9 abr 2010

Clase 4: “Decile como quieras, pero depilate”

Del baño se escucha un grito tarzánico que me pone la piel de gallina. Esta vez somos 3 los que vinimos a las clases de conquista de mujeres de Juan Pablo. El Tarta, Daniel (de curioso nomás, sólo para confirmar su teoría que las clases no sirven) y yo obviamente.

-¿Po pop o por qué gritás así? –dice el Tarta desde el living, a lo que Juan Pablo contesta, aún gritando:
-Me estoy depilando.... ayyyyyyy, la puta madreeeee ¡Cómo dueleeeee!
-¿Depilando qué? –indaga el uruguayo.
-Las bolaaaaaaaaas –contesta Juan Pablo con otro tremebundo grito.
-Che, te pregunté bien, no es para que te burles.

Juan Pablo sale del baño corriendo y va a la cocina. Agarra un repasador, lo llena de hielo y se lo pone en los genitales.

-Es en serio, bolú. Me estaba depilando las bolas.
-Nooo –aullo de sólo pensarlo.
-Que do do do dolor.
-¿Vos estás en pedo? –cuestiona Daniel.
-No, en pedo no. Me preparo para una salida. Para una noche total. Como ya saben, si salgo, entonces...
-Cojo – completamos los tres.
-Exacto. "Si salgo, entonces cojo". Y tengo que estar impecable. Así que mis estimados alumnos, si se acercan al baño, voy a explicarles cómo prepararnos para una salida, para causar una buena impresión, para estar lindos.

El baño de Juan Pablo es como un lugar místico, en cuanto es un templo de la contemplación, aunque cero espiritual. Bañera con hidromasaje, espejo en el techo, espejo gigante con luces frente al lavatorio. Shampú tratante para la caída del pelo en 7 variedades distintas. Caída extrema, Caída suave, pa masajes, refuerzo ante caída, refuerzo para el refuerzo, me estoy quedando calvo, y que se haga el milagro y crezca de nuevo. Perfumes. Varios. Todos importados. Masajeador de cabeza. Una canasta con ... con...

-¿Eso son pepinos? –pregunto
-Sí, pepinos. Los corto, y me los pongo para las ojeras a la noche.

En fin. Una canasta con pepinos. Una máquina eléctrica para cortarse el pelo de la nariz. Cera depilatoria. Un set interminable de cremas. Y...

-¿Qué es esto? –pregunto.
-Preservativos –contesta Juan Pablo.
-Ya sé, pelotudo. ¿Pero qué clase de preservativos? Hay como miles. ¿Y este... para qué es?
-Ese es el sensación caliente. Una máquina, papá. Apenas lo uso y Kento se pone bien erecto.
-¿Quién e Kento? –Pregunta Daniel que nunca escuchó hablar del tema.
-Kento es mi pito. Mi fabuloso pito que me acompaña en todas mis aventuras.
-¿Le pusiste nombre, enfermo? –sigue el uruguayo.
-Obvio. Incluso hablo con él a la noche. Compartimos muchas cosas.
-¿Y por qué Kento?
-Una especie de homenaje a Superman. Como es el miembro de un supermacho, le puse el apellido del alter-ego del personaje: Clark Kent, pero con una O al final, que la hace aún más varonil: Kent-O.
-Pero que boludé má grande, pibe.
-Además –dice Juan Pablo- "Es Kento, porque la meto, y te dejo contento".

Nos reímos con el Tarta, ya sapientes de la frase de latiguillo de Juan Pablo.

-Bueno, y ahora muchachos. Veamos la preparación. Es importante quedar bien depiladitos. A las chuchis no le gustan los pelitos. Así que pecho, brazos, cejas, las bolas, el culito. Todo, bien peladito.
-Qué a a a asco.
-Asco es estar peludos. Vos Tarta te metés a la pileta y le gente empieza a gritarte que te saques el pullover. Eso es asco. Esto es la nueva onda metrosexual.
-¿La nueva tendencia no es el ubersexual? –cuestiono.
-El Ubersexual es un metrosexual, que no lo admite, y se queda corto con las medidas. Se disfraza de “man solidario” y sólo quiere llamar la atención. Decile como quieras. Pero depilate.

Juan Pablo agarra una pincita.

-Con esto, procedemos a sacarnos el pelo de las cejas. Con la tijerita, cortamos y emparejamos las pestañas. Con esta maquinita, ven, así. Me la paso por la nariz, por las orejas y chau pelitos. Con la parte de atrás, así, emparejo las patillas. Y ya está. El tema pelos queda resuelto. Ah, perdón. Las axilas. Las depilamos también. Ayuda a mantener mejor el olor del desodorante en barra, este que traje de Francia, mmm, huelan, mmm, yo me excito con la fragancia. “Aire de Oso” se llama. También un poquito por los pezones.
-Por dió – dice Daniel que ya no puede evitar sonreír.
-Después es importante una buena máscara facial la noche anterior a la salida. Los pepinos bien fríos en los ojos. Tengo unas cremas de peli, esta que es una blanqueadora para las ojeras, después le pongo un poco de té de manzanilla. Y las cremas anti-age, infaltables. La manicura también Las mujeres miran mucho las manos. Vos Tarta, tené cuidado porque ya se notan los callos. Tenés que aflojar un poco. Un buen delineador, suave, para resaltar los ojos. Y aquí tengo esto que compré nuevo. Pelo artificial.
-¿Eh? –decimos todos.
-¿No no no e e ra que que que había que que sa car sese se los pepepe los?
-Sí, pero aquí, en donde tengo una pequeña peladita de monje, aplico este pelo instantáneo, de mi color, y ¡voilá! Ya no soy pelado.
-¡Qué grosso! –admiro.
-Y no olvidar, el perfume. Fundamental una buena elección. Importado obvio. Que dure lo suficiente. Y estratégico dónde colocarlo. Un poquito acá, así, otro acá y otro acá y ahhhhhhh, la puta madre, ahí arde como la concha de la lora.
-Y claro, boludo –le dice Daniel- Si te poné en la chota, te va a arder, mirá que so pelotudo, ¿eh?
-Pero ahí en donde van a estar oliendo. El dolor es, lamentablemente, algo que debemos tolerar en pos de que nos huelan bien.
-Qué feo sonó eso –comento.
-No es sonido, es olor –afirma Juan Pablo- Y todo, absolutamente todo, será juzgado. Una buenas plantillas en los zapatos para ser más altos –nos lleva a su cuarto ahora- y la bijouterie. Una cadena de oro. Con una cruz bien grande. El reloj tiene que ser llamativo. Hay que acordarse de sacarse el deportivo a la hora de la cita. A propósito, Daniel, ese reloj que tenés... Por favor, ¿es de arena?
-Tiene calculadora.
-Es una antigüedad. Es enorme. ¿Cuánto pesa? Hay que llevar algo delicado, que diga, soy masculino, y a la vez, tengo guita. Como este, ¿ves? Sumale un buen anillo, camisa, pantalón, y saco de marca. Nada barateli. Los zapatos recién lustraditos. Que brillen. Y una vez lista la ropa, volvemos al baño, y... el último toque... un poco de mousse en el pelo, nada de gel que queda pegote, y ya estamos. Listos para la aventura. Veamos ahora los imprevistos. Por ejemplo... ¿qué es eso que tenés en el labio, Tarta?
-¿Qué qué qué coco sa?
-Eso blanco.
-Un gragra gra
-Un grano –termino yo.
-No, un grano no. Eso no es un grano. Eso es una pelota de fútbol. Un planeta, una orbe total. Eso es gigantezco. ¿Y qué hay que hacer?
-¿Cogerlo? –dice Daniel.
-NO, no, eso a las minas. Al grano hay que reventarlo y con ganas. Nuestro rostro debe estar impoluto.
-Ni en pepepe pe do.
-A ver muchachos, voy a necesitar su ayuda –reclama el profe.

Y dicho esto, Daniel sujeta vigorosamente el brazo derecho del Tarta mientras yo hago lo mismo con el izquierdo. Juan Pablo comienza entonces a apretar el grano pero el maldito no explota.

-Se resiste muchachos. Vamos a tener que usar una tijera caliente.
-No, no, una ti ti j eje j era no no no.
-Agarralo fuerte Daniel –dice Juan Pablo y se acerca mientras el Tarta se retuerce intentando esquivar el filo de muerte.
-Quedate quieto boludo, que nos va a clavar a nosotros –le ruego al Tarta.
-Ni en pe pe pe do.
-Quedate quieto, mierda.

Pero el Tarta no se resigna y sigue debatiéndose de un lado para el otro. Cuestión que tenemos que sujetar sus piernas en el piso, mientras salta como un sapo y da patadas como un loco contra la pared.

-So so so –grita
-¿Qué cosa?
-So so coco rroo.

Y patea cada vez más fuerte la pared. Y se escucha: Callate boludo, dejá de patear, me estás apretando un huevo, cuidado con la tijera, casi me sacás un ojo, tarado, agarralo fuerte, más fuerte, quedate quieto hijo de puta, cerrá la boca, me mordióóó, me mordió, CUIDADO con el pepino...

Y golpean del otro lado de la pared.

-Callense, hijos de mil putas. ¡Quiero dormir!
-¿Quién es ese? –pregunta Daniel.
-Ese es el vecino. Don Ramón. Es guardia de seguridad. Quedate quieto, carajo.
-Ni en pepe pe dodo.

Daniel, con un movimiento veloz con su pierna enyesada, golpea la cabeza del Tarta y la inmoviliza de manera tal que la tijera de Juan Pablo comienza a presionar el grano.
-No quiere –dice.
-¡Ay! –exclama el Tarta
-Más fuerte, presioná más fuerte –le digo yo.
-Pero carajo, ¿se puede saber a qué de deben los putos gritos? -Y en el preciso momento en que Don Ramón abre la puerta y escupe la pregunta, nos encuentra es una posición poco ortodoxa, casi sexual, como si quisiéramos violar al Tarta. Y también, en ese preciso instante, justito, el grano decide explotar, y gran cantidad de pus amarillento y oloroso, vuela hasta la boca de Don Ramón, abierta de par en par.

Segundos después nos encontramos perseguidos por el vecino, corriéndonos por las escaleras con la tijera, gritando “trío de maricones” y otra gran cantidad de barbaridades que no llego a escuchar bien, mientras Juan, primero en la huida, chilla como un marrano:

-¿Se dieron cuenta?
-¿Qué cosa, tarado?. Corré que este nos mata –vocifero tembloroso.
-Que hoy Don Ramón no vino con ese estúpido pijama que tiene.
-¿Y? –le contesto mientras lo empujo al llegar a la planta baja y el aire empieza abandonarme.
-¿Cómo “y”? ¿No te diste cuenta? No está depilado. Ni un poquito. Qué asco y poco varonil.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ANIMAL. MAL. ME FASCINAS Y ME CAGO DE LA RISA. EXCELENTE LO DE KENTO Y SI, LO DEL METROSEXUAL ES VERDAD. ME GUSTA MAS EL PERSONAJE DE JUAN PABLO QUE EL DE GUILLERMO. HAY QUE HACER UNA SERIE FILMADA.
VERO

Unknown dijo...

Este Juan Pablo me hace sentir poco femenina. Tremendo!!!!cuanta ocurrencia junta.

Fabio Barone dijo...

Y sí, hay tantos tan parecidos a Juan Pablo, jajaja!