6 oct 2010

¡Qué bardo con Valda!



La secretaria de la doctora Cornelia Parada ingresa al consultorio sin golpear la puerta.

-Doctora, ya está aquí Amadorcito Villasoldati, recién llegadito del pueblo de General Frutos, con más granitos que nunca en la cara y con suma urgencia en ser atendido.

Aprovecho la interrupción, me limpio como puedo y huyo con un "volveré" de película, seguro de que la doctora Parada será una gran guía en mi futuro inmediato.
Me decido a poner en práctica todos los consejos de la sexóloga y llamo a Consuelo para que sea mi conejillo de Indias, pero una serie de epítetos extraños y groseros del otro lado de la línea me dan a entender que sigue bastante enojada aún conmigo.
Resuelvo entonces volver a entrar al sitio on line www.yomeengancho.com.ar en búsqueda de una candidata potable para mi experimento sexual.
Una hermosa mujer de 34 años contesta mis requerimientos, luego de haberle mandado 758 mensajes consecutivos. Y lo principal, no busca nada serio sino sólo "diversión pajera", a la cual acudí inmediatamente al leer el mensaje que me identificó por completo. Valda (ese su nombre) me aclaró antes que nada que había leído mal: diversión “pasajera”, no “pajera” me dijo con una sonrisa burlona.
Nos encontramos en un bar. En el mismo que uso para todas mis primeras citas.
-¿Que tomás? -le pregunto y ella elude la bebida y me ahorra unos mangos al invitarme a su hogar.
-Conmigo ni te gastés, que busco otra cosa. Vamos a mi casa -me ordena y me levanto tan rápido que olvido pagar los cafés que había consumido entre varios cigarrillos.
El caos de la ciudad nos azota al salir del bar, el ruido de los bocinazos y las puteadas de los transeúntes apenas me deja escuchar cuando ella me pregunta si me gusta el té. "Sí, tomo cualquier cosa" le afirmo mientras pienso: "¿Quién carajo piensa en lo que voy a tomar? ¡Quiero coger!". Nos subimos a su auto y rumbeamos para Berazategui, a una casa oscura y siniestra, apenas iluminada por una vela aromática que se ve desde la ventana.
Traspaso la puerta y Valda me da un sopapo brutal en la cara que me rompe el labio y me deposita sobre la cama. Me pone boca abajo y me ata de pies y manos.
-¿Qué hacés loca? -mascullo preocupado por la situación.
-¿No me dijiste que te gustaba? -me dice ella.
-¿Ehhh? ¿Cuándo?
-En la calle, al salir del bar.
-Vos estás rayada, sólo me preguntaste si me gustaba el té.
-No, qué té ni que té. Te dije si te gusta que TE aTEn.
-¡Ahhh! - exclamo en el preciso momento que ella se desnuda por completo y se calza un vestido de cuero negro ajustado. "Miauuu" me dice mientras me lame y me rasguña un cachete.
-¿Te gusta bebé? -indaga pero cuando quiero contestar "me pareció ver un lindo gatito" una mordaza me tapa la boca.
Un látigo de dimensiones gigantes aparece de la nada y me azota el traste.
-¿Quién es tu ama? ¿Quién es tu ama?
-No corro -se me escucha exclamar con esfuerzo por la mordaza.
-Ya te vas a correr, dame tiempo -asegura Valda mientras prende una vela y vuelca la cera sobre mi espalda desnuda.
-No corro -insisto aullando de dolor hasta que con la lengua me saco la mordaza, no sé como, y el "socorro" sale clarito sin confusiones.
-Gritá todo lo que quieras, nadie te va a escuchar -me dice repitiendo exactas palabras de asesinos seriales de millones de películas de terror y llevando la preocupación por mi vida, a un nuevo nivel.
Escucho un "crack" y pienso que me ha roto alguna costilla, pero es la cama que se parte al medio ante los saltos que Valda realiza sobre mi columna vertebral en una especie de masaje homicida.
-¡Pará loca, me estás matando! –le grito a la vez que logro zafar una mano de la cuerda que me aprisiona y la paso alrededor de su cuello. Sujeto la otra parte de la cuerda con la boca y tiro.
-Sí, ahorcame papi, asfixiame –grita Valda.
-Rayada, pará un poco.
“Esta vez no la cuento” pienso cuando Valda logra zafar de la cuerda y trae un pene gigante vibrador hacia la cama con intenciones violatorias. Abre un pote de lubricante y me rocía por todos lados.
-Te va a doler al principio, pero después te va a gustar –me aclara mientras se vuelve a sentar sobre mi espalda y me ata la mano que había logrado liberar.
-No, no –grito descontrolado mientras me revuelco y me muevo evitando el artefacto violador. Tanto salto da resultado, y Valda resbala toda su humanidad entre tanto lubricante siendo su destino final un terrible cocazo contra la cabecera de la cama. Y cae desmayada. El pene de goma continúa vibrando peligrosamente cerca de la zona del gol, con lo cual decido no moverme para evitar cualquier intruso no deseado en mi retaguardia.
Pasan horas angustiosas y largas. El aparato parece el conejito de la propaganda, y sigue, y sigue, y sus pilas son interminables. El ruido además de generar seguramente un serio problema psicológico en mí, está lastimando físicamente mis tímpanos.
Son las 10.00 de la mañana cuando me despierto (indudablemente sucumbí a los nervios y al cansancio) y me descubro igual, atado, con el sonido molesto y vibrante de fondo, aunque la luz del sol entrando por la ventana hace la escena menos terrorífica.
“Ya está, no puedo estar peor que ahora” me digo cuando escucho como se abre la puerta de la casa de Valda y una voz ronca y varonil anuncia:
-¡Querida, llegó tu papi! Allí voy.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Juasssssssss.

Malina dijo...

A ese Guille le pasan cosas peor que a un adolescente apurado jajaja