29 dic 2010

Navidad

Resulta que las navidades no son lo divertidas que solían ser en nuestra infancia. Las fiestas de fin de año se tiñen de una profunda melancolía que muy lejos está de los regalos que el gordito de Papá Noel nos dejaba en el árbol.
Empezando por los quilombos familiares:

-Nene, ahora que te separaste, ya no tenemos que pasarla con los agretas de tus suegros. Vamos a ir a lo del Tano Ramírez -dictamina mi mamá, a lo que mi viejo responde entre escupitajos:
-Jamás. A lo del Tano no voy. No soporto a la Greta y menos sus histeriquedas a la hora de repartir los gastos. Lo puedo llamar a Alfonso y a Esther que la pasan en la quinta, y de paso tenemos pileta.
-Siempre el mismo interesado vos. Andate con ellos, a mi me cansa que te tiren en cara la guita que tienen, que los autos, el hidromasaje, los tres departamentos que alquilan
-Ok, ok, pero a lo de tu hermana no pienso ir.
-Mientras no vayamos con tu mamá.
-A mi vieja no la puedo dejar afuera
-A mi hermana tampoco.
-¿Qué mierda hacemos entonces? Esto es culpa tuya, nene -me señala mamá- por separarte.

-Gracias má, gracias pá. Salgo gente..

Y con un portazo me voy cantando Jingle Bells irónica y melodiosamente.
En la puerta me espera Juan Pablo con su auto y nos vamos al bar, a encontrarnos con los muchachos.
Ya sentados, Tapón, Juan Pablo, el Tarta, Daniel, Miguel, Ernesto y yo, empezamos a planificar la noche.

-¿Hacemo algo después de las 12, no? –pregunta Daniel mientras le da a la picadita.
-Yo yo meeee queque do en caca casa –apunta el Tarta.
-Siempre igual vos con las navidades, dejate de joder –me enojo.
-Así es el Tarta –aclara Tapón- muchas navidades, pero ninguna noche buena.
-“Árbol de navidad” le dicen –agrega Miguel.
-¿Por?
-Tiene las bolas de adorno.
-¿Por qué no vamos a bailar al nuevo boliche que abren justito para las fiestas, “El Santa Claus Nocturno”? –pregunta Juan Pablo.
-Yo voy a estar con mi jermu –aclara Ernesto.
-Querrás decir mi ex –le respondo, y se genera un murmullo molesto.
-Bueno, che. Por una vez que nos escapemos de casa, no va a pasar nada. ---¿Hay putas ahí? –Indaga Miguel.
-Dejate de putas –acota Tapón – Navidad es el momento de estar con los seres queridos y brindarnos a ellos por completo.
-Mirá quién habla, ¡el infiel!
-Las putas son mis seres queridos –señala Juan Pablo.
-Vos no estabas de novio? –le consulto.
-La verdad que no me acuerdo. Estaba saliendo con Mónica, pero no recuerdo si nos peleamos, y me puse a salir con Jazmín, o si estoy saliendo con las dos en una relación free. Voy a tener que empezar a llevar una libreta con este tema.
-Che, ¡qué lorca de mierda en estas fechas! ¿no?
-Aquí, en Argentina, sí. Habría que irnos al norte.
-Pobre el chabón que se disfraza de Santa Claus.
-Sí, de terror. Con barba, y todo abrigado.
-Mirá allá –apunta Ernesto – Papá Noé.
-Y mamá tampoco –responde Juan Pablo.
-Se dice Papá Noel –le corrijo.
-En Navidad se puede coger o es pecado? –Consulta Miguel.
-No a la mujer de tu prójimo –respondo mirando a Ernesto.
-La cosa e que uses forro –agrega Daniel.
-Para eso tenés que esperar a Los Reyes Magos –acota Tapón.
-¿Qué tienen que ver los Reyes Magos?
-Es que cuando vienen, llegan con dádivas, regalos y con ...dones.
-Vamos a un boliche, hagamos algo –ruega Juan Pablo.
-Al final no me dijeron si se puede o no coger.
-Hay que coger.
-Sí. Esa es una noche buena.
-¿Y a fin de año que hacemos?
-Lo mismo que en Navidad, coger.
-Sexópata – le digo a Juan Pablo.
-Que te recontra.
-Muchachos, feliz Navidad y año nuevo para todos.
-Fe fe fe
-¿Felisa me muero?
-No, pepe pepe lotutu do. Fe fefe liz ...
-Sí, sí. Feliz navidad para todos.

Y las copas de sidra y champagne chocan en el aire haciendo que el deseo se transforme en sonido, casi música de villancico


“Cantemos todos cantemos
cantemos con entusiasmo
cantemos al Rey del cielo
que pronto vendrá a salvarnos.

Señor, tu pueblo te espera
Te espera con alegría
preparándonos estamos
para cuando llegue el día.

Señor: aquí estamos todos
de rodillas suplicando
pidiéndote, oh, Dios mío
que vengas pronto a salvarnos.”

28 nov 2010

El infiel

A las 3 de la mañana de un martes, día laboral, suena el timbre del portero en casa de mis viejos, donde mi cuerpo reposa desde mi separación.
Es mi mamà la primera que reacciona:

-¡¡¡¡Neneeeeeeeee, atendé!!!!

Mientras se escucha murmurar y refunfuñar a mi viejo muy bajito "¿quién será el rompepelotas a esta hora?" me levanto con muchísimo esfuerzo y contesto:

-¿Quién es?
-Alejandro.
-¿Magno?
-Ale... Tapón, estúpido.
-¡Ah... Perdoná! Estoy medio dormido, llamame más tarde.
-¡Despertate, tarado! Estoy en la puerta de tu departamento, no en el teléfono. Necesito hablar con vos. Me rajaron de casa.

Sólo escuchar la funesta noticia hace que baje corriendo a abrirle a mi amigo. Poco me importa hacerlo en calzoncillos y medias.
Le explico a Tapón que mis viejos están dormidos y que no podemos hablar arriba.

-A esta hora no hay nada abierto, así que vayamos a lo de Juan Pablo.

Juan pablo vive solo desde su divorcio (el que lee frecuentemente esta historia ya lo sabe... A ponerse al día!). Y su bulín es el que oficia de cuartel central para reuniones de emergencias y clases amorosas.
Toco el portero y le digo por el altavoz:

-Abrí, código MoCo alfa 9.
-El culo te llueve -me responde, y al observarme por el portero visor agrega: -¿Qué hacés en pelotas?
-Uh, no me di cuenta en el apuro, abrí que te cuento.
-Ok -dice resignado y el prrrrrr de la cerradura abriéndose anuncia nuestro ingreso.

Ya en el departamento, Juan Pablo nos reclama:

-Hablemos bajito que estoy con una mina, así no se despierta.
-¿Quién es? ¿La conocemos? -indaga Tapón.
-Morocha, pelo largo -detalla Juanpa.
-El nombre pregunto, no la descripción.
-¡Ahh, ni idea! No me acuerdo el nombre, y menos a esta hora luego de tres polvos. En fin, ¿así que “MoCo alfa 9”? Contá con lujos de detalles, Tapón.
-Inés me echó de casa, descubrió todo.
-¿¿Todo?? Lo del travesti del año pasado fue un error, ya lo expliqué mil veces, les pedí que no lo cuenten -alerta Juan Pablo.
-No boludo, todo lo mío.
-Seré curioso... ¿Y qué es todo lo tuyo? Nosotros estamos en bolas.
-Sí, ya me di cuenta.
-Me refería a la falta de información, no a que estamos en calzones.
-Muchachos, soy un hombre infiel.

Reímos. Mucho. Las carcajadas son estruendosas, tanto que Don Ramón, el vecino de Juan Pablo, guardia de seguridad, que justo hoy (sí, justito) tiene franco, golpea las paredes reclamando silencio.

-No sé de qué carajo se ríen – casi nos insulta, Tapón.
-Es que vos -le digo- sos como el modelo ideal del hombre casado. 4 chicos, caballero, familiero, etc etc. La verdad que se nos hace difícil creerte.
-Será difícil, pero es verdad.
-¿Cómo se llama la mina? -pregunta Juan Pablo.
-Ana Lucía.
-¿Ta buena? -consulto.
-No viene al caso.
-¿Hace cuánto la ves?
-Hace 2 años.
-¡¡¿¿DOS AÑOS??!!  -repetimos al unísono con Juan Pablo.
-Sí, y no puedo más, gente, sostener esta doble vida me está matando de a poco.
-¿Pero la mina no sabe que sos casado?
-No, ella cree que estoy separado.
-¿Pero es boluda? Si vivís con Inés, ¿cómo no puede avivarse?
-Sí, excepto cuando viajo por el laburo al interior.
-Bueno, pero estás laburando...

Tapón hace un gesto de "no" con el dedo índice.

-¡Ahhh, entiendo! -exclama Juan Pablo golpeándose la cabeza con el puño cerrado- A tu jermu le decís que te vas por laburo y en realidad te vas a lo de tu amante y viceversa.
-Correcto.
-¿Y si te llaman cuando estás con la otra?
-No atiendo. Digo que estaba ocupado.
-¿Si es de noche, también?
-Que estaba en el baño, tenía el celu apagado, no sé, la excusa que me salga en ese momento, improviso rápido. Y apenas puedo, me hago una escapada para hablar sin ser escuchado.
-¿Y cogés con las dos? ¿Te da el cuero?
-Con Inés, apenas, ella me busca y a veces cedo; con Ana Lucía en cambio hay pasión desenfrenada.
-Pero nunca nos contaste nada -me quejo.
-Tenía miedo que metan la pata, pero ahora ya es tarde, se descubrió todo muchachos, no sé que voy a hacer.


No le contestamos. Reflexionamos con Juan Pablo sobre los hechos tratando de sacar conclusiones y soluciones determinantes. En el mientras tanto, averiguamos un poco más.

-¿Cómo lo descubrió?
-Empezó por el poco sexo. Ahí nació la duda. Yo le expliqué que estaba cansado, stress, dolor de cabeza, ya saben, lo de siempre.
-No sé de qué hablás -confiesa sincero y confundido Juan Pablo.

Tapón no le da bola y sigue su relato.

-Luego empezó a revisar mi agenda, mi Iphone, mis mensajes. Al principio los borraba, luego le puse clave al celu, lo que aumentó sus sospechas. Configuré el teléfono para que sus mensajes vibren y no repliquen con un ringtone. Cuando el tema se complicó, compré otro celular y lo dejé en la guantera del auto, el tema es que compré el mismo modelo, cloné la agenda y me confundí. Subí el celular que usaba para hablar con Ana Lucia a casa y pafffff, Inés leyó todo, le mandó un mensaje a Ana Lucía mandándola a la mierda.

-¿Y ahora?
-Con Ana Lucía todo bien, le expliqué que era mi ex quien me había afanado el teléfono cuando fui a visitar a mis chicos y me creyó. Le dije que es media loquita y que se cree que seguimos casados. Fue complicado, porque supuestamente yo estaba en San Luis, pero le dije que me volví porque a Pedro, el menor, le había agarrado lo que parecía apendicitis y fue ahí cuando mi ex tomó el celu.
-¡Qué bolonqui! -admito.
-¿Tá buena o no, Ana Lucía?
-Aquí lo importante es mantener el status quo. Por ende, hay que solucionar tu situación con Inés.
-¿Está buena o no? -insiste Juan Pablo.
-Sí, sí, está buena, no rompas más las pelotas.
-¿Qué puntaje? -va por más JuanPa.
-Un 7, ¿está bien? ¿Podemos cambiar de sintonía?
-¿Un 7 en tu escala o en la mía? Porque si es en la mía... ¿tendrá
alguna hermana?
-Igual, tengo que admitir que no entiendo -interrumpo.
-¿Qué no entendés?
-Si Ana Lucía te gusta tanto, ¿por qué no te vas con ella y listo?
-Siendo franco, creo que me siento seguro con mi esposa a pesar de que Inés ya no me
calienta, me da sensación de equilibrio, estabilidad y pertenencia. Aunque la convivencia a veces es una tortura. Con Ana Lucía, en cambio, comparto otros códigos.
-Sí, sexo y preservativos –acota Juan Pablo.
-Nah, no me cuido.
-¿Estás en pedo? ¿Y si queda embarazada?
-Ella toma pastillas.
-Hasta que no la tome y alpiste.
-O se olvide -agrega Juan Pablo.
-Nos vamos por las ramas, muchachos. ¿Qué hago ahora?
-Podés quedarte conmigo, mientras solucionás tus quilombos, pero -aclara Juan Pablo- vamos a tener que coordinar una dinámica. Si venís del laburo y encontrás una media en el picaporte, es que estoy solo.
-¿Por qué no hacés al revés? Dejá una media cuando viene alguien.
-¡No, eso es la mayoría de las veces!
-¿Y qué hago mientras vos estás cogiendo?
-¡Poco ruido!!
-¿Y por qué no te vas con Ana Lucía? -pregunto inocentemente.
-No, ni en pedo. Tiene miles de quilombos económicos, con sus hijos y la mar en
coche. Necesito paz.
-¿Y para qué salís con ella?
-Para tener guerra -contesta, pero Juan Pablo.
-Y bueno, ¿a quién no le gusta una buena batalla de vez en cuándo? –aclara Tapón.
-De todos los tipos, jamás pensé que vos serías infiel. Nunca entendí ese papel. Me parece de una total ausencia de personalidad, ligado, obviamente también, a la ausencia de toma de decisiones.
-Te vas metiendo sin quererlo. A veces las cosas se dan así –insiste en sostener su posición Tapón.
-¿Cómo la conociste?
-En un 0800 para parejas, un buen servicio telefónico.
-¿¿Una cita a ciegas?? ¿¿Estás loco??
-Mal no me salió.
-Noooon, qué vaaa! Por eso te rajaron de tu casa.
-Siempre me gustó Inés en eso. Tiene carácter, tiene personalidad, no se va a dejar pisotear, menos dejar que la engañen en la cara -afirmo.
-Es cierto -me apoya Juan Pablo- esa es una mina con todas las letras y....

Suena el teléfono de Tapón. Habla bajito, dice "gracias" varias veces y corta contento.
-¿Quién era? ¿Qué pasó? –pregunto intrigado al ver cómo le cambia la cara a mi amigo hacia una expresión de felicidad.
-Era Inés, que me perdona, que me ama y que puedo volver con ella.
-Pero... Pero...  No pasó ni dos horas que te fuiste de tu casa.
-Así es, y ahora ya puedo volver en 3 días.
-¿3 días? ¿Y ahora por qué no?
-Porque viajo al interior
-¿Laburo?
-NO, boludo, voy a ver a Ana Lucía.
-Pero ... Pero.... ¿Y si se entera Inés?
-Nah, lo manejo. Me voy muchachos, gracias por todo...

Y el turro se marcha dejándonos con la boca abierta, entendiendo aún menos sobre las relaciones y el amor.

-¡Qué boluda esta Inés! -le digo a Juan Pablo, que sólo atina a contestar...
-¿Estará buena esa Ana Lucía o no?

15 nov 2010

Sobre la media naranja, el amor de la vida y las mariposas en la panza

El hospital me da de alta luego de haber perdido como una semana en el trabajo (para saber el quilombo en que me metí, leé los 2 capítulos anteriores). Por suerte, consigo el certificado médico correspondiente para presentarle al terrible Sr Arizmendi, gerente de RRHH de mi trabajo, que pareciera tener la bola de cristal sobre las vidas de los empleados, mentiras, verdades, alegrías y miserias, cosa que me permite (el certificado) evitar el descuento de los días, y cobrar el sueldo completo para cuidarlo como corresponde, esto es: apostarlo en varios partidos de truco en la casa de el Tarta.
Viernes, 21 hs, temprano para pedirnos una grande de muzza doble y otra de cebolla, algunas empanadas, fainá, y la infaltable picada que acompaña a los naipes. Otra noche con amigos.

-Puto -me dice Juan Pablo, y enseguida se corrige- Perdón, quise decir "Truco".
-Fui casi violado, eso no quiere decir que sea puto.
-Jamás dije eso -me contesta con una sonrisa sarcástica.
-Má si, andá a cagar. Quiero retruco -le grito y se va al mazo. Por cagón.
-El a a an an ancho de esp esp pada ti ti titi ene grasa, no se pupu pupu ede jugar así -aclara el Tarta -mientras chorrea muzzarella esta vez sobre el 7 de oro.
-Limpiate con una servilleta, no con las carta, Tarta -le espeta Daniel comiéndose una s como acostumbra.
-Fe fe Fernan da si si siempre me dede de cicicía lo mismo -afirma el Tarta.
-¿Qué tiene que ver una servilleta con esa mina? -se enfurece Tapón- ¿Puede ser que siempre la menciones por cualquier boludez?

Miguel reflexiona sobre lo dicho por Tapón y aclara:

-Se trata quizás del amor de su vida, o al menos de esa sensación que lo embarga. ¿Podría ser que de alguna manera estemos celosos? ¿Conocimos acaso nosotros sentimiento igual? ¿Salimos, besamos, nos casamos o al menos, pudimos ver a los ojos a aquella persona que pensamos era la indicada? ¿Qué tema no?.... Alcanzame una fainà, uruguayo.
-En envi vi vivi ...
-¡Envido! -remato yo.
-No, nono -me corrige el Tarta- en envi vivi vidia, me titi titi enen envidia.
-Real envido -contesta Tapón aprovechándose de mi error.
-El amor definitivo, el ideal soñado, pasión, dulzura, compañerismo, ternura, ¿quién no sueña con la mujer perfecta?, incluso un inmoral como Juan Pablo -desmenuza su pensamiento Miguel.
-Ehhh, yo no soy inmoral -se defiende el acusado.
-Consuelo diría que sos un gato -afirmo.
-Falta envido -grita Daniel.
-Alcanzame otra fainà -reclama Miguel.
-Yo quiero un pedazo de muzza -pide Juan Pablo.
-35 -grita Daniel enloquecido.
-No contesté nada -se sigue defendiendo en vano Juanpa.
-Dijiste "quiero" -le explica el uruguayo.
-Quiero Muzza, dije. No podés ser tan jodido.
-Estamos jugando truco, todo lo que se canta, vale -explica Daniel, inmutable.
-Quiero retruco -replica Juan Pablo.
-Yo pongo en mesa el tema -se abstrae de todo Miguel... ¿Existe la media naranja?
-Los holandeses tenían 2 cada uno en el Mundial -se ríe el uruguayo.
-Qué gra gra gra
-¿Gracioso?
-No. Gra gra grasoso. Popo po por la mumu muzza.

Pero Miguel no se da por vencido e intenta imponer el tema.

-A ver.... Quién conoció a la mujer de su vida?
-Yyyyyo la coco co
-Vos no, Tarta, ya sabemos. No rompas más las pelotas. La pregunta es para el resto. Guille, ¿vos te casaste con la mujer de tus sueños?
-¿Anita? Ni ahí.

Tapón se pone de pie y recita:

-"En el rancho e´la carancha, donde relincha el peludo, hay una yegua atada, con una flor en el culo"

-Jugamos sin Flor -se defiende Daniel.

-Nu nu nu nu
-¿¿¿Nu qué????
 -Nu Nunca di di dijimos na na nada de la flor.
-Nuestras flores –dice Miguel – nuestras propias mariposas, ese ser especial que está por ahí esperándonos.
-Pará un poco –le digo enojado - ¿ Y vos? Te juntaste con Inés, amiga de mi ex.... ¿No es tu media naranja?
-¿Inés? ¿El amor de mi vida? Nahhh...
-¿Vos Tapón?

Alejandro nos mira curioso, mira sus cartas y luego nos vuelve a mirar.

-Dije que tenía flor.
-Dale Tapón, te preguntamos otra cosa, dejá las cartas.
-Tengo 4 hijos preciosos.
-No estamos hablando de eso.
-Ya lo he dicho muchas veces. El amor es una utopía. Existe la compatibilidad. Mi mujer y yo somos compatibles. Listo, eso es todo lo que necesitan saber. Además... ¿A qué viene esa búsqueda del amor perfecto? ¡Cuánta estupidez!  El amor perfecto no existe. El ser perfecto no existe.
-Fe Fe Fer...
-¡¡Cortala con Fernanda vos!!
-Si tengo que ir más lejos –continúa Tapón- esa búsqueda es una excusa torpe e inútil para aquellos que viven en la más funesta soledad. Si se busca el amor sólo para huir de esa posición (a veces cómoda) se está destinado al fracaso.
-Vo vos Uru? –pregunta el Tarta.
-¿Yo qué?
-E e e estás co co con tu meme meme?
-¿Con mi media naranja? No, yo que sé. Es como dice Tapón. Uno a vece se queda con el amor de su infancia. A mí me gustaba la Guadalupe. Nunca se sabe si hubiera funcionado, pero...
-Pero –continúa Miguel- esa sensación de que sí lo hubiera hecho es lo que a veces nos permite continuar. Yo hablo con mi vieja, y habla del Tata con tanto amor, que realmente me da envidia sana. Y ahora, sin embargo, es como que eso se perdió, todo el mundo se divorcia.
-Yo estoy separado –me defiendo.
-¿Hablás por mí? –le pregunta Juan Pablo.
-Vos sos un caso especial. Ninguna te conforma.
-Eso es mentira.
-Sos el modelo perfecto de egocentrismo y del metrosexual. Las mujeres pasan a ser objetos solamente para vos.
-Yo también tuve mi secuencia de embobamiento.
-Y dale con esa estupidez.
-La secuencia de embobamiento –continúa Juan Pablo- es esa sensación que ustedes describen como el amor perfecto. Pero coincido con Tapón. El enamoramiento después muere y quedan cenizas.
-Yo creo –filosofa Tapón – que no te podés enamorar porque vivís aún de la gran desilusión que fue tu matrimonio. Te dejó vacío y sólo te queda descalificar a los demás, en este caso, al género femenino.
-Yo leí por ahí–me confeso- que somos en realidad una naranja completa. Esa necesidad de partirnos es masoquismo puro. Ganas de lastimarnos.
-Fe Fe Fe
-¡Cortala con Fernanda!
-Fe Fe Feo pepe pepensa mimi ento. Eeeel a mor eeee existe.
-Ilusiones, delirios, quimeras, utopías... El amor se construye –afirma Tapón.
-Será que –y me paro como para dar cátedra y  la vez, fuerza a mi dictamen – el amor de la vida es siempre aquél que no pudimos tener, que se nos escapó, que nos dejó rozarla o apenas saborear su sabor, aquél que nos lastimó porque simplemente no sentía lo que nosotros sentimos, ya lo decía el gran Freddy Mercury con su “amor de mi vida... ¿no puedes ver?” porque simplemente ella no sabe o no sabía lo que significaba para nosotros... ... o para mí”.

Y casi sin darnos cuenta, los seis nos ponemos a cantar a viva voz:



“Love of my life can't you see,  Bring it back, bring it back,
Don't take it away from me, because you don't know, what it means to me.
Love of my life don't leave me, You've stolen my love, you now desert me,
Love of my life can't you see, Bring it back, bring it back...





-¡Qué capo Freddy! –exclama el uruguayo.
-Ssnf ssnf – se suena los mocos el Tarta lloroso.
-Bueno, che, parecemos seis maricones, a ver si reparten las cartas –exclama Juan Pablo con voz bien ronca.
-Sí, carajo, mierda –intenta parecer más macho Miguel.
-Poné música, Tarta –le pido.
-Ni se te ocurra poner Queen porque te achuro –amenaza Juan Pablo.
-Tampoco Luis Miguel.
-Sí, poné algo heavy.... ¿Tenés Kiss?
-“Kiss” significa beso, pelotudo, ¿no podemos cambiar de tema?
-Che, gente, a ver si dejamos de pelear.
-El gaucho de nuestras pampas, peleaba con trabuco, yo peleo con tres cartas
... porque tengo flor y truco”.

Y la noche nos atrapa, entre risas, cargadas, juegos y pensamientos perdidos en la lejanía.

29 oct 2010

Burocracia musical

La experiencia vivida en Berazategui es probable que me deje marcado para toda la vida, especialmente por las quemaduras de tercer grado en mi espalda, el látigo, las muñecas cortadas y las trompadas que el marido de Valda me dio cuando descubrió nuestro affaire. Ni que hablar de la soberana patada recibida en mi retaguardia para despedirme a la calle.
Finalmente un vecino piadoso llamó al SAME quienes se ocuparon de trasladarme al hospital más cercano; hubiera llamado yo de haber encontrado el celular, cosa que el proctólogo en el nosocomio pudo conseguir.
Suero, sedante, vendas, boca abajo por inflamación trasera, la enfermera al menos es amable cuando me explica que debo reposar y tratar de relajarme.

-El doctor nos ha dado instrucciones para que la luz sea tenue, nada de TV (igual en la posición que está no puede ver nada), nada de ruidos. El stress que usted tiene es de cuidado, así que trate de dormir todo lo que pueda.

A pesar de los consejos marco con el meñique derecho (el índice lo tengo fracturado) el 0800 del departamento de atención al cliente de la página web de www.yomeengancho.com.ar con toda la intención de denunciar a la mujer responsable de mi situación física.
Me recibe un tema de Julio Iglesias, "El amor" y una voz sexy que me indica:

-"Se ha comunicado con Telecentral SRL, si usted quiere contratar alguno de nuestros servicios, por favor marque el 1; si tiene dudas sobre su factura, por favor marque el 2; si quiere realizar un pago, por favor marque el 3; si quiere realizar un pago, por favor marque el 4; si quiere realizar un pago, por favor marque el 5; si quiere realizar consultas técnicas sobre nuestros servicios de televisión, telefonía o Internet, por favor marque el 6; si quiere realizar un pago por favor marque el 7; si quiere realizar consultas técnicas sobre yomeengancho.com.ar, por favor marque el 8; para repetir el menú por favor marque el 9; si quiere ser atendido por un representante del departamento de atención al cliente marque la raíz cuadrada de 753.562 multiplicada por la división de 15.853 con 549."

Decido marcar el 9 y realizo la cuenta con el celular (trae  calculadora científica), no sin cierta dificultad en apretar los números debido al lubricante que torna resbaloso el aparato.  Marco el resultado correspondiente. Otra voz femenina me recibe:

-"Se ha comunicado con Telecentral SRL, atención al cliente, por favor, marque el 1 si necesita hablar de los servicios de televisión; 2 para Internet; 3 para telefonía; 4 para yomeengancho.com.ar; 5, 6, 7, 8 para realizar un pago; 9 para repetir el menú”.

Marco el 4 y finalmente me atiende un operador:

-Buenos días, mi nombre es Ernesto Chusmanchú, ¿me permite su número de cliente?
-Días, Ernesto. No tengo mi número de cliente a mano.
-¿Me permite su DNI?
-Le puedo pasar el número, el documento lo necesito.
-A eso me refiero señor. Y su fecha de nacimiento.
-Ok.
-No corte.  Mientras buscamos su número, le pasaremos con una breve encuesta.
-No, espere...

Sale Julio Iglesias cantando ahora "Jurame, aunque pase mucho tiempo, no has de olvidar el momento..."  Y tiempo justamente es lo que pasa con la encuesta con preguntas que van desde “¿cuál es su posición favorita? ¿Está a favor del aborto? ¿Probó pagar la factura por adelantado? ¿El mundo dejará de existir en el 2012? (en ese caso, abonando ese año por adelantado, usted tendrá un descuento del 20%).

-Hola, ¿sigue ahí? -la voz del otro lado corta, afortunadamente, la encuesta.
-Sí, sigo aquí Fumanchú.
-Es Chusmanchú, con CH, señor.
-Lo que sea.
-Su número de cliente es el 1744.
-Ok, perfecto. ¿Y ahora?
-Aguarde en línea mientras le paso al sector correspondiente.
-No, por favor, espere. Ni le dije mi problema.
-Es que aquí atendemos sólo los números impares.
-Sí, yo entiendo, pero...

La música de Queen, Bohemian Ehapsody, me sorprende y me aturde con su " mama mia, mama mia. Mama mia, let me go " a todo volumen.
Luego de escuchar el tema completo que dura como 6 minutos, me salta nuevamente el menú principal. Hago nuevamente el cálculo, accedo a un operador que me dice con voz amable:

-Bienvenido a Telecentral SRL. Su número de cliente por favor.
-1744.
-Ah, es número de 4 cifras, aguarde unos instantes.
-Señorita, ya me pasearon por todos los operadores.
-Soy señor, tendré la voz finita, pero señor. Y le tengo que pasar. No corte.
-Deme un numero de reclamo al menos.
-Aguarde unos instantes mientras proceso su número

La música de Para Elisa, de Beethoven,  intenta dormirme pero me mantengo firme.

-Tome nota, señor: el número de reclamo es TKG-u-e-8256 A*4. No corte que lo paso al sector correspondiente.

Chayanne con "Provocame" sacude mis oidos. La pequeña TV que monitorea mi secuencia cardíaca comienza a emitir un sonido agudo. La enfermera entra, pregunta si está todo bien, la mando a la mierda y sigo concentrándome en el teléfono.

-Bienvenido a Telecentral SRL, ¿cuál es su problema, señor?
-Conocí a ...
-Me permite primero su número de cliente.
-1744.
-Me decía...
-Conocí a una usuaria en yomeengancho.com.ar y quisiera hacer una denuncia.
-¿Qué tipo de denuncia?
-Fui prácticamente violado.
-¿Se concreto o no la violación?
-No le sabría decir. Por el dolor, apostaría más por el sí que por el no.
-¿Me puede informar el nombre de la usuaria?
-Yonolosé...
-Sin ese dato no puedo hacer nada.
-Me interrumpió: la usuaria es yonoloséperovoslosabrássoymorochainfernal
-¿Todo eso es el nombre?
-Si.
-¿Puede describir los hechos?
-Puedo pero... ¿Es necesario?
-¿Qué tipo de ataque sufrió?
-La mina era sadomasoquista.
-Ah, en ese caso, aguarde que le paso con el departamento de sadomasoquismo.
-No, no, no me ponga musiquita por favor, no me ...

Pero me sale un tema de Shakira y Alejandro Sanz "La Tortura" y el sensor del corazón empieza a escalar en el gráfico fuera de los parámetros normales.
Luego de 15 minutos, una voz masculina me atiende

-Departamento de violaciones, ¿en qué podemos ayudarlo?
-si, le cuento...
-Número de cliente?
-1744, 1744, 1744, 1744.
-¿1744? No le entendí bien.
-Se lo dije cuatro veces. ¡Cuatro veces! Es 1744. 1744.
-Ya le entendí, tranquilo. Cuenteme. ¿Cuál es su problema?
-Una loca de mierda me ató a la cama...
-Un momento... ¿Sadomasoquismo?
-Sí.
-Le pasaron mal, esto es Violaciones.
-¡Pero yo pedí por Sadomasoquismo! –grito furioso.

Es cuando digo estas palabras que ingresa la enfermera y me dice que soy un enfermo, un depravado y que en vez de estar contratando putas por teléfono, tendría que reposar. No le doy bola y sigo discutiendo con Telecentral SRL.

-Ya le paso con Sadomasoquismo, anote su número de reclamo por mala derivación KGAD-a-125935.
-.¿...35 me dijo?

Pero la música de “Ten paciencia, que el que espera desespera” de Thalía me interrumpe. A la media hora escucho finalmente:

-Departamento de Sadomasoquismo, Josefina Dasnota lo atiende.
-Hola Josefina, estoy llamando por una denuncia.
-¿Número de cliente?
-1744, 1744.
-¿Qué tipo de denuncia?
-¿Qué tipo de denuncia puede ser, si hablo con el departamento de Sadomasoquismo? ¿Es usted IDIOTA?
-No señor. “Dasnota”, Josefina “Dasnota”.
-NO, estúpida, le digo que es idiota, torpe, boluda, estúpida.
-Repitió “estúpida”.
-Retardada mental.
-Si va a insultarme, lo derivo al DCC.
-¿DCC?
-Departamento de Clientes Conflictivos.
-¿Por qué no me derivás a la reconcha de tu hermana?
-No corte, lo derivo.
-NONONO, hija de mil puta. ¡La musiquita otra vez no!

Se enciende una luz roja intermitente en la sala e ingresan 2 enfermeras con un doctor
-Este es el paciente, doctor, está cada vez más nervioso y no para de gritar.
-Apliquen 3 milímetros de relajante muscular, Carisoprodol, y me lo canalizan con un sedante potente, y saquen ese teléfono de su mano.
-¡No, por favor! -clamo lloroso- ¡El teléfono no, que ya me atienden!
-Y le ponen música para tranquilizarlo -agrega el doctor.
-NOOO, música no, música no.

Pero la inyección hace efecto y me deja planchado, casi sin reacción. La música de ABBA suena de fondo (Thank you for the music ) mientras escucho una voz que sale del celu diciendo:

-Telecentral SRL. Departamento de clientes conflictivos. ¿En qué podemos ayudarlo?... ¿Hola?... ¿Hola?... ¡Qué clientes de mierda! ¡No tienen un carajo de paciencia!! Siempre me cortan. Siempre, siempre, siempre.

6 oct 2010

¡Qué bardo con Valda!



La secretaria de la doctora Cornelia Parada ingresa al consultorio sin golpear la puerta.

-Doctora, ya está aquí Amadorcito Villasoldati, recién llegadito del pueblo de General Frutos, con más granitos que nunca en la cara y con suma urgencia en ser atendido.

