15 nov 2015

La ley del dibujito animado y el chaleco salvavidas



Mi soltería interminable parecía que había llegado a su fin cuando conocí a Maggie. Realmente me gustaba.  Mucho. Pero... En fin, cuando Juan Pablo se enteró que estaba "noviando" (o algo así) desde hace casi un mes, me escribió al what app rogando para que le contara todo.

Juan Pablo: ¿Tas de novio? Me voy de vacaciones un tiempito, y hacés boludeces.
Guillermo: ¿Un tiempito? Te fuiste casi un mes, hijo de puta.
Juan Pablo: ¡¡Y no sabés el bronceado que me traje, papi!! Pero contá, contá.
Guillermo: Ya no estoy de novio. Corté.
Juan Pablo: En el bar, en una hora ahí y contás todo.
Guillermo: Dale, le digo a mamá que me planche una camisa, y nos vemos.


Mamá se queja como siempre, pero me plancha finalmente la ropa. Papá, antes de salir, me vuelve a recordar que empiece a buscar un lugar para mudarme.

Llego al bar y ya Juan Pablo casi ni me deja sentarme.

-Contá, contá
-Bueno, la cosa es que…
-¿Y ya te peleaste? ¿Era necesario? Ni conocerla pude.
-Bueno, lo que pasó es que…
-Seguro te metió los cuernos con otro.
-No, no, fue por…
-O con una mina, seguro, si están todas re lesbianas ahora, después se quejan de que no hay hombres.
- No, no, fue por…
-O asexuada, seguro que era asexuada. O está asexuada, o es reputa, van de un extremo al otro.
-Que no, es que…
-Te digo que es así, ya no quedan minas como mi mamá.
-Chaleco salvavidas.
-… porque mi vieja… una genia. Antes las minas eran mujeres con mayúscula, se hacían respetar, te cuidaban, no se mostraban en bolas o poses sugerentes y… y… ¿qué dijiste?
-Chaleco salvavidas.
-¿EH?
-Eso, chaleco salvavidas. Me peleé con ella porque no tenía chaleco salvavidas.
-¿Eh? Pero contá bien, che.
-Eso quiero, desgraciado, pero no dejás de hablar pelotudeces desde que llegué. Si querés que te cuente, callate un poco.
-Bueno, bueno, dale arrancá desde el principio.
-Conocí a Maggie en una fiesta, la ví y me dejó tarado inmediatamente.
-Primero, en todo caso, te habrá dejado “más tarado”, porque esa condición ya la tenías bastante controlada. Y segundo… “¿Maggie?”¿En serio se llama así?
-¿Qué tiene de malo?
-Me voy de vacas y ya arrancás con las cagadas. Es obvio. El nombre es una llamada de atención im-por-tan-tí-si-ma. Voy a sumarlo a mis leyes de ahora en más.
-Repito: ¿Qué tiene de malo?
-Tiene el nombre de una Simpson. ¿Entendés? ¡¡¡De una Simpson!!! No salgas con mujeres que tengan nombres de dibujitos animados.
-Pero…
-Pero nada. No salgas con una Daisy, no salgas con una Alicia, con una Betty, etc etc.
-Vos saliste con una Vilma.
-¿Qué dibujito hay de una Vilma?
-Vilma, Vilma Picapiedra.
-Uh, tenés razón, pero tenía unas tetas enoooormes. No aplica aquí la ley. Pechos grandes anula la ley del dibujito.
-Ya empezás con tus leyes de mierda.
-Vos tenés que hacerme caso y te va a ir como a mí.
-Hace años que te hago caso, y me va para el orto.
-Te falta aprender, papi, escuchá al maestro y aprendé. Bueno, ¿vas a contarme o no?
-¿Y qué carajo estoy intentando hacer desde que llegué?
-¡Haya paz! Calma, calma. Dale, seguí
-Bueno, después la invité a salir y todo bien, pero finalmente, anuló la salida.
-Otra señal. La segunda. Si te anula, señal de que no le gustaste lo suficiente, o aún peor, lo más grave, señal de histeria en potencia.
-Pero después aceptó salir más adelante.
-Dubitativa. Histérica seguro.
-La cosa es que salimos, y todo bien, pero al momento de querer darle un beso, arrugó.
-Tercera señal para salir corriendo.
-Pero me gustaba.
-¿Edad?
-Treinta y pico.
-¿Separada o soltera?
-Separada. Dos veces.
-Otra señal. No aprendés más.
-No, pero buena mina, te juro, flor de mamá.
-¿Mamá? – Juan Pablo abre los ojos de una manera desgarradora.
-Sí.
-¿Mamá? ¿Mamá?  ¿Pero que te dijeeeeee yo?  ¡Nada de madres! Después te enchufan el hijo y…
-Dos.
-¿¿¿¿Dos???? – Los ojos de Juan Pablo se salen de su órbita
-Sí.
-¡DIOS MÍO! No te puedo dejar solo. ¿No viste todas esas señales?
-Pero querido, no seas enfermo, qué tiene que ver que tenga chicos.
-Te lo expliqué mil veces, papanatas. Que no. Que no aplican.
-¿Quién te entiende? Y si están pasando sus 30 y no tienen chicos, me decís que están desesperadas por parir un crío.
-También cierto.
-¿Y con quién carajo querés que salga? ¿Con una de 20?
-Mmm.
-No seas pajero, querés.
-Vos sos un envidioso, eso es lo que pasa. Bien que cuando salía con Diana, te calentaba la pendeja.
-¡Ajá! ¡Diana! Ahí tenés, se llamaba como la mujer maravilla.
-Pero tenía 23 años, boludoo. Ahí tampoco aplica la ley del dibujito animado.
-Bueno, como sea, la cosa es que después la volví a invitar a salir más adelante y esta vez sí pude besarla.
-¿Y qué había cambiado entre la primera vez y la segunda vez?
-¡Qué se yo! Pero a partir de ahí, no sé, como que la cosa mutó para bien. Empezó a hablarme todas las noches sin parar. Te juro que al principio me taladraba la cabeza, quería ver la TV y no paraba de escribirme por el what app. Al final, tanto insistió, tanto insistió, que terminé enganchándome yo también y la cosa me gustó.
-¿Y qué pasó?
-Y bueno, todo parecía marchar sobre ruedas. Hablamos de ir despacio.
-¿Entonces?
-Entonces, decidí ir bien despacio. Tampoco quería embarcarme como loco. Pero… Bueno, ahí lo raro. Me invitó a la casa, conocí al papá, conocí a los hermanos, conocí a uno de sus hijos, me presentó ante sus amigos y ahí comenzó a sentirse ahogada.
-Ahh, de ahí lo del chaleco salvavidas. Te sentiste ahogado.
-No, no. Yo no. Ella.
-¿Cómo ella? Pero… Pero… No entiendo. ¿Quién corno se creía? ¿Rose, la del Titanic? ¿Se veían muy seguido?
-Casi nunca. Dos o tres veces.
-¿Vive lejos?
-Acá, a un par de cuadras.
-¿Le caías de sorpresa a la casa?
-Nunca.
-¿La celabas?
-Ni ahí.
-¿Y de qué carajo se ahogó?
-¡Qué se yo!
-¿Y por qué cortaste? Quizás ella sólo quería tomar un poco de distancia.
-¿Má sí, de qué distancia me hablás? Me abrí porque si se ahogaba de nada, imaginate si la relación se hacía más consistente.
-¡Ley 3! ¡Ley 3 sin dudas! “Nunca podrás entender a las mujeres, son emocionalmente mutantes.” Y también…
-¿También qué?
-Bueno, no quería decirte, pero es clara señal que si se ahogaba y no tenía motivos, seguramente no le gustabas lo suficiente.
-¿Lo suficiente?
-Bueno, que no le gustabas en lo más mínimo. O sea, el ahogamiento fue sólo una excusa.
-¿Vos decís?
-Y sí. ¿Y ahora?
-Y ahora, nada, qué se yo. Me gustaba, realmente me gustaba, pero no puedo remar contra la corriente.
-Y no, contra la corriente seguro te ahogás, jajajajaja.
-Pelotudo.
-Sí, pero lindo. 

Nos reímos fuerte con Juan Pablo mientras brindábamos con unas birras.

-Olvidate, Guille, y seguí adelante. Un clavo saca a otro clavo. Arrancá hoy mismo. ¿Viste a la nueva camarera del bar?
-Sí, tremenda rubia. Arrancó hace unos días.
-Pedile el teléfono.
-Me va a sacar cagando.
-Probá.

La llamo con un gesto con la mano.

-Disculpá –le digo- ¿sos nueva no?
-Sí –dice sonriendo muy simpática.
-Genial, sos muy linda, ¿sabías?
-Gracias.
-De nada, traeme la cuenta por favor. Ah… ¿Cómo te llamás? Nosotros venimos seguido acá, así que nos vamos a ver mucho.
-Me llamo Aurora.
-¿¡Cómo la Bella Durmiente!?  Andate a la puta madre que te parió.-

No hay comentarios: