincha el peludo, hay una yegua atada, con una flor en el culo"

-Jugamos sin Flor -se defiende Daniel.

-Nu nu nu nu
-¿¿¿Nu qué????
 -Nu Nunca di di dijimos na na nada de la flor.
-Nuestras flores –dice Miguel – nuestras propias mariposas, ese ser especial que está por ahí esperándonos.
-Pará un poco –le digo enojado - ¿ Y vos? Te juntaste con Inés, amiga de mi ex.... ¿No es tu media naranja?
-¿Inés? ¿El amor de mi vida? Nahhh...
-¿Vos Tapón?

Alejandro nos mira curioso, mira sus cartas y luego nos vuelve a mirar.

-Dije que tenía flor.
-Dale Tapón, te preguntamos otra cosa, dejá las cartas.
-Tengo 4 hijos preciosos.
-No estamos hablando de eso.
-Ya lo he dicho muchas veces. El amor es una utopía. Existe la compatibilidad. Mi mujer y yo somos compatibles. Listo, eso es todo lo que necesitan saber. Además... ¿A qué viene esa búsqueda del amor perfecto? ¡Cuánta estupidez!  El amor perfecto no existe. El ser perfecto no existe.
-Fe Fe Fer...
-¡¡Cortala con Fernanda vos!!
-Si tengo que ir más lejos –continúa Tapón- esa búsqueda es una excusa torpe e inútil para aquellos que viven en la más funesta soledad. Si se busca el amor sólo para huir de esa posición (a veces cómoda) se está destinado al fracaso.
-Vo vos Uru? –pregunta el Tarta.
-¿Yo qué?
-E e e estás co co con tu meme meme?
-¿Con mi media naranja? No, yo que sé. Es como dice Tapón. Uno a vece se queda con el amor de su infancia. A mí me gustaba la Guadalupe. Nunca se sabe si hubiera funcionado, pero...
-Pero –continúa Miguel- esa sensación de que sí lo hubiera hecho es lo que a veces nos permite continuar. Yo hablo con mi vieja, y habla del Tata con tanto amor, que realmente me da envidia sana. Y ahora, sin embargo, es como que eso se perdió, todo el mundo se divorcia.
-Yo estoy separado –me defiendo.
-¿Hablás por mí? –le pregunta Juan Pablo.
-Vos sos un caso especial. Ninguna te conforma.
-Eso es mentira.
-Sos el modelo perfecto de egocentrismo y del metrosexual. Las mujeres pasan a ser objetos solamente para vos.
-Yo también tuve mi secuencia de embobamiento.
-Y dale con esa estupidez.
-La secuencia de embobamiento –continúa Juan Pablo- es esa sensación que ustedes describen como el amor perfecto. Pero coincido con Tapón. El enamoramiento después muere y quedan cenizas.
-Yo creo –filosofa Tapón – que no te podés enamorar porque vivís aún de la gran desilusión que fue tu matrimonio. Te dejó vacío y sólo te queda descalificar a los demás, en este caso, al género femenino.
-Yo leí por ahí–me confeso- que somos en realidad una naranja completa. Esa necesidad de partirnos es masoquismo puro. Ganas de lastimarnos.
-Fe Fe Fe
-¡Cortala con Fernanda!
-Fe Fe Feo pepe pepensa mimi ento. Eeeel a mor eeee existe.
-Ilusiones, delirios, quimeras, utopías... El amor se construye –afirma Tapón.
-Será que –y me paro como para dar cátedra y  la vez, fuerza a mi dictamen – el amor de la vida es siempre aquél que no pudimos tener, que se nos escapó, que nos dejó rozarla o apenas saborear su sabor, aquél que nos lastimó porque simplemente no sentía lo que nosotros sentimos, ya lo decía el gran Freddy Mercury con su “amor de mi vida... ¿no puedes ver?” porque simplemente ella no sabe o no sabía lo que significaba para nosotros... ... o para mí”.

Y casi sin darnos cuenta, los seis nos ponemos a cantar a viva voz:



“Love of my life can't you see,  Bring it back, bring it back,
Don't take it away from me, because you don't know, what it means to me.
Love of my life don't leave me, You've stolen my love, you now desert me,
Love of my life can't you see, Bring it back, bring it back...





-¡Qué capo Freddy! –exclama el uruguayo.
-Ssnf ssnf – se suena los mocos el Tarta lloroso.
-Bueno, che, parecemos seis maricones, a ver si reparten las cartas –exclama Juan Pablo con voz bien ronca.
-Sí, carajo, mierda –intenta parecer más macho Miguel.
-Poné música, Tarta –le pido.
-Ni se te ocurra poner Queen porque te achuro –amenaza Juan Pablo.
-Tampoco Luis Miguel.
-Sí, poné algo heavy.... ¿Tenés Kiss?
-“Kiss” significa beso, pelotudo, ¿no podemos cambiar de tema?
-Che, gente, a ver si dejamos de pelear.
-El gaucho de nuestras pampas, peleaba con trabuco, yo peleo con tres cartas
... porque tengo flor y truco”.

Y la noche nos atrapa, entre risas, cargadas, juegos y pensamientos perdidos en la lejanía.

29 oct 2010

Burocracia musical

La experiencia vivida en Berazategui es probable que me deje marcado para toda la vida, especialmente por las quemaduras de tercer grado en mi espalda, el látigo, las muñecas cortadas y las trompadas que el marido de Valda me dio cuando descubrió nuestro affaire. Ni que hablar de la soberana patada recibida en mi retaguardia para despedirme a la calle.
Finalmente un vecino piadoso llamó al SAME quienes se ocuparon de trasladarme al hospital más cercano; hubiera llamado yo de haber encontrado el celular, cosa que el proctólogo en el nosocomio pudo conseguir.
Suero, sedante, vendas, boca abajo por inflamación trasera, la enfermera al menos es amable cuando me explica que debo reposar y tratar de relajarme.

-El doctor nos ha dado instrucciones para que la luz sea tenue, nada de TV (igual en la posición que está no puede ver nada), nada de ruidos. El stress que usted tiene es de cuidado, así que trate de dormir todo lo que pueda.

A pesar de los consejos marco con el meñique derecho (el índice lo tengo fracturado) el 0800 del departamento de atención al cliente de la página web de www.yomeengancho.com.ar con toda la intención de denunciar a la mujer responsable de mi situación física.
Me recibe un tema de Julio Iglesias, "El amor" y una voz sexy que me indica:

-"Se ha comunicado con Telecentral SRL, si usted quiere contratar alguno de nuestros servicios, por favor marque el 1; si tiene dudas sobre su factura, por favor marque el 2; si quiere realizar un pago, por favor marque el 3; si quiere realizar un pago, por favor marque el 4; si quiere realizar un pago, por favor marque el 5; si quiere realizar consultas técnicas sobre nuestros servicios de televisión, telefonía o Internet, por favor marque el 6; si quiere realizar un pago por favor marque el 7; si quiere realizar consultas técnicas sobre yomeengancho.com.ar, por favor marque el 8; para repetir el menú por favor marque el 9; si quiere ser atendido por un representante del departamento de atención al cliente marque la raíz cuadrada de 753.562 multiplicada por la división de 15.853 con 549."

Decido marcar el 9 y realizo la cuenta con el celular (trae  calculadora científica), no sin cierta dificultad en apretar los números debido al lubricante que torna resbaloso el aparato.  Marco el resultado correspondiente. Otra voz femenina me recibe:

-"Se ha comunicado con Telecentral SRL, atención al cliente, por favor, marque el 1 si necesita hablar de los servicios de televisión; 2 para Internet; 3 para telefonía; 4 para yomeengancho.com.ar; 5, 6, 7, 8 para realizar un pago; 9 para repetir el menú”.

Marco el 4 y finalmente me atiende un operador:

-Buenos días, mi nombre es Ernesto Chusmanchú, ¿me permite su número de cliente?
-Días, Ernesto. No tengo mi número de cliente a mano.
-¿Me permite su DNI?
-Le puedo pasar el número, el documento lo necesito.
-A eso me refiero señor. Y su fecha de nacimiento.
-Ok.
-No corte.  Mientras buscamos su número, le pasaremos con una breve encuesta.
-No, espere...

Sale Julio Iglesias cantando ahora "Jurame, aunque pase mucho tiempo, no has de olvidar el momento..."  Y tiempo justamente es lo que pasa con la encuesta con preguntas que van desde “¿cuál es su posición favorita? ¿Está a favor del aborto? ¿Probó pagar la factura por adelantado? ¿El mundo dejará de existir en el 2012? (en ese caso, abonando ese año por adelantado, usted tendrá un descuento del 20%).

-Hola, ¿sigue ahí? -la voz del otro lado corta, afortunadamente, la encuesta.
-Sí, sigo aquí Fumanchú.
-Es Chusmanchú, con CH, señor.
-Lo que sea.
-Su número de cliente es el 1744.
-Ok, perfecto. ¿Y ahora?
-Aguarde en línea mientras le paso al sector correspondiente.
-No, por favor, espere. Ni le dije mi problema.
-Es que aquí atendemos sólo los números impares.
-Sí, yo entiendo, pero...

La música de Queen, Bohemian Ehapsody, me sorprende y me aturde con su " mama mia, mama mia. Mama mia, let me go " a todo volumen.
Luego de escuchar el tema completo que dura como 6 minutos, me salta nuevamente el menú principal. Hago nuevamente el cálculo, accedo a un operador que me dice con voz amable:

-Bienvenido a Telecentral SRL. Su número de cliente por favor.
-1744.
-Ah, es número de 4 cifras, aguarde unos instantes.
-Señorita, ya me pasearon por todos los operadores.
-Soy señor, tendré la voz finita, pero señor. Y le tengo que pasar. No corte.
-Deme un numero de reclamo al menos.
-Aguarde unos instantes mientras proceso su número

La música de Para Elisa, de Beethoven,  intenta dormirme pero me mantengo firme.

-Tome nota, señor: el número de reclamo es TKG-u-e-8256 A*4. No corte que lo paso al sector correspondiente.

Chayanne con "Provocame" sacude mis oidos. La pequeña TV que monitorea mi secuencia cardíaca comienza a emitir un sonido agudo. La enfermera entra, pregunta si está todo bien, la mando a la mierda y sigo concentrándome en el teléfono.

-Bienvenido a Telecentral SRL, ¿cuál es su problema, señor?
-Conocí a ...
-Me permite primero su número de cliente.
-1744.
-Me decía...
-Conocí a una usuaria en yomeengancho.com.ar y quisiera hacer una denuncia.
-¿Qué tipo de denuncia?
-Fui prácticamente violado.
-¿Se concreto o no la violación?
-No le sabría decir. Por el dolor, apostaría más por el sí que por el no.
-¿Me puede informar el nombre de la usuaria?
-Yonolosé...
-Sin ese dato no puedo hacer nada.
-Me interrumpió: la usuaria es yonoloséperovoslosabrássoymorochainfernal
-¿Todo eso es el nombre?
-Si.
-¿Puede describir los hechos?
-Puedo pero... ¿Es necesario?
-¿Qué tipo de ataque sufrió?
-La mina era sadomasoquista.
-Ah, en ese caso, aguarde que le paso con el departamento de sadomasoquismo.
-No, no, no me ponga musiquita por favor, no me ...

Pero me sale un tema de Shakira y Alejandro Sanz "La Tortura" y el sensor del corazón empieza a escalar en el gráfico fuera de los parámetros normales.
Luego de 15 minutos, una voz masculina me atiende

-Departamento de violaciones, ¿en qué podemos ayudarlo?
-si, le cuento...
-Número de cliente?
-1744, 1744, 1744, 1744.
-¿1744? No le entendí bien.
-Se lo dije cuatro veces. ¡Cuatro veces! Es 1744. 1744.
-Ya le entendí, tranquilo. Cuenteme. ¿Cuál es su problema?
-Una loca de mierda me ató a la cama...
-Un momento... ¿Sadomasoquismo?
-Sí.
-Le pasaron mal, esto es Violaciones.
-¡Pero yo pedí por Sadomasoquismo! –grito furioso.

Es cuando digo estas palabras que ingresa la enfermera y me dice que soy un enfermo, un depravado y que en vez de estar contratando putas por teléfono, tendría que reposar. No le doy bola y sigo discutiendo con Telecentral SRL.

-Ya le paso con Sadomasoquismo, anote su número de reclamo por mala derivación KGAD-a-125935.
-.¿...35 me dijo?

Pero la música de “Ten paciencia, que el que espera desespera” de Thalía me interrumpe. A la media hora escucho finalmente:

-Departamento de Sadomasoquismo, Josefina Dasnota lo atiende.
-Hola Josefina, estoy llamando por una denuncia.
-¿Número de cliente?
-1744, 1744.
-¿Qué tipo de denuncia?
-¿Qué tipo de denuncia puede ser, si hablo con el departamento de Sadomasoquismo? ¿Es usted IDIOTA?
-No señor. “Dasnota”, Josefina “Dasnota”.
-NO, estúpida, le digo que es idiota, torpe, boluda, estúpida.
-Repitió “estúpida”.
-Retardada mental.
-Si va a insultarme, lo derivo al DCC.
-¿DCC?
-Departamento de Clientes Conflictivos.
-¿Por qué no me derivás a la reconcha de tu hermana?
-No corte, lo derivo.
-NONONO, hija de mil puta. ¡La musiquita otra vez no!

Se enciende una luz roja intermitente en la sala e ingresan 2 enfermeras con un doctor
-Este es el paciente, doctor, está cada vez más nervioso y no para de gritar.
-Apliquen 3 milímetros de relajante muscular, Carisoprodol, y me lo canalizan con un sedante potente, y saquen ese teléfono de su mano.
-¡No, por favor! -clamo lloroso- ¡El teléfono no, que ya me atienden!
-Y le ponen música para tranquilizarlo -agrega el doctor.
-NOOO, música no, música no.

Pero la inyección hace efecto y me deja planchado, casi sin reacción. La música de ABBA suena de fondo (Thank you for the music ) mientras escucho una voz que sale del celu diciendo:

-Telecentral SRL. Departamento de clientes conflictivos. ¿En qué podemos ayudarlo?... ¿Hola?... ¿Hola?... ¡Qué clientes de mierda! ¡No tienen un carajo de paciencia!! Siempre me cortan. Siempre, siempre, siempre.