Aprovecho la interrupción, me limpio como puedo y huyo con un "volveré" de película, seguro de que la doctora Parada será una gran guía en mi futuro inmediato.
Me decido a poner en práctica todos los consejos de la sexóloga y llamo a Consuelo para que sea mi conejillo de Indias, pero una serie de epítetos extraños y groseros del otro lado de la línea me dan a entender que sigue bastante enojada aún conmigo.
Resuelvo entonces volver a entrar al sitio on line www.yomeengancho.com.ar en búsqueda de una candidata potable para mi experimento sexual.
Una hermosa mujer de 34 años contesta mis requerimientos, luego de haberle mandado 758 mensajes consecutivos. Y lo principal, no busca nada serio sino sólo "diversión pajera", a la cual acudí inmediatamente al leer el mensaje que me identificó por completo. Valda (ese su nombre) me aclaró antes que nada que había leído mal: diversión “pasajera”, no “pajera” me dijo con una sonrisa burlona.
Nos encontramos en un bar. En el mismo que uso para todas mis primeras citas.
-¿Que tomás? -le pregunto y ella elude la bebida y me ahorra unos mangos al invitarme a su hogar.
-Conmigo ni te gastés, que busco otra cosa. Vamos a mi casa -me ordena y me levanto tan rápido que olvido pagar los cafés que había consumido entre varios cigarrillos.
El caos de la ciudad nos azota al salir del bar, el ruido de los bocinazos y las puteadas de los transeúntes apenas me deja escuchar cuando ella me pregunta si me gusta el té. "Sí, tomo cualquier cosa" le afirmo mientras pienso: "¿Quién carajo piensa en lo que voy a tomar? ¡Quiero coger!". Nos subimos a su auto y rumbeamos para Berazategui, a una casa oscura y siniestra, apenas iluminada por una vela aromática que se ve desde la ventana.
Traspaso la puerta y Valda me da un sopapo brutal en la cara que me rompe el labio y me deposita sobre la cama. Me pone boca abajo y me ata de pies y manos.
-¿Qué hacés loca? -mascullo preocupado por la situación.
-¿No me dijiste que te gustaba? -me dice ella.
-¿Ehhh? ¿Cuándo?
-En la calle, al salir del bar.
-Vos estás rayada, sólo me preguntaste si me gustaba el té.
-No, qué té ni que té. Te dije si te gusta que TE aTEn.
-¡Ahhh! - exclamo en el preciso momento que ella se desnuda por completo y se calza un vestido de cuero negro ajustado. "Miauuu" me dice mientras me lame y me rasguña un cachete.
-¿Te gusta bebé? -indaga pero cuando quiero contestar "me pareció ver un lindo gatito" una mordaza me tapa la boca.
Un látigo de dimensiones gigantes aparece de la nada y me azota el traste.
-¿Quién es tu ama? ¿Quién es tu ama?
-No corro -se me escucha exclamar con esfuerzo por la mordaza.
-Ya te vas a correr, dame tiempo -asegura Valda mientras prende una vela y vuelca la cera sobre mi espalda desnuda.
-No corro -insisto aullando de dolor hasta que con la lengua me saco la mordaza, no sé como, y el "socorro" sale clarito sin confusiones.
-Gritá todo lo que quieras, nadie te va a escuchar -me dice repitiendo exactas palabras de asesinos seriales de millones de películas de terror y llevando la preocupación por mi vida, a un nuevo nivel.
Escucho un "crack" y pienso que me ha roto alguna costilla, pero es la cama que se parte al medio ante los saltos que Valda realiza sobre mi columna vertebral en una especie de masaje homicida.
-¡Pará loca, me estás matando! –le grito a la vez que logro zafar una mano de la cuerda que me aprisiona y la paso alrededor de su cuello. Sujeto la otra parte de la cuerda con la boca y tiro.
-Sí, ahorcame papi, asfixiame –grita Valda.
-Rayada, pará un poco.
“Esta vez no la cuento” pienso cuando Valda logra zafar de la cuerda y trae un pene gigante vibrador hacia la cama con intenciones violatorias. Abre un pote de lubricante y me rocía por todos lados.
-Te va a doler al principio, pero después te va a gustar –me aclara mientras se vuelve a sentar sobre mi espalda y me ata la mano que había logrado liberar.
-No, no –grito descontrolado mientras me revuelco y me muevo evitando el artefacto violador. Tanto salto da resultado, y Valda resbala toda su humanidad entre tanto lubricante siendo su destino final un terrible cocazo contra la cabecera de la cama. Y cae desmayada. El pene de goma continúa vibrando peligrosamente cerca de la zona del gol, con lo cual decido no moverme para evitar cualquier intruso no deseado en mi retaguardia.
Pasan horas angustiosas y largas. El aparato parece el conejito de la propaganda, y sigue, y sigue, y sus pilas son interminables. El ruido además de generar seguramente un serio problema psicológico en mí, está lastimando físicamente mis tímpanos.
Son las 10.00 de la mañana cuando me despierto (indudablemente sucumbí a los nervios y al cansancio) y me descubro igual, atado, con el sonido molesto y vibrante de fondo, aunque la luz del sol entrando por la ventana hace la escena menos terrorífica.
“Ya está, no puedo estar peor que ahora” me digo cuando escucho como se abre la puerta de la casa de Valda y una voz ronca y varonil anuncia:
-¡Querida, llegó tu papi! Allí voy.

25 sept 2010

Una Parada poco atractiva pero interesante

-¡Ahhh, listo, fabulosoooo! -le digo a Consuelo y me deslizo a su lado.
-¿Listo? -me dice ella con cara fastidiosa (por no decir furiosa).
-Ajá -exclamo emulando a mi psicólogo van Uto.
-¿Listo? -vuelve a repetir ya no enojada, sino llorosa.
-Sí, ya te dije que sí dos veces. ¿Qué te pasa?
-Guille, a ver, en pos de la sinceridad que nos une debo confesarte que nuestros últimos encuentros amorosos (y soy generosa con el adjetivo) fueron decepcionantes.
-Pará un poquito, no seas así, si te escuché gemir todo el tiempo.
-De dolor sería, porque me estabas aplastando con tu zapán.
-Pero, pero... ¿Por qué?
-¿Querés detalles?
-Sí. ¿Ya no te gusto?
-No es eso.
-Me vas a salir con eso de “no sos vos, soy yo”.
-Dejá de decir huevadas, que somos amigos con privilegios, nada más. Que conste que fuiste vos quién pidió detalles, y voy a obviar el triste episodio de la pérdida del forro. Enumero. A saber:
1- Recién acabaste en 2 minutos.
2- Ayer, y pasado en 5 minutos, lo que puede decirse un récord.
3- El juego previo desapareció, la querés meter, traca traca y ya.
4- Es un solo polvo y después roncas como cerdo a mi lado.
5- No te bañas ni antes ni después de coger.
6- Una misma posición aburre siempre.
7- Sería bueno que de vez en cuando vos te movieras un poco también. Mi espalda está destruida.
8- Cuando te dije que quería un buen cunilingus, me dijiste que sólo tenías Coca Cola y ginebra en la heladera.
9- Lavarse los dientes ayuda a los besos de lengua.
10- Se está complicando que tu pene se pare como corresponde, o simplemente que se pare. Ya probamos con viagra, y el último experimento (con pegamentos como la gotita y el pulpito) no salió nada bien y terminamos en la guardia del Hospital Pirovano.
11- Es bastante molesto que te tires pedos mientras cogemos.
12- Y por último, y quizás lo más importante, yo no me estoy corriendo, no me pasa un carajo y necesito YA acabar con este estado de ansiedad que me está atormentando.

La miro, me froto la frente con las dos manos y hago fuerzas para evitar el bostezo que si surge, es capaz de matarme porque va a pensar que no le estoy dando importancia a lo que dice. Además mientras contabilizaba, me ayudaba con mi calculadora de mano (es decir, los dedos), pero cuando pasó el punto 10, se me complicó seguir el hilo.

-Bueno, ahora van a pasar por la tele un partido del Barcelona y juega Messi. ¿Qué te parece si lo vemos acurrucaditos en la cama y después hablamos de todo esto?

A veces Consuelo me asombra con su velocidad. Casi ni me doy cuenta de cómo y por dónde logra que en segundos aparezca en la puerta de su casa, envuelto sólo con una sábana, bajo la lluvia que azota justo en ese momento a mi querida ciudad.
Espero una hora, pero luego deduzco que no es un chiste, que realmente se enojó y termino encaminándome a la casa de mis viejos que me reciben con “tenía la esperanza que hubieras conseguido donde quedarte” y un “me imagino que ya habrás cenado”.
Oídos sordos a todo comentario mordaz y llamo a Tapón para comentarle mis problemas. Solícito me pasa el teléfono de Cornelia Parada, una sexóloga a la que acude para mantener el fuego de su matrimonio, y me decido a visitarla.
La imaginación se me hace añicos cuando entro al consultorio. No sé porqué me imaginaba a una hermosa hembra, prominentes pechos, cintura delgada. Sin embargo, Cornelia es rellenita, una nariz enorme que realmente asusta, algo petisa, y una especie de grano gigante sobre el cachete derecho. Más que grano es como una gran mancha, con pelos negros. Y ella está teñida de rubia.

-Señor Domínguez, dígame cuál es su problema.
-Puede decirme Guillermo. Y no tengo un problema, tengo varios.
-Señor Domínguez, siéntase cómodo y exprese todo lo que desee.
-Gracias. Pero puede llamarme Guillermo.
-Le agradezco, señor Domínguez.

Extraño el sillón del Dr. van Uto. Aquí estoy sentado en una silla con un escritorio de por medio. Atrás de la doctora, un poster del cuerpo humano, con las figuras femeninas y masculinas, totalmente en pelotas. Me excita.

-¿Y? ¿Su problema señor Domínguez?
-Ah, disculpe. Me quedé admirando su consultorio. Ella y su culo me dice que es rápido.
-¿Eh? Disculpe, no le entendí. ¿De qué se queja su pareja?
-Algo así me dijo. Que  ella y su culo, y que soy muy rápido.
-Le dijo que EYACULA rápido. Por favor, hable con propiedad.
-Ah, sí, la lechita. Es que no tengo una gran experiencia en cuanto al sexo se refiere, y ella se mueve muy bien, y llego enseguida. Parece ser que esto a ella no la hace feliz (bastante egoísta por cierto) y se está quejando.
-Ella no está teniendo orgasmos. Es importante que el sexo sea compartido, que se hablen, que no sean tímidos en cuanto a lo que les gusta.
-Además, tengo problemas de erección. Aunque es raro. Porque recién viendo el poster atrás suyo se me paró al toque, se disparó como un resorte al golpear el piso, pero cuando estoy con ella, es como que a veces me pongo nervioso.
-Eso es psicológico, señor Domínguez. ¿Realizan juegos pre-coitales? 
-A veces jugamos al poker. Al T.E.G no, porque el otro día quisimos jugar un partido rápido, empezamos el sábado y el domingo a la tarde aún no había terminado, es un juego interminable, no se puede jugar de a dos.
-Me refiero a juegos sexuales, señor Domínguez. No a juegos de mesa.
-¿Pero no se puede tener sexo sobre la mesa?
-Sí, ¿y eso qué tiene que ver?
-En ese caso, ¿no sería un juego de mesa y a la vez un juego sexual?
-Lo que yo pregunto es si se acarician, se besan entre ustedes o si van directamente a la penetración.
-¡Epa! Usted es directa, doctora.
-Aquí tiene que hablar con propiedad, sin vergüenza.
-Es que me cuesta.
-Bueno, aflójese.
-Y bué, yo se la meto de una, doctora.
-¿Sin lubricación?
-¿Hablamos de autos, ahora?
-No, señor Domínguez, ¿usa algún aceite? ¿Practica antes el cunilingus?
-Mire que casualidad, ella me pidió esa bebida y no tenía.
-¿Qué bebida?
-Esa cuningus o lo que sea. En el almacén chino que está frente a casa al menos no la escucharon nombrar, aunque nunca se sabe con estos chinos, porque no me entienden un porongo cuando hablo, no sé si lo hacen a propósito, porque al final me terminé llevando una gaseosa energizante que era horrible.
-No, no, no. Cunilingus no es una bebida, señor Domínguez. Es practicar sexo oral con la mujer.
-Ah, chuparle la cachucha dice usted.
-Cunilingus se dice, hable con propiedad.
-¿Pero hablo con propiedad o sin vergüenza? ¡Decídase!
-Las opciones no se contradicen.
-Bueno, como sea, no, ni en pedo meto la lengua ahí. Es asqueroso. Lleno de pelos. Un asco.
-La estimula al menos con el dedo.
-Sí, obvio. Le meto a veces 3 de golpe.
-Pero no, no puede meter 3 dedos de golpe sin estimular la zona, sin acariciarla. Es importante que la bese, acaricie sus pechos, no sólo sus pezones, el juego previo es fundamental, antes de introducir un dedo, o los que su pareja acepte, o el pene, tiene que lograr que la zona esté bien lubricada.
-Uhh, tanto quilombo para meterla un rato.
-¿Ella le practica fellatio?
-Guillermo, me llamo Guillermo.
-Fellatio no es un nombre.
-¡Ah! Pensé que era una especie de Federico. Y que...
-No, no, no. Fellatio es la estimulación oral de la mujer al pene del hombre.
-Ah, pero qué manera de poner nombres complicados. Sí, ella me la chupa. Pero no mucho tiempo, porque si no llego enseguida.
-Eyacula –corrige la doctora.
-No, ella no. Yo llego enseguida.
-Eyacula de eyacular. No de “ella” y de “culo”. Eyacular. E-YA-CU-LAR. ¿Se acuerda? Ya lo hablamos.
-Bueno, bueno, no se altere. Sí, sí, ahora me acuerdo. Es que no uso mucho ese verbo. Que salte la lechita es eyacular. Listo. Aprendido. Así que no me hace mucho el Federico sino eya... eyaculo rápido.
-Fellatio.
-Fellatio, Federico, eso. No la chupa mucho tiempo.
-Le voy a recetar lidocaína, que lo va a ayudar con el tema de la eyaculación precoz.
-No, le agradezco, no tomo drogas. Bueno, de vez en cuando un porro, pero nada más.
-Lidocaína es una anestésico local para la piel del pene. No dije cocaína.
-Bueno, ta bien, se está enojando. Sepa entender. Terminan igual, en “caína” las dos. Cualquiera se puede confundir.
-La eyaculación precoz se puede deber a muchos factores, pero seguro el suyo es psicológico.
-¿Y cómo hago que ella se corra? No quiero hacer ningún cunilinada, que no me gusta.
-Dígale a ella que se depile, quizás el olor de los pelos le moleste.
-Yo tengo un amigo que se depila las pelotas, así que seguro algo de eso debe haber.
-Y juegue con ella. ¿Usan juguetitos?
-No.
-Pruebe. Vaya a un sex-shop. Y si no le gusta el cunilingus, entonces estimule el clítoris de otra manera. ¿Sabe que es el clítoris no?
-Sí, la concha.
-No, no, no. No sea bruto. El clítoris es una parte específica de la vagina de la mujer. ¿Sabe donde está?
-Ehhh.
-No, no sabe. Mire –la doctora abre un cajón- esto que tengo acá es un modelo de vagina. Estos son los labios vaginales. Aquí arriba, ¿ve? Aquí, es el clítoris. Toque, toque.
-¿Esto?
-Sí, esto. Y antes de llegar a esto, tiene que estimular todo el resto del cuerpo, los pechos y no sólo los pezones, el cuello, las orejas, los dedos de los pies, la entrepierna, los labios vaginales, acariciarla siempre, besarla, ¿entiende? Deme su dedo, lo mueve así, despacito, de arriba abajo, de manera circular, va aprobando luego introducir un dedo, dos, su pareja la indicará el número correcto, el ano es otro lugar que debe acariciar, y antes del coito sigue moviendo así, y cuando la penetra no siempre tiene que ser a lo bruto, a veces despacio, a veces rápido, introducir la mitad del pene, girar, distintos movimientos, juegue, se tiene que divertir y luego el...
-El ... El...
-Sí, me interrumpió. El qué dice usted.
-El... El...
-¿¿El qué??
-El... No, digo... Ella... Ella...
-¿¿¿Ella qué???
-¡Ella... culé! Perdón.

10 sept 2010

Fisicocultura

-¡¡Nene, teléfono!! ¡¡¡Neneeeeee!!!

El grito, al principio un hilo fino de voz, luego un alarido, me despierta por completo.

-¿Qué pasa, má? Dejame dormir.
-Son las tres de la tarde, dejate de romper las bolas y levantate. Y tenés teléfono.
-Hace mucho que tengo teléfono.
-Me refiero (y no te hagas el estúpido) a que te está llamando por teléfono tu amiguito.
-¿Qué amiguito?
-Juan Pablo.
-Decile que después paso por su casa, que antes tengo turno con el médico.
-Dice que ok, pero que vayas con un bolso con muda de ropa para después poder bañarte. ¿No te estarás haciendo puto vos?
-¡¡Má!!
-Bueno, nene, consultaba nomás. Ya que te vas con el bolso, ¿no pensaste en irte a vivir con tu amigo?

Son las 6 de la tarde, cuando Juan Pablo me abre la puerta de su bulín.

-¿Qué contás?
-Blefaroespasmo.

Me mira con cara de estúpido. No tiene que esforzarse mucho.

-¿Blefa qué? –pregunta.
-Blefaroespasmo.
-Seguís hablando en chino para mí.
-Acabo de venir del neurólogo. Me dijo que tengo eso.
-Ah. ¿Y qué tenés?
- Blefaroespasmo, ya te dije.
-Pelotudo, me refiero a qué significa.
-Ah, puede ser consecuencia del stress, nervios en el laburo, o de los amigos forros que tengo. Pero en definitiva, se me cierra el párpado sólo. El izquierdo por ahora. Y cuánto más nervioso me pongo, es peor. Y a veces me tiembla la pera. De terror. Lo que me faltaba. Pero en fin... acá me tenés. Me vine con el bolso, con ropa para cambiarme. ¿Qué mierda se te ocurrió ahora?
-Mirá, estuve pensando en tu poca suerte con las mujeres, a pesar de que apliques mis tácticas. Así que vamos a empezar con algo básico: todo entra los ojos.
-Menos la comida.
-No, idiota. Me refiero a la atracción. Primero se van a fijar si sos lindo (no es tu caso), si tenés guita (menos aún). Entonces, quedará el lomo para el final. Así que hoy te venís al gimnasio conmigo.
-¿Un sábado? ¿Abre?
-Sí.
-¿Están enfermos? Hacer gimnasia un fin de semana es de locos.
-Nada de locos. Es cultura. Fisicocultura. Yo te voy a capacitar en la misma.
-Vos no capacitás. Vos compocitás.
-¿Qué es eso?
-Capacitar guitarreando. Componés boludeces. Y verséas.
-Bueh, bueh... Pelá la musculosa que nos vamos al gim.

El gimnasio al que va Juan Pablo tiene 3 pisos. La planta baja es la recepción. Una terrible morocha te invita a asociarte y oficia al mismo tiempo de Viagra porque te hace entrar con una erección potente y difícil de disimular. Luego de vacunarme con la cuota del mes, llama a un... cómo definirlo... un mastodonte cargado de anabólicos, esteroides, aminoácidos, proteínas y toda pastilla rara que se venda en la farmacia. Su cercanía oscurece la recepción, y nos saluda.

-Hola Juan Pablo. ¿Trajiste a un integrante nuevo? Mucho gusto, me llamo Norberto, pero podés decirme Papo.
-“Papota” le quedaría mejor –le digo a Juan Pablo al oído.

Me estrecha la mano y siento como todos los huesos de mi mano crujen.

-Vení conmigo que te muestro las instalaciones. Vos Juanpa andá a entrenar, yo me encargo de tu amigo.

No puedo evitar sentir algo de miedo con esa frase.
El primer piso es un sinfín de cintas para correr, máquinas para hacer abdominales, y bicicletas fijas. “Aquí hacemos aeróbico” dice Papo, mientras a cada paso va saludando a una mina mejor que otra, todas en mallas sumamente ajustadas y llamativas. En el segundo están los baños, habitáculos para masajes, sauna y vestuario. Y en el tercer piso, los aparatos pa´sacar músculo. De todo tipo y de toda índole. Allí me vuelvo a encontrar con Juan Pablo que está trabajando la espalda.

-¿Le doy una rutina? –le pregunta Papo(ta) a Juan Pablo.
-No, dejá. Yo me encargo. Gracias campeón.

Y el dinosaurio se retira haciendo vibrar el piso con cada uno de sus pasos.

-Vamos a trabajar tus brazos, primero que nada. Y después, quiero que te pongas las pilas y empieces a correr. Hay que bajar la panza. A las nenus no les gusta los panzones. Así que a full con las abdominales y el aeróbico.
-Ok –le contesto resignado mientras me enchufa una barra larga con 10 kilos de cada lado.
-Tres series de diez. Con ese peso la primera. Veamos como te va. Flexionas los brazos y los estirás. Vas a trabajar los bíceps.

Y empiezo a hacer fuerza.

-Una. Bien. Dos. Perfecto. Bajá despacio, que ahí es cuando trabaja el músculo. Parate derecho. Tres. Cuatro.
-Pesa mucho –le digo como puedo, porque el esfuerzo casi no me deja hablar.
-Cinco. Seis. Siete. Och... Dale, fuerza.
-Noo puedoooo. Ayudá.
-Ocho, dale. Dos más. No seas cagón.
-No puedo.
-Huevo, dale, huevo, dale. Nueve. Y... Y... Dale. Dale.

Se me escapa un terrible pedo de tanta fuerza realizada que paraliza a toda la gente en el gimnasio. No sólo por el estruendo que hace al salir la bocanada de aire por el orificio ubicado en mi trasero, sino también por el nauseabundo olor que desprende. Suelto a la vez la barra que cae con sus 28 kilos sobre los pies de Juan Pablo, quien grita tarzánicamente a la vez que se lamenta por tener que utilizar sus manos para frotarse los pies y no poder taparse la nariz.
Los muchachotes no dejan de observarnos de mala manera. Papo se dedica a abrir las ventanas para ventilar el ambiente. Algunos, menos tolerantes, deciden vomitar al no aguantar el tufo.

-Vamos al primer piso a correr –le susurro a Juan Pablo, quién sigue llorando sosteniendo sus pies.
-¿Cómo querés que corra, hijo de puta? Me rompiste mis piecitos.

La cosa es que ni llevamos 5 minutos en el gimnasio, y nos decidimos a pegarnos un baño caliente. Por suerte, en el segundo piso, nadie escuchó el soberano pedo y la gente nos mira indiferente. Nos ponemos en pelotas en el vestuario (tardamos un rato en sacar las zapatillas de Juan Pablo, dado que sus pies se habían hinchado considerablemente), e ingresamos a las duchas. Las mismas no tienen cortinas ni divisiones, ni nada. Son 8 en total en el sector que vamos. 4 y 4. Enfrentadas. Con lo cual uno observa los bíceps y triceps que asoman en todos lados. No pasa desapercibido tampoco las miradas furtivas al pito ajeno, para descubrir si lo tienen proporcional al resto del cuerpo. No puedo evitarlo. Veo una especie de boa gigante que cuelga del muchacho a mi derecha, lo más llamativo lejos. Asusta realmente. En cambio, el gigantón barbudo de enfrente la tiene bastante chiquita. Levanto la vista y veo que me mira. Me sonríe. Seguro me pescó mientras le pispeaba el pitulín. En la ducha más lejana, un corpulento con voz ronca canta “la donna e mobile”.
Juan Pablo a la izquierda me susurra:
-¿Podés dejar de mirar las pijas?
-No, che, no mal interpretes. Es curiosidad nomás.
-El tipo de enfrente te está mirando, Guille. Y bastante.
-Sí, me di cuenta. Pero no sé por qué.
-Porque le estas mirando la pija, infeliz. Y le estás guiñando el ojo.
-Es el blefaroespasmo. Ya te dije. Me pongo nervioso y es peor.
-Entonces, tranquilizate.

Y en ese momento, sucede lo fatal. Concentrado en la charla con Juan Pablo, se me resbala el jabón. Y va a parar al medio de todas las duchas. Todos se quedan inmóviles. El cantante, mudo. Sólo el caer del agua y el vapor del baño tienen movimiento. Los ojos, de todos, empiezan a moverse. Primero hacia la izquierda. Luego a la derecha. De frente. En diagonal. Nos miramos y estamos atentos a cualquier movimiento sospechoso. El gigantón barbudo me sigue sonriendo y me guiña el ojo.

Los minutos se hacen eternos.

“Este es un buen momento para que te tires otro pedo” me comunica Juan Pablo, pero no tengo fuerzas para intentarlo. Tengo el ano cerrado totalmente por precaución, quizás un movimiento muscular involuntario.
El jabón se termina por consumir en el agua alojada en el piso cuando Papo anuncia con un grito: “En 15´ cerramos”. Sólo ahí nos damos cuenta que estuvimos sin movernos en las duchas por casi dos horas.

-Hasta el lunes, muchachos –saludan al salir los grandulones.
-Nos vemos, bonito –me saluda el barbudo.
-Me siento violado culturalmente –le manifiesto a mi amigo ya en los vestuarios.
-Es hasta que te acostumbres. Pero hacer gimnasia te va a venir bien.
-¿Vos viste los lomos de esos pebetes? Hasta los jovatos tenían mejor físico que yo.
-Tenés que bajar la panza. Tiempo al tiempo. ¿Salimos, nos vamos de putas?
-No. Estuve bajo la ducha dos horas, y no sé porqué me siento sucio. Me voy a dormir. El pedo me dejó extenuado.
-Ok, pero dejá de guiñarme el ojo. Me estás poniendo nervioso.

16 ago 2010

Siglo XXI: Las mujeres al poder

Juan Pablo inclina la cabeza. Me mira fijo, como enojado. Se rasca la barbilla. Se acomoda las bolas. Se vuelve a rascar la barbilla y endereza la cabeza.

-¿Vanesa? –me dice curioso, con un tono despectivo.
-Sí, Vanesa –le contesto.

Vuelve a inclinar la cabeza. Vuelve a mirarme fijo y niega con la cabeza. Finalmente se decide, se va al baño y se encierra.

-¿Qué hacés? –le grito.
-Estoy reflexionando –me responde- y donde mejor reflexiono, es en el inodoro, mientras cago.

“Qué cagada” pienso, mientras prendo un incienso para disimular los olores que empiezan a invadir el living.

-¿Tenés para mucho? –vuelvo a gritar, y me responde con un soberano pedo que me da a entender que la situación se volverá más olorosa (y dolorosa).
Minutos angustiosos paso a la espera de mi amigo y consultor, hasta que sale del baño y grita “Ya lo tengo”. Pero al abrirse la puerta, el hedor que inunda el ambiente me provoca arcadas y finalmente un vómito considerable que impregna la alfombra de un color violeta amarronado.
El vecino, Don Ramón, ya golpea la pared al escuchar los gritos histéricos –y extremadamente agudos- de mi amigo al ver su alfombra arruinada, por lo que decidimos continuar con la charla en el bar de la esquina. Cuatro fanáticos de Racing discuten a los gritos en una de las mesas, así que nos sentamos lo más lejos posible de ellos para poder escucharnos.

-¿Vanesa? – vuelve a repetir y preguntar Juan Pablo.
-Sí: Vanesa. Sí, ¿qué pasa con el nombre?
-¿Y la conociste en la calle?
-Sí.
-¿Y te enamoraste?
-Ehh, pará. Yo jamás dije la palabra “enamorarme”. Dije que me gusta. Punto. Y la quiero invitar a salir.
-Ok. Ok. Entendido hasta ahí. Tenés que tener en cuenta el nuevo concepto siglo XXI.
-¿Y el nuevo concepto Siglo XXI es...?
-Declaración Universal de los Derechos Humanos. Cuarta Conferencia Mundial sobre la mujer y más lejos en el tiempo, la Carta de la Naciones Unidas firmada en 1945. Hablamos de la igualdad de la mujer.
-¿Igual a quién?
-A los hombres.

Contengo la respiración por segundos apenas, antes de lanzar la carcajada.

-Pero no me hagas reír Juanpa. ¿No conocés la frase: “Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer?
-La conozco, obvio.
-¿Y no entendés el contexto de la misma? “Detrás”. No “Adelante” ni siquiera “Al lado”. Detrás.
-Demasiado machista para mi gusto.
-Ah, bueno. Lo que me faltaba. Vos, justamente vos, hablando de machismo.
-No nos vayamos de tema, alumno. ¿Usted quiere invitar a la señorita Vanesa a una salida y no fracasar en el intento? Pues bien, bienvenido al nuevo siglo. Y esa es la consigna.
-Sé explícito.
-Lo que quiero decir es simple: que el hombre ya debe dejar de dar siempre los primeros pasos. ¿La mujer quiere igualdad? Bueno, si tanto rompen las pelotas, se la vamos a dar. Eso significa, que se pongan las pilas. ¿Quieren salir? Que nos inviten. ¿Quién paga las cuentas? Ellas. ¿Quieren garchar? Pues bien, que ellas lo digan primero. Y que paguen el Telo (está carísimo).
-¿Te parece?
-Claro, es lo que quieren. Es lo que buscan. Bueno, ganaron. Me cansé siempre de hacer todo el laburo. Que ellas nos pasen a buscar con el auto. Que ellas nos digan: “¡Qué lindo estás hoy! ¿Te hiciste algo en el pelo?”
-¿No es medio de puto eso que decís?
-Las ideas revolucionarias siempre son resistidas. La gente le tiene miedo al cambio.
-Pero acá no hablamos de gente. Hablamos de mujeres.
-Más machismo. Pensalo. Siempre tenemos que estar pensando: ¿Hoy le doy el primer beso? ¿Le gustará el cine? ¿El teatro? ¿Caminar bajo las estrellas? ¿Un bar? ¿Un resto? Que laburen un poco ellas, che. Y si te encamás, te preguntan: “¿trajiste forro?”, y si no trajiste, el forro sos vos. ¿Por qué no se preocupan ellas en traer protección?
-No sé, no lo veo.
-Y si la cosa se encamina en un principio, ya empezamos con otros problemas. ¿En la primera salida le digo de ir a la cama? ¿Y si se enoja? ¿La segunda, la tercera? Y después todo el quilombo que tenemos. Si lo decimos en la primera de cambio, piensan que las tomamos por rapiditas. Si lo decimos después, somos lentejas. No hay po....
-Sí, sí, ya sé. Nada les viene bien. Pero no siempre es así. A veces tener el poder está bueno, no tenés que esperar que la otra parte decida.
-Lo que digo es que compensemos. Probemos otra cosa... ¿Qué es ese ruidito?
-Mi celu.
-Atendé.
-Es un mensaje, no importa, contesto después.
-¿De quién?
-Vane.
-Ah, mirá. Ya es “Vane”. Ya acortamos el nombre, señal de que nos estamos encariñando.
-No seas pelotudo.
-No, en serio... Guille. ¿Qué te pone?
-Después lo leo.
-Dale, contás todo, y ahora te lo querés guardar. Contá. Dale.

Tanto rompe las bolas, que me decido a leer el mensaje.

-Me pone :“La pasé muy bien el otro día, repetimos?”
-Ah, mirá. ¡¡Viste!! Ella está tomando la iniciativa, y... ¡Pará! ¿Qué estás haciendo?

El alarido de Juan Pablo me asusta y levanto la vista del celu. A lo lejos, los 4 hinchas de Racing también se silencian por el grito.

-Le iba a contestar –le digo tímidamente.
-No, no. Tan rápido no. Sino va a pensar que estás pendiente de ella: Hay que llevarlo despacio, cocinarlo a fuego lento.
-¿Y qué le contesto?
-Nada.
-Pero queda muy descortés.
-Ahh, miralo al señorito. “Descortés”. Dejate de joder. Si le interesa, va a insistir.
-Pero yo quiero contestarle, che. Me gusta. A ver si después se va con otro.
-Ese pensamiento es de un tipo inseguro.
-Yo soy inseguro.
-Bueno, hasta hoy. A partir de ahora, el nuevo Guillermo nace.
-El viejo Guillermo quiere contestarle y... ¡Uh! Un mensajito...
-¿Viste? Te dije. Está muerta. ¿Qué te pone?
-“¿Cuándo vas a venir a buscar estos calzoncillos rotos y viejos que tenés?”
-Pero, no entiendo. ¿No era que tomaron un café? ¿Ya te la cogiste?
-No, pelotudo. El mensaje es de mi ex mujer.
-Ah... ¿Y qué le estás contestando?
-Que los calzoncillos no son viejos, que los agujeros que tienen sirven como ventilación, y que me deje de romper las pelotas.
-Bien ahí. Ese es el Guillermo que yo quiero.
-Este Guillermo quiere contestarle a Vanesa.
-A fuego lento, alumno. Paciencia. ¿Otro mensaje?
-Sí.
-¿Anita, tu ex?
-No, Vane de nuevo.
-Te lo dije. Te lo dije. Está muerta. Dejame ver, dejame ver.
-Pará loco, que me vas a romper el celular. Yo te leo.
-¿Qué pone?
-Me puso: “¿Qué pasa? ¿Miedo? ¿Tu casa o la mía?”.
-La tenés muerta, Guille. No pudo esperar la respuesta.
-Le contesto ya.
-No, no, tenés que esperar. Que se muera de deseo, que la duda la carcoma.
-No, yo le contesto ahora mismo.
-Y vas a parecer desesperado.
-No parezco: estoy desesperado.
-Tené paciencia... ¡Otro ruidito! ¡Otro mensaje! Ese celular está a full ¿Qué dice? ¿Qué dice?
-“Vení ya mismo”.
-Está muerta, está más desesperada que vos.
-No, pelotudo, es mi ex mujer de nuevo. A ésta sí le contesto ahora.
-Con esa hacé lo que quieras. Con la otra en cambio... ¿otro mensaje?
-Sí.
-Dame el celular.
-No, largá.

Juan Pablo me arrebata el teléfono de las manos.

-Damelo, carajo. Devolvelo –le ruego.
-No, no. No te sabés controlar. Yo te leo.
-Dame, la puta que te parió.
-Ah, con palabrotas no vamos a ningún lado. Mirá cómo te mira la gente del bar. Te leo: “Esta noche a las 21” dice.
-¡Ponele ok, buenísimo! Se me dio. A mi mujer decile que hoy no, cuando pueda voy, que no me rompa las bolas. Y dame mi equipo.

Juan Pablo contesta y me devuelve el celular, no sin antes sacarle la batería.

-¿Qué hacés?
-Me quedo con la batería. Porque te vas a tentar.
-¿Pero qué le contestaste?.
-A tu ex, lo que me dijiste. Al mensaje de esta noche a las 21, le puse que te pase a buscar por casa, y le pasé tu dirección.
-¿Que me pase a buscar ella? ¿Pero sos pelotudo? Quedo como un marmota. El hombre pasa a buscar a la mujer.
-Siglo XXI, alumno.
-Má que siglo XXI, dame la puta batería, que voy a intentar arreglar el quilombo que armaste.

Juan Pablo desiste y me da lo necesario para que el celular reviva. Los nervios no me dejan encajar bien la batería y casi arranco el chip del equipo. Finalmente puedo dominar la ansiedad y el teléfono vuelve a prenderse. Se escuchan tres ruiditos, indicadores de sendos mensajes. Leo ansioso, y no puedo evitar un mohín de decepción y angustia. También de ira y violencia extrema.

-¿Qué pasa, Guille? –pregunta preocupado Juan Pablo al notar mi cara roja.
-Tengo tres mensajes –balbuceo colérico, con voz de ultratumba.
-Sí, ya sé bolu. Escuché las campanitas. ¿Por qué me mirás así? Se te está hinchando la vena del cuello. Va a explotar.
-El primer mensaje es de mi mujer, que me pone “¿No me contestás? Tu ropa andá a buscarla ahora a la calle, cornudo”. El segundo mensaje es el más raro. Es de Tapón, que me dice que no hay problema, que pasa a las 21.00 por casa a buscarme para el partido, pero que no entiende para qué le paso la dirección, si ya sabe donde vivo, y el tercero...´
-Bueno, bueno, no te enojes, un error lo tiene cualquiera. Además ese celular que tenés es re complicado de manejar. No sé porqué no te comprás un I-Phone.
-Y el tercero, era de Vane que me manda a visitar a la puta de mi madre, al conchudo de mi viejo, y me dice que no me preocupe, que no me va a romper más las pelotas en mi puta vida.
-Je, je. Indudablemente, me equivoqué al mandar los mensajes.
-Je, je. Sí, indudablemente.
-Un error lo tiene cualquiera.
-Sí, cualquiera.
-Lo que sí, me sigue preocupando esa vena tuya hinchada, Guille. Y los ojos grandotes que estás poniendo, casi que se salen de las cuencas y... ¿y eso qué es?
-¿Esto? Ah, es un aparatito que le compré a mi mamá. Para que se defienda en caso de que alguien la ataque en la calle.
-Mirá vos. ¿Y para qué lo estás sac... AHHHHHJ, laqtepa,,hahakuahahaamkl .
-Una picana eléctrica. Chiquita. Portátil. ¡Bienvenido al siglo XXI, pelotudo!

31 jul 2010

Teoría sobre los paraguas y un encuentro casual de película

Llego del laburo en pleno diluvio sobre Capital Federal. Bajo del subte y comienzo a esquivar paraguas que intentan cercenarme la cabeza. La consigna es llegar a casa lo más rápido posible (con la cabeza intacta), cambiarme y una buena ducha caliente, dado que estoy empapado. “Nene, mirá que va a llover”, me había dicho la bruja de mi madre, pero no le había dado bola, como siempre.
De hecho, no viene mal: es un buen entrenamiento para jugar rugby esto de bajar el marote, girar la cintura y evadir los peligros de los paraguas asesinos. Los más peligrosos son los enanos que imitan al pingüino, clásico personaje de Batman, dado que las puntas de sus aparatejos chocan a veces con partes más delicadas que el cuero cabelludo y...

-¡Pero la puta madre! No entiendo para qué carajo pasa con el paraguas abierto abajo del techo, casi me saca un ojo, señora.
-Señorita. Y se dice “paragua”, uso uno solo.
-Es “paraguas”, con “s” final.
-“Paragua”, singular.
-No, es “para – aguas”, “detiene las aguas” y no entiendo qué tiene que ver eso con el hecho en cuestión.
-“Para el agua”. Sin “s”.
-Aguassss, plural.
-Eso no existe, “agua” es un sustantivo colectivo.
-No sea bruta. Se puede decir "las aguas".
-No tiene sentido, no existe un agua, el agua es un conjunto de gotas.
-Mire, lea un diccionario y se acabó, la cosa es que llueve a cántaros, y yo no tengo paraguas y apenas puedo abrir el ojo izquierdo gracias a su fabulosa puntería.
-“Paragua”.
-Lo que sea, y paso bajo este techito insignificante, y usted viene con semejante parag... Armatoste, enorme, abierto, bajo el mismo techo.
-¿Y qué debía hacer?
-Correrse, claro.
-¿A dónde?
-Al costado.
-Pero al costado no hay techo, y me mojo
-¿Y para que tiene ese parag... Aparato?
-Pero bajo el techo me cubro más, entran gotitas por los costados.
-Resulta que yo también me cubro más, y en mi caso es más significativo, porque: ¡yo no tengo paraguas!
-Paragua.
-Lo que sea. Si tuviera y usted no, yo me hubiese corrido.
-Lo dudo mucho.
-¿Y por qué dice eso? Si ni me conoce
-Porque usted venía muy apurado, y ni se hubiese fijado en mí.
-No venia apurado, estaba corriendo que es distinto.
-¿Y se puede saber por qué?
-Porque llueve como la puta madre ¿por qué va a hacer?
-No hace falta correr, vaya despacio bajo los techos.
-La cosa es que hago eso, pero me tengo que prestar suma atención en las personas que no se fijan en los demás y esquivar sus paraguas... ¿No me corrige ahora?
-No, ahora está bien, habla de muchos paraguas, uno solo: “paragua”, dos o más: “paraguas”. Usted seguro debe fabricar autos.
-Eh... ¿Y eso a qué viene?
-Porque le gusta correr, si venía como un desaforado. Le hago una pregunta al respecto: ¿cuál es el máximo de velocidad permitida con un auto?
-En avenidas 60 kilómetros por hora.
-No, digo, en autopistas, en donde sea, lo máximo máximo, que no sea en una pista de carreras de fórmula uno.
-Yo que sé, mire lo que me pregunta. 120, 130 kilómetros por hora calculo.
-Y si usted fuera fabricante, ¿cambiaría eso en los autos?
-¿Cambiar qué?
-Los autos llegan a 220 km/h, 240 km/h o más, no haría un auto que llegue sólo a 130 km/h?
-No me lo compraría nadie, sería un retroceso.
-Sería pura lógica, señor.
-No me diga señor. Guillermo, mi nombre es Guillermo.
-Sería lógico Guillermo. Si está prohibido andar más rápido de 130 Km/h, ¿para qué se fabrican autos más veloces? ¿Para fomentar el delito, la muerte, los choques?
-Mire señora...
-Señorita... Mejor Vanesa, me llamo Vanesa.
-Me parece que me estoy quedando ciego, el ojo que me golpeó con el paraguas...
-Paragua.
-Como sea. El ojo no deja de llorar. No sé si es la costumbre, dado que soy de Racing y tanto sufrimiento lo ha transformado en un hábito, el tema es que...
-¿De Racing? Mire las casualidades, yo también soy de Racing.
-¿En serio?
-Obvio, no le voy a mentir.
-La cosa es que sigue lloviendo, nosotros parados aquí bajo el techo estamos obligando a que toda la gente nos puteé y con razón, ¿iba usted muy apurada?
-Podés tutarme.
-¿Ibas apurada Vanesa?
-No, la verdad que no tenía nada que hacer. Volvía a casa a tomar algo caliente.
-Te propongo algo. Acá en la esquina hay una cafetería preciosa. ¿Me aceptás un café?
-¿Por qué no? Casi te dejo tuerto, así que es lo mínimo que puedo hacer. Dale. Vamos.

Y mientras camino junto a Vanesa, me acuerdo de mi teoría de las películas románticas (de que nunca pasan esos encuentros mágicos y paradigmáticos en la vida real). Pero a veces, muy de vez en cuando, en el momento menos esperado, y cuando ya dejás de buscar o de creer, aparece un paraguas de la nada y te abre una nueva oportunidad (y te cierra un ojo).

22 jul 2010

Su gestión no es tan buena

-El proceso al que lo he sometido se llama hipnosis de sugestión.
-Puede tutearme –responde el Tarta a la afirmación del Doctor Vladimir van Uto.
-¿Qué? No le entiendo.
-Que en vez de decir “su gestión” puede decir “tu gestión”... Tutarme... de tú. ¿Capichi?
-No animal, “sugestión” es una sola palabra.
-Ah, bueno. No se enoje, io capisco.

El doctor enciende su primer cigarrillo.

-Le decía, que ud experimentó una hipnosis de sugestión, y sólo se mantendrá activa mientras dure mi sesión. Resumiendo: le convencí para que no tartamudeara así podíamos charlar tranquilos.
-Es cierto. Es cierto. No me había dado cuenta. Fabuloso doctor.
-No es nada, no se entusiasme. Partamos desde el principio, ¿quiere? Usted vino recomendado por su amigo Guillermo, así que le haré unas simples preguntas.
-De acuerdo.
-¿Nombre?
-José Vargas.
-Pero le dicen...
-El Tarta.
-¿A usted le molesta el apodo?
-No, ya me acostumbré.
-¿Edad?
-39, pero lejos de los 40 aún.
-Ah, ¿tiene problemas con la edad?
-Tengo problemas con todo, por eso estoy acá.
-Ajá, veo. ¿Por qué no me dice cuál es su principal problema?
-Mi principal problema, doctor, es que soy de los antiguos, de los que aún creen en el amor, de los que piensan que un beso no es un roce sin significado, para mí es un momento especial. Ahora todo es demasiado superficial, de plástico, como las lolas de las minas. Ya casi nada es auténtico. Antes darle un beso a una chica era... el súmmum.
-Ajá. ¿Y cómo lo hace sentir esta realidad?
-Me hace sentir para el ojete. Me cuesta confiar en la gente, me cuesta creer. Me robaron la inocencia doctor.
-Ajá.
-Por otro lado, me siento solo. Tengo 39 años y nunca formé una pareja estable. No tengo hijos y quisiera tenerlos. Sigo enamorado de una chica que nunca me dio bola, y me siento aislado del mundo, discriminado por mi tartamudeo.
-Ajá, vamos a detenernos en la chica en cuestión. Es llamativo que no la haya llamado por el nombre. Podemos pensar en un proceso de negación, un mecanismo de defensa para que pueda enfrentarse mejor a aquellas situaciones que no puede resolver. Entonces, al negarlas no existen.¿Está de acuerdo?
-No.
-Ajá, ya lo ve, lo está negando.
-No.
-Otra vez.
-Buenooo: se llamaba Fernanda.
-¿Llamaba? ¿Murió?
-Para mi corazón sigue viva.
-Ah no. Yo soy psicólogo, no se me ponga cursi, ni diga pelotudeces, que yo no soy una mina a la que quiere conquistar. La niña sigue viva, y usted la menciona en pasado. Más negación.
-No.
-Diga lo que quiera.
-Ayupinqui saltastu ahijana, y los mapuches se la bancan, me copa Charly, pipi tute, y chupi chupi chupi.
-Cuando dije: “diga lo que quiera” no quise que lo tomara literariamente. Fue una respuesta a su constante negación. No se me ponga pelotudo, sino se complica. ¿Qué le pasó con Fernanda?
-Fer me aceptó tal como era. Con mi tartamudeo, con mis bromas ligeras. Me aceptó o al menos creí que me aceptaba. Pensé que podía darse algo, se rompió, y fue como que a partir de ahí no pude volver a confiar en nadie. Confiar es sinónimo de decepción.
-“Confiar” es un verbo. “Decepción” es un sustantivo. ¿Cómo pueden ser sinónimos?
-¿Esta es una clase de lengua o una terapia?
-Tiene razón. Me disculpo. ¿Y qué pasó?
-En realidad, me sentí usado. Obviamente ella quería divertirse, al menos eso creo. Yo quería algo más. Diferentes edades y momentos.
-¿Y por qué no sigue adelante?
-Y qué se yo. Le estoy pagando a usted para que me lo diga. ¿Qué tengo qué hacer?
-Yo no le puedo decir eso, lo va a tener que descubrir solo.
-¿Y para qué carajo le pago a usted?
-Ajá, veo su punto. Digamos que no va a estar solo en el descubrimiento, yo lo voy a ayudar.
-Pero entonces, ¿voy a estar solo o no?
-No.
-Ah, negación. Usted también entró en ese proceso.
-No tiene nada que ver. No confunda. Vayamos a sus temores. ¿Realmente sigue enamorado?
-No, fue una expresión.
-Bueno, eso es un avance.
-Bah, no sé. Quizás sí.
-Y ya rápido un retroceso. Busque otras mujeres, amigo.
-Me da vergüenza.
-Anímese.
-Claro, como si fuera tan fácil.
-¿Qué puede perder?
-Doctor, no soporto el rechazo, no logro superar mi mi mi tartamudeo.
-Ya empezó a tartamudear un poco. Tranquilícese.
-Me es di di fícil.
-¿Tiene algún modelo a imitar?
-Mi amigo Juan Pablo. Es fachero, tiene minas, plata. Nada le cuesta. Yo quiero ser como él, pero...
-¿Pero?
-No soy lindo, no tengo facha, tartamudeo, tengo pecas, me falta lomo. Y no tengo labia.
-La belleza es interior, José.
-Bla, bla, bla, doctor. ¿A usted acaso no le gustaría ser fachero?
-Yo soy un tipo atractivo, no tengo ese problema.
-¿Usted? Bwjajajaja... Viejo, ojeroso, pelado.... Bwjajaja

El doctor enciende otro cigarrillo.

-Mi atractivo está en mi forma de expresarme, no sólo en lo físico.
-Bwjajajaja, es feo. Feo. F-E-O. Bien feíto.
-Bueno, por lo menos no tartamudeo como usted.
-¡Pero yo tengo más pelo! Calenchu te quedaste, calentito lo pancho, calentito lo pancho.
-¡Yo estoy casado... con una mujer... hace 35 años! ¡Ja! Una mujer. Que tiene dos tetas. Dos. Y una chuchita ahí abajo para jugar, cuando yo quiero. ¿Y ahora qué me dice? ¿Qué me dice, eh?
-¡An an an da tetete a la pupupu ta mamama dre que te pa papa rió!

10 jun 2010

Histéricas

-El tema no es fácil, Consuelo. Son muy muy histéricas las minas, no hay nada que les venga bien.
-¿Y esa es tu excusa?

A ver lector. Hagamos un poco de “rewind” para que usted entienda esta charla. Consuelo es mi amiga... Amigovia, bah, amiga con privilegios, o sea, igualito que un amigo sólo que con tetas y con un plus: ¡cogemos!. Sin compromisos ni nada. No sentimos atracción por el otro, pero la carne viene bien.
El tema es que luego de un polvito (así llama Consuelo a cuando acabo en 5 minutos), tirados en la cama de su departamento, entramos a discutir porqué seguía yo soltero, bah, en realidad estoy casado... separado, o sea, perdón si enquilombo todo. La cuestión es: por qué sigo sin pareja. ¿Mi conclusión? La arriba mencionada... Histéricas.

-Las minas de 30 se ponen muy pretenciosas –le aclaro a Consuelo- Digamos, el margen puede abarcar desde las de 27 pa´arriba, hasta 40. Y pretenden: que sean cultos, que tengan money, que la chota sea grande (si tenés la suerte de encamarte y que te la vean), pintones, sin hijos, buen lomo, que sepan vestirse, que sean galanes, que no sean pesados pero tampoco que vivan ausentes. Si odian el fútbol mejor. Así im-po-si-ble.
-¿Ejemplos?
-A ver, el Tarta salió con una mina el sábado pasado. Todo bien por el chat hasta ese momento, incluso le dijo que tartamudeaba (para que la mina no se encontrara con la sorpresa), pero otra cosa fue escucharlo personalmente. A pesar de eso, la mina le dio cabida. Entonces, empezó el histeriqueo. Se besaron, quedaron en verse y...
-¿Y?
-¡Y nada! El Tarta la invita a salir el fin de semana. Le dice "arreglemos algo" y la mina dice, un martes, muy pronto para arreglar. Entonces a esperar que la señorita decida cuándo es el tiempo ideal y necesario para acordar una salida. Manda mensaje, la mina no contesta. El Tarta que tiene paciencia limitada, dice mafangulo, y se olvida. La mina manda mensaje dos días después preguntando se sigue vivo.... Jajaja... El Tarta, que ya no entiende una mierda, le pide que se conecte después para hablar por internet, pero la mina no tiene tiempo, le dice que va a ver si puede. Obvio, no se conecta. El Tarta se olvida, y días después vuelve a a aparecer la susodicha. Claro, el Tarta piensa, o está con otro, o no tiene tantas ganas de verme, o (y he ahí la cuestión) es simplemente una histérica. Ahí tenés un caso.
-Lo que pasa que ustedes esperan mucho. El Tarta le mandó mensajes de texto... ¿Por qué no la llamó?
-Andá a cagar. ¿Ahora la culpa es del Tarta porque no la llamó? Fue a verla donde ella quería, le dijo que le gustaba, le dijo de salir, hizo todo lo que correspondía... ¿Querés que le firme una declaración también? Recién se conocen, si la mina no tiene tiempo por algo será. Si quisiera realmente se haría un hueco en su agenda.
-¿Otro caso?
-¿Otro? Miles. Salí hace una semana con una mina que estaba bárbara. Bah, tampoco era una modelo, lindo cuerpo, cara pasable, pero parecía agradable, inteligente... Parecía. La cosa es que resultó re soberbia. Indicando a cada paso si yo fumaba mucho, cómo estaba vestido, dónde sentarnos en el restaurant, etc y etc. Hasta ahí todo bien. Nos damos un beso al despedirnos. Después le digo que la quiero conocer más, y sale corriendo. Desaparezco dado que pienso: “no le intereso”. Y ella solita aparece. Vuelvo a encontrarla, quiero avanzar, desaparece. Má sí, andá a freír mondongos también. Cuando la besé me dice "mi cuerpo es mi templo"... Ahí me tuve que dar cuenta que era medio rayadita. Todas locas o histéricas. Ninguna que te hable de frente y bien clarito. Juegan a esto como si fuera un aprobar o no a los candidatos, sin tener en cuenta que es un juego peligroso y que hay muchos sentimientos en el medio. ¿La verdad de la milanesa? Tanto esperar al ideal, que se pierden lo bueno, y porqué no, lo excelente... O sea yo.
-Guille, vos sabés que te quiero, pero hay cosas que las minas ya creciditas buscan.
-¿Qué?
-Estabilidad sobre todo. Vos tenés un laburo a tu edad, que es, cómo decirte, de un empleado base. Vivís con tus viejos, no tenés auto, y encima... ¡No sos Pablo Echarri!
-¡Más lindo que ese negro soy!
-Es un divino Echarri, dejate de joder.
-Igual nadie me quita mi pensamiento, porque las veces que salí no llegué a hablar sobre donde vivía, usé el auto de Tapón que me lo prestó (y es un autazo), fui bien vestido. Lo que no entiendo es para que te hacen el entre si no les interesas
-¿Para tener sexo?
-Nah, cada zapalla con eso. Algunas sí, obvio y todo bien. Pero las más te hablan de proyectos, de seriedad, de ver más allá de lo físico y bla bla bla, histéricaaaasss.
-Bueno, bueno, bebé. Calmate. ¿Cogemos un poco? Estoy toda contracturada.
-Y dale, pero mirá que no tengo más preservativos.
-Bueno, acabá afuera y listo.
-Ta bien.

Me pongo en pelotas y empiezo a darle matraca.

-Che, Guille. Me estás aplastando una teta. ¿Si te levantas un poco?
-Andá vos arriba, Consuelo. No tengo ganas de hacer más gimnasia. Encima hoy cuando salí del laburo, me fui al gimnasio y tuve la brillante idea de hacer Cycle y me duele hasta la uña de dedo gordo del pie, cada pelito de las cejas y todas las pestañas.
-¿Qué es eso? ¿Cycle?
-Sí, cycle. Básicamente es bicicleta con un enfermo que te pone música a todo lo que da, y empieza a gritar “pedaleen despacio, al ritmo, ahora más carga”, te escupe “más rápido, no aflojen”, te cambia el ritmo, que pedalees parado, sentado, agachado, que lo parió, iban 5 minutos y no podía más pero estaba lleno de minas y ni en pedo me bajaba de la bici. Imaginate: un papelón. La cosa que la clase duró como 50 minutos y yo a los diez minutos no podía respirar, ni sentía las piernas y el tipo dale que dale.
-Che, aflojate que estás muy tenso.
-Ah, tenso, sí. El tema que en la clase había una mina con musculosa bien sudada y sin corpiño, así que, imaginate, se le notaban a kilómetros los pezones.
-¿Como los míos que estás viendo ahora en vivo y en directo, boludo?
-Sí, sí, eh... No, no. Es otra cosa, los tuyos puedo tocarlos si quiero, chuparlos, o apretarlos fuerte, ¿ves?
-Ayyy, duele tarado.
-Perdón. Apenas los pellizqué, no es para tanto. Pero los de esa mina eran inalcanzables, no es lo mismo ¿entendés? Encima creo que me miró una o dos veces.
-¿Te gusta?
-¡Ta re buena! Pero es un 8 por lo menos, no me va a dar bola.
-Ah, la famosa escala de calificación. ¿Y vos cuánto valés?
-Un 6.
-¡Qué generoso sos!. Ponete de costado ahora, me cansé de hacer toda el laburo.
-Ok. En definitiva, la cosa es que transpiraba como un animal y la pendeja esa no dejaba de calentarme. Para complicarla más no había llevado nada para tomar, con lo cual tenia la garganta re seca. Todos le daban un sorbito a una Gatorade cada 3 minutos, o a una botellita de agua. Yo nada de nada. Y entre la fricción de subir y bajar, bajar y subir, mirar los pezones de la mina, su lomazo, las piernas, me recontra calenté, lo llamó al profe, se lo comento al oído y el pelotudo para la clase hacia el final y dice: “Nuestro compañero tiene una duda, ¿por qué no se la contás al resto de la clase?
-Sí, no pares, no pares –exclama caliente Consuelo en medio del fragor del sexo.
-No paro, te sigo contando. Entonces yo le digo que “no” con la cabeza porque con la falta de líquido tenía los labios pegados de secos y no podía hablar bien, y el tipo insiste, insiste, que cuente, que no sea tímido, que hable.
-No pares, seguí así, seguí así.
-Qué tipo boludo, pienso, qué manera de mandarme al frente. Insiste, insiste, entonces le vuelvo a decir "duda" y esta vez lo escuchan todos.
-Sí mi amor, sí amor, asíiiiiii.
-“¿Qué duda?” pregunta el chabón. Y yo le digo: “tengo duda la podonga”.
-Sí, sí, sí, ahhh ahhhh. –Y Consuelo se afloja toda y se desarma a mi lado en la cama.
-Che, linda, esteeee, creo que me acalambré y...
-¿No podés seguir? No importa bebé, ya me corrí toda.
-No, el tema es que yo también acabé y no tenía preservativo. ¿No te diste cuenta?
-¿Quéeeeee? ¡Noooooooo!

-Ehhh, che, ¿qué te pasa? Euuuu, no te vayas, no, otra vez a encerrarte al baño no. No grites. Che, calmate. Seguro no pasa nada. El día no era de los peligrosos me dijiste. Eyyy, contestá, eyyy. Má sí, yo me voy a la mierda. Histéricas, todas histéricas, nada que hacerle